El ensayo de una representación de 12 hombres sin piedad es la excusa perfecta para introducirnos en Frontera, una película rodada íntegramente en la cárcel de Quatre Camins (Granollers) y que ganó el Biznaga de Plata al mejor actor (Christian Dolz) y al mejor director en el último Festival de Málaga. Precisamente Manuel Pérez, director y co-guionista de la obra, atendió a la prensa en la madrileña sala de Artistic Metropol.
¿Es el núcleo de la película la frontera entre los que están dentro y los que están fuera?
Totalmente. Cuando empezamos a pensar en la película, nosotros marcamos unas líneas que deberíamos mantener a la hora de realizarla, pero a partir de ahí todo se desarrolló con conversaciones con ellos. Muchas veces, al hacer este tipo de trabajos, tienes la típica “palmadita en la espalda”, pero en ocasiones nos planteamos hasta dónde está el punto de la bondad del ser humano y cuándo entra el egoísmo individual.
¿Cómo fue la relación con las instituciones?
Resultó fácil gracias a un grupo que se llama transFORMAS, que lleva años trabajando con prisiones y querían hacer una película, porque evidentemente tienes una proyección mucho mayor. Nos plantearon el hecho, y cuando yo pude conocer la calidad que había dijimos que nos apuntábamos, siempre que lográsemos mantener ese estándar de calidad que ya tenían en el teatro. El trabajo de ocho años que hicieron ellos nos permitió realizar la película. Tanto las instituciones penitenciarias como la dirección de la prisión hicieron el esfuerzo titánico de permitir que se rodase esta película. Traspasar esa frontera era muy complicado, por lo que la confianza que generaba transFORMAS permitió el rodaje.
¿Cómo se desarrolló el casting?
Realmente no hubo casting, ya que transFORMAS se encargó de buscar a la gente que pudiese sostener este proyecto. Yo no había entrado en una prisión en mi vida. Hay que decir que no se interpretan a ellos mismos, es decir, alejamos la peripecia de la persona a la del personal, porque hubiese sido difícil de sostener muchas líneas de conexión con ellos mismos.
De hecho, evitas mencionar los delitos que han cometido.
Cierto, yo desconozco por qué la mayoría está ahí. Yo no voy a cuestionarles, porque no me siento con autoridad para ello.
(Interviene el guionista, Carles Vidal): En Málaga, buscaron qué películas había hecho Christian Dolz (Óscar, en la película) sin saber quién era realmente. Fue una anécdota muy bonita. El otro día también escuché como una persona se sorprendía cuando me preguntó cuáles de los actores eran presos realmente y le contesté que todos ellos lo son.
¿La frase “todos la cagamos alguna vez” puede ser un buen resumen de la obra?
Sí. Era siempre un tema de debate, pero lo cierto es que muchos de nosotros, si hubiésemos tomado un camino distinto en algún momento de nuestra vida, podríamos estar ahí también.
La elección de 12 hombres sin piedad también va con el juego de culpabilidad-inocencia, ¿no?
Totalmente. Ellos llevaban tiempo trabajando en la interpretación, enfrentándose a ser actores, por lo que era importante hacer correctamente la translación teatro-cine. Les planteé esa película por toda la simbología que tiene, y gracias a la que acabamos reflexionando.
¿Cómo está funcionando la distribución de la película?
Empezamos con el proyecto de distribución antes de que empezaran a rodar. Hemos estado en varios festivales, como Málaga, Costa Rica o Toulouse, donde ganamos el premio a la mejor fotografía. El día 8, cuando estrenemos la película, estaremos en 13 salas confirmadas en toda España. A nivel de distribución, estamos contentos por la aceptación que está teniendo, no sólo por el tema de los presos, sino también por la calidad.