Rifle (Davi Pretto)

Ópera prima de Davi Pretto en el terreno de la ficción —apenas unos años antes había hecho lo propio con el documental en su Castanha que, como la cinta que nos ocupa, estuvo presente en la sección Forum de la Berlinale—, Rifle bebe precisamente de esa mixtura que se desprende de lo que atisbamos puramente como una ficción —por más que busque un reflejo en recursos austeros, cuasi invisibles, como esos planos sostenidos que se apoyan tanto en el uso de panorámicas como en el estatismo de ciertas imágenes— y los mecanismos empleados por el documental —lejos de lo que se podría deducir de su apartado técnico, como el interesantísimo uso que realiza del sonido, hallamos también una forma de escapar del conflicto implementando la acción como algo tangible, fuera del alcance de cualquier demiurgo que busque trasladar una cierta incertidumbre tensando la situación—. Es en esa decisión que se desprende también del modo de dirigirse a determinados escenarios —en este caso rurales, e imbuidos por un naturalismo que brota de la propia cámara del brasileño, instaurándose con facilidad en cada uno de sus fotogramas—, donde el cineasta compone, en esencia, el esqueleto de una obra que se mueve de modo imperceptible, arrojando en cada nuevo elemento incorporado —casi soterradamente— una perspectiva desde la que derivan los movimientos de Dione —que, como algún otro personaje de la obra, usa su mismo nombre, en el acercamiento de esa realidad a la ficción—, el protagonista del film.

Son, de hecho, los pasos de Dione, los que constituyen un vínculo necesario para comprender ese marco agreste como algo más; y es que la postura sostenida por ese personaje central ante los distintos agentes que irrumpen en el contexto establecido —una pequeña parcela familiar en mitad de la nada—, no es sino el reflejo certero de la importancia de un marco que se evidencia tanto en el enfrentamiento que sostendrá Dione —en primera instancia invisible, más adelante ostensible en un comportamiento cada vez más agresivo y esquivo— a partir de ese momento en sus largos paseos por el campo, como en la mirada de Davi Pretto, donde el componente rural se explicita, más allá de en lo obvio (la imagen, el plano), en la dominancia a través del sonido, que incluso se superpone a los en ocasiones ininteligibles diálogos. Es, por tanto, desde el imperceptible choque con los terratenientes que llegarán a la propiedad donde Dione convive con una familia —cuya relación se compone a partir de retales en forma de fotos que se manifiestan como memoria, instaurando un vistazo al pasado en cierto modo nostálgico—, así como en la llegada a las manos del protagonista del objeto que da título al film, como Rifle va componiendo en su pausada narración una confrontación que observamos en todo momento desde los ojos de Dione. Esa concepción implementada mediante la perspectiva de su personaje central, permite a Pretto instaurar una suerte de alienación que, al fin y al cabo, no se constituye en única instancia desde la psique del individuo, sino en una invasión (cada vez menos velada) que él decide combatir con las pocas herramientas que tiene a su alcance: primero un cuchillo con el que rasgará los neumáticos de un vehículo intruso —aunque sin relación aparente con esos compradores que habían perturbado a Dione en un principio—, y más adelante un rifle con el que disparar aleatoriamente a los coches que pasan por una carretera cercana. Una conducta esta que no establece ni mucho menos un patrón racional, pero que sin lugar a dudas expone la indefensión ante una situación compleja de manejar. Todo a través de este tan extraño como actual western que bien sirve para poner de relieve una ocupación invisible, aunque el cineasta brasileño no siempre encuentre los componentes necesarios para cohesionar un relato cuyo alegato se estima más valioso que nada.

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