La propuesta irlandesa del cineasta Tom Hall vista en el marco del Streams, European Online Film Festival cortesía de Filmin resulta de entrada interesante. Y es que su mejor baza es el punto de vista con el que se analiza algo que suele estar cortado por un patrón o una supuesta moralidad como es el tema de la prostitución. La mirada es aséptica, desprovista de intención moralizante. Será el espectador quien saque sus propias conclusiones y su veredicto final sobre el tema.
Es de este modo como entramos en la vida de Donal, un asustadizo y cobarde hombre cercano a la treintena que vive aislado de todo en la granja de su padre. Donal es prácticamente un obseso sexual, pero oh, resulta que también es virgen. Es con la muerte de su progenitor cuando comienza a tomar decisiones. La primera no puede ser más clara; perder la virginidad con una escort a la que le recomiendan en un chat especializado en el “sexo ocasional y de pago”.
El cineasta se toma su tiempo en juntar a nuestro protagonista y a la chica en cuestión en algo más que encuentros carnales. No pasamos directamente al embrollo de la cuestión. Tom Hall entiende perfectamente que si quiere que nos tomemos en serio su historia debe dosificar y perfilar a las mil maravillas la relación, carnal, financiera, amistosa y (por último) amorosa entre los protagonistas. Cogiendo el relato como una tierna y cruel historia de amor, partimos del sexo para arribar al calor humano entre dos personas enamoradas. Cogiendo la historia como el ascenso y caída de un malvado y cariñoso magnate del sexo que se inicia como un don nadie perdido en la campiña irlandesa, incapaz de matar a una mosca.
Otra cosa que llama la atención es el tono. Con los primeros minutos de la cinta todo hace presagiar que estamos ante una comedia. y sin embargo lo que es reír, nos vamos a reír más bien poco. O nada. Sí, ciertas situaciones y sobre todo los personajes dan para la comedia y aunque algo hay de ella, de una manera seca y con un punto oscuro que le sienta de maravilla al relato, estamos más ante un drama romántico. Con putas y puteros, pero romance al fin y al cabo.
Sin ser una película contemplativa, el cineasta se toma su tiempo en desarrollar todos los puntos. Con calma, de manera plausible (y eso es jodido, que hablamos de un tipo que decide de la noche a la mañana pasar de ser un don nadie que vive con las ovejas y que nunca se ha acercado siquiera a una chica a un duro chulo que lleva su propio prostíbulo), así es como transcurre el relato. Su final es maravilloso, la progresión de los personajes sencilla pero eficaz, con el recorrido inverso que hacen la pareja protagonista, siempre en en el lugar más alejado del otro en el terreno sentimental y de carácter.
Es por tanto una buena película, sin duda, con un indudable interés por ese punto de vista que pasa de juzgar y que analiza de manera fría y casi de documental algo tan turbio como puede ser es el tema de la prostitución. Es ahí donde gana el cielo junto con un final redentor y lleno de expiación por parte de los implicados. y sin embargo, se echa en falta más chicha en su parte central, con un ritmo que no es todo lo acertado que debería. Tarda en entrar en faena. Y sí, claro, es evidente que intenta introducirnos poco a poco en el tema, pero su ritmo se vuelve algo irregular cuando decide poner toda la carne en el asador.
Una película de esas que se dicen interesantes. Tanto que ya estoy deseando darle un segundo visionado, porque si bien veo claro sus aciertos, sigue habiendo algo que me echa para atrás. Tal vez su ritmo en la parte central, cuando se acelera de pronto y sin que haya alguna explicación de intención o narrativa para ello, unido a que en esta misma parte parece que las ideas terminan por repetirse de manera sistemática. Y sin embargo mientras escribo esto me veo poniendo muecas.
No me hagan caso. Sus virtudes son más que sus defectos. No vamos a negar ahora que el problema puede ser más mío que de la cinta, algo que la gente que escribe o trabaja haciendo críticas suelen descartar de inicio (la culpa es del otro, claro). Lo dicho, estoy con la mosca detrás de la oreja que se suele decir. Hay ganas de volver a verla. Y puede que baste eso para explicarlo todo ¿no?