Sauna, debut en la dirección de largometrajes de la cineasta estonia Anna Hints, recoge en ese espacio al que da título el film —más sugerente y certero en su versión original, Smoke Sauna Sisterhood, que además enlaza con el contenido del título que nos ocupa— una serie de testimonios de distintas mujeres en etapas dispares de su vida que llegaron a marcar un camino en especial dentro de los tabúes generados por la propia sociedad en torno a unos estándares que Hints derroca desde la mirada de sus protagonistas—. Pero lejos de una recolección o de una suerte de anecdotario que habría llevado Sauna a un terreno mucho menos sobrecogedor, la obra de la realizadora se alza como un exorcismo, como una suerte de ceremonia que va más allá del mero acto ritual que capta Hints en algunas de sus secuencias y que nos habla de un universo en el que esa exposición sirve para algo más que expeler las malas experiencias: asimismo, para conformar a través de ellas un aprendizaje que en realidad no es tal, pues deviene en aceptación de temas como la sexualidad y la muerte, contrapuestas en un mundo que rara vez da pie a la reflexión, pero encuentra entre las paredes de esa sauna un modo de contraponer cada circunstancia, por pequeña que sea, y encontrar el reflejo de algo no muy común, de aquello que se aleja de la inmediatez y celeridad del día a día moderno.
No obstante, Sauna, que en todo instante nos sitúa en los distintos sitios donde se genera esa comunión y se da lugar al citado “rito”, no obvia ese presente que surge mediante alguna conversación donde la modernidad (desde determinados términos o la aparición en determinados diálogos de las redes sociales) obtiene, en cierta manera, un espacio, en tanto este da lugar a una introspección a niveles muy distintos. La idea de una especie de viaje espiritual surge así de las distintas confesiones que se van dando a lo largo del metraje, y que muestran un modo de exorcizar aquello que podríamos describir como males, incluso traumas, desde una perspectiva más enriquecedora, capaz de sustraer de determinados contextos —como lo es la presencia de una sociedad patriarcal y superficial en la que solo parecen tener importancia las apariencias y lo físico— matices de lo más sugerentes, llegando con ello a un punto donde la aprobación no es sino la de uno mismo.
Anna Hints trabaja todo ello desde un dispositivo formal en la que se aleja de los mecanismos habituales del documental: y es que si por algo destaca Sauna, es por la omnipresencia de los cuerpos desnudos de esas personas que nos cuentan sus vivencias. No hay lugar para entrevistas o bustos parlantes, puesto que son las mismas protagonistas quienes se expresan libremente, y sienten si deben reír, discurrir o incluso llorar ante todo aquello que arroja su experiencia. La desnudez cobra, pues, en dicho marco, una mirada significativa en tanto se nos abre una puerta a los recovecos más íntimos de esas mujeres, a la par que se difiere de todo ello una una concordancia adquirida desde las distintas etapas o situaciones que han tenido que atravesar.
Además, la cineasta refuerza ese misticismo que bordea el film con determinadas estampas que rozan la abstracción y que sirven para acompañar un periplo tan profundo como personal. La banda sonora, por otro lado, sirve tanto para acompañar determinadas transiciones como para otorgar cierta tonalidad a momentos más dramáticos, alguno de ellos quizá donde la propuesta pierde el foco, quizá por aludir a una travesía, si bien siempre preñada por las dificultades de lo recorrido, que se antoja como algo introspectivo, más cercano al descubrimiento que a un dramatismo que no termina de encontrar su espacio lejos de lo expresivo, aunque siempre quede implícita una confrontación de los propios sentimientos. Lejos, pues, de alguna imperfección, Sauna vuela casi siempre con libertad, encontrando en cada revelación las claves desde las que conocernos y poder reaccionar ante cada coyuntura sabiendo aceptar que, al fin y al cabo, somos nosotros mismos quienes debemos encontrarnos sin esperar una validación cada vez más compleja en la sociedad que nos rodea.
Larga vida a la nueva carne.