Director, guionista y productor, Richard Linklater destacó en un primer momento por su buen gusto musical —un precursor del Guitar Hero III: Legends of Rock y por el retrato y reconstrucción que hizo de la juventud de mediados de los 70. Movida del 76 fue su tercer largometraje, tras It’s Impossible to Learn to Plow by Reading Books y Slacker, dos películas experimentales e independientes consideradas hoy en día de culto. Desde entonces, Linklater ha sido capaz de desarrollar una carrera como autor y otra donde su nombre no interesaba tanto. En un lado encontramos su trilogía horaria y solar (Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer), sus obras animadas con rotoscopio (Waking Life y A Scanner Darkly), y, aunque sólo sea por el tiempo dedicado, planificación y atención final, Boyhood (entre otras); en el otro lado, encontramos cintas más asequibles, unas mejores que otras, otras dobladas de forma más competente, y varias más desconocidas que varían en función de la presencia de Ethan Hawke, Jack Black o Matthew McConaughey. Aunque, si hay algo destacable dentro de su filmografía, sin duda eso es Me and Orson Welles, con Zac Efron, y haber sabido retratar con bastante acierto a la deprimida y deprimente Generación X.
Es un director que ha conseguido crear una buena base de seguidores a su alrededor gracias no sólo a lo mencionado anteriormente, sino también a su facilidad para crear historias aparentemente simples con una carga pseudo-filosófica y vital algo más compleja de lo habitual en el cine (ahora más) comercial, aunque desde el estreno de Antes del anochecer, seguido por Boyhood, el debate sobre su talento ha sido más discutido (pude que, precisamente, por haber obtenido un mayor éxito de público, apoyado casi siempre por la crítica). No en vano, muchos títulos de su filmografía no han sido estrenados en el cine en nuestro país y otros han llegado hasta con 5 años de retraso (véase Bernie). Lo cierto es que, entre detractores y seguidores de su trabajo, se ha ganado el favor de crítica y público en los últimos años, hasta el punto de haberse convertido en uno de los directores estadounidenses más consolidados de su generación, y que, de tanta consolidación, regresa a los cines con una secuela espiritual de Movida del 76 (Todos queremos algo)… veremos si en 20 años todos los actores de este estreno se vuelven estrellas del cine o no.
No sé si como secuela espiritual, su precuela tendrá mucho que ver con esta, o hasta qué punto la opinión sobre una valdrá para saber cómo será la otra, pero lo cierto es que Movida del 76 ha pasado ya a la historia como una cinta más de culto y adoración para muchos, llegando a ser considerada como una de las mejores representaciones del final de la adolescencia de la Historia del cine, y que acompañaría a Los 400 golpes y a Cero en conducta en una trilogía definitoria de ese estado mental y temporal (por suerte) que es el final de la infancia y toda la pubertad, ese momento demasiado intenso que puede llevar a pensar que es el mejor periodo de la existencia (años después). Este podría ser el punto de partida de Movida del 76, el de negarse a aceptar que esa edad pasará a ser la mejor de una vida, asumiendo en directo que no es gran cosa y con otros momentos de fuerza intermitente, pero lo es desde una visión bastante alegre y festiva, también bastante estúpida e insoportable, y supongo que nostálgica (del que la sienta).
En su carrera, Linklater ha demostrado ser un director con indudable talento, pero que a veces ha corrido grandes riesgos no siempre acertados. Cuando ha sido más natural y menos pretencioso, ha estado mejor, hasta que su pretenciosidad y su madurez han dado dos joyas, y en cierto modo por no haberse desligado nunca del todo de Ethan Hawke. En Movida del 76 él es el único actor famoso de esa edad que falta, pero hay tantos que uno siente mucha vergüenza ajena por Ben Affleck, otro se siente identificado con algún personaje y el tercer espectador abandona la película a los 20 minutos, porque aguantar a tanto chaval exaltado o colocado le aburre y le cansa, por mucho que los tópicos de siempre estén gestionados de una manera más eficiente que en otras ocasiones… Para que luego digan que el cine no tiene que ver —también— con la cercanía.
Si al inicio llega a sonar Rock and Roll de Led Zeppelin le cascaba un 10/10.
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