Teniendo en cuenta la cantidad de películas abyectas que ha dado este 2022, Saturn Bowling de Patricia Mazuy resulta ser la vuelta del revés a la propuesta deleznable de algunos cineastas debido a su concesión deliberada de un tiempo de acción a la violencia brutal y al despliegue de una propuesta formal anti-morbo.
En el film de la francesa se acotan los escenarios de auténtica barbarie a uno solo; físico, tenso y duro de ver. Uno que supone el exclusivo y absoluto vistazo al asesinato a golpes de una mujer, bastando en su justa medida para establecer el comienzo de una exploración subvertida del muestreo de la violencia. Partiendo de la relación entre dos medios hermanos que, tras la muerte de su padre (un cazador de animales exóticos), heredan una bolera en la que suelen reunirse los compañeros del club de caza del mismo, Saturn Bowling ofrece una inteligente y ejemplar película entre el ‹noir› y el procedimental. Estos dos personajes, Armand y Guillaume, no de naturaleza opuesta, pero que han seguido caminos muy distintos hasta acabar siendo asesino y policía respectivamente, serán vistos a través de un prisma que interroga continuamente sus posicionamientos en cuanto a sus roles y su relación para sí y para con los demás personajes (todos importantes y con un hilo narrativo consciente de sus apariciones en el film).
Frente a la sangre por la sangre y a lo vacuo de la “provocación”, Saturn Bowling se centra en el desamparo de las víctimas a niveles variados, complejos y elegantes. La interjección de la caza (o la dominación y el poder a través de ella), la investigación policial y la conquista sexual y las relaciones que se establecen entre ellas y la violencia ejercida sobre las mujeres por parte de un “animal” no se aborda desde el psicologismo o la justificación intelectual del asesino en serie, sino partiendo de puntos más básicos y también más certeros. Accediendo totalmente a una visión ritual (en su acepción tribal, excluyente y bárbara) de los “hombres y sus presas” y también de la distancia entre el reino animal y el ser humano (de esto se encarga el personaje de Xuan, la activista en defensa de los felinos en África), Patricia Mazuy pone en cuestión la forma de acercarse a varias de las vertientes de la violencia mezclando cólera y cotidianeidad a modo de múltiples capas de una misma realidad en la que, no por capricho, todo sucede en un pequeño círculo local. Antes de proponer un problema, Saturn Bowling desarrolla una acción que propone intercambios de relaciones de manera tajante y sin concesiones a la manipulación o al miedo, al morbo o a la incertidumbre.