La ascensión del cine coreano, en concreto el acontecido entorno al terreno del thriller, que venían manejando con excelentes resultados cineastas como Bong Joon-ho, Park Chan-wook o Kim Jee-woon, y entorno al cual surgió una suerte de prototipo que otorgaba resultados, cuanto menos, funcionales, empezó a encontrar sus obstáculos con una debacle cada vez más patente que a cada año que pasa mina el estallido de un género ante cuya concepción y ejecución de un estilo por parte del cine surcoreano se había rendido medio mundo. Capaces de construir portentosas secuencias con herramientas tan básicas como el montaje, la importancia del campo y el sentido del ritmo, quizá esa debacle se deba a una industria cada vez menos incipiente en ese terreno que buscaba explotar todo un hallazgo, y a la cantidad de directores y propuestas que se multiplicaban año tras otro.
Es pertinente contextualizar la carrera de su cineasta, un Ryoo Seung-wan que no ha dudado en tocar otros palos de la baraja desde que se produjera su debut en el año 2000 con Die Bad, y es que el autor de propuestas como Arahan (que fue, de hecho, la que lo lanzaría a la fama internacional) o la más reciente The Berlin File se ha topado más bien con una marejada que se inició cuando él ya tenía cierto bagaje a sus espaldas y, en especial, enmarcar la etapa dentro de esa cinematografía coreana en que rodó The Unjust, film a abarcar en esta ocasión y probablemente uno de sus mejores trabajos (si no el mejor).
Y es que resulta difícil entender que una propuesta como The Unjust pasase sin pena ni gloria, aunque fijada en ese marco de cierto declive debido a que su estreno se produjo a finales de 2010, cuando la cosa ya empezaba a ofrecer muestras de agotamiento, quizá se puede comprender a regañadientes como el notable trabajo de Ryoo Seung-wan no obtuvo una repercusión ya no digamos suficiente, sino digna.
Podemos encontrar más motivos de ese recibimiento en el planteamiento de una película que no busca ser el enésimo thriller coreano al uso, y que se aleja de esas imponentes coreografías que lucían cintas como The Chaser o A Dirty Carnival para encontrar sus claves en un guión al que, si bien es cierto hay que perdonar algún que otro detalle en alguna ocasión, saca cuanto jugo puede de la situación propuesta para sumergirnos en un auténtico duelo a dos bandas (e incluso tres) entre un fiscal y un policía (interpretados maravillosamente por dos actores generalmente minusvalorados como Hwang Jeong-min y Ryu Seung-beom) en busca de un ascenso.
Este último detalle resulta esencial para entender hacía donde se dirige Seung-wan con The Unjust, y es que el cineasta además de enarbolar una de esas propuestas que entretejen su maraña con diablura y se retuercen en ese jugueteo tan propio de los mejores thrillers psicológicos (aunque, en el fondo, el film no sea exactamente eso), establece una crítica entorno a los estamentos que supuestamente establecen la ley y el orden, y su impunidad en el momento de maniobrar para sacar adelante los casos más espinosos.
De este modo, The Unjust se centra en el fracaso de las tan criticadas autoridades coreanas (recordemos trabajos como The Yellow Sea, donde Na Hong-jin esbozaba su ineptitud en secuencias de lo más prácticas), y en su reacción cuando, para esclarecer un caso, se decida usar el recurso del falso culpable poniendo a un inocente ante los focos mediáticos para acallar las voces de la prensa.
En ese terreno, Ryoo Seung-wan se siente cómodo dibujando situaciones y pactos entre sus distintos personajes para ponerlos en una posición cada vez más incómoda y lograr que ese caos en el que se llegan a sumir sirva como bandera para construir un retorcido artefacto en el que no faltan ciertas pinceladas de humor y acción que le sientan de maravilla al conjunto. De hecho, sorprende que el autor de títulos como The City of Violence, donde precisamente fracasaba al no saber dosificar la acción y abusar de unos planos excesivamente cerrados, parezca sentirse tan cómodo tras esta The Unjust, donde los tramos más intensos se solventan con la eficiencia necesaria.
Si hubiese que ponerle un pero al conjunto, ese sería la poca confianza que diposita su guionista en los roles centrales que desarrolla, y es que Park Hoon-jung (que este mismo año nos regalaba una de las sorpresas del año con New World) parece más interesado en seguir dotando de giros (no siempre necesarios) a la trama, que en fijar sus miras en esos protagonistas que tan buenos momentos ofrecen, en especial en sus enfrentamientos cara a cara. No obstante, ello no reduce ni sacrifica ni mucho menos las posibilidades de The Unjust, que termina deveniendo una auténtica sorpresa donde incluso temas tan delicados como la moralidad de las acciones salen a flote para componer alguna que otra secuencia cuya funcionalidad a nivel dramático está fuera de toda duda, y hacen del octavo largometraje del cineasta su mejor película hasta la fecha, y una muy recomendable incursión en otra vertiente del thriller no siempre explorada por la dificultad que entraña, pero que en manos de Seung-wan casi parece antojarse un juego de niños.
Larga vida a la nueva carne.