Una de las más representativas expresiones artísticas del Perú es el retablo ayacuchano, que es una caja rectangular de madera con puertas, a modo de un mini armario, en cuyo interior se colocan varias figuritas de yeso de diversos personajes tradicionales de la nación.
La belleza e importancia del retablo es tal que, en varias zonas peruanas, sobre todo rurales, es uno de los más importantes obsequios que suelen hacerse, llegando incluso a constituirse en un apreciado recuerdo familiar.
Esta artesanía trasciende su contexto artístico y tradicional en la película Retablo, del director Álvaro Delgado-Aparicio, para asumir un rol metafórico que sostiene una dura historia de intolerancia.
La película, estrenada en 2017, relata cómo Noé, un obrero de la región andina, enseña a su hijo Segundo, un adolescente muy callado y reservado, el arte de hacer retablos y de cómo protegerlos para transportarlos y llevarlos a quienes los compran. Todo transcurre en medio de la cotidianidad familiar y comunal. Pero Noé guarda un secreto que será descubierto por su hijo y por los vecinos: su homosexualidad.
Es así como el instante mágico de abrir las puertas de un retablo para ver la belleza de su interior se transforma en un momento de tristeza, deshonor y desesperación. La caja de madera se asemeja al propio hogar de Noé. En su interior no solo se percibe la armonía familiar, sino también la destrucción moral de su esposa e hijo cuando se enteren de la verdad.
Las puertas abiertas de la entrada de la casa, de las ventanas y del taller adquieren un simbolismo único, constituyéndose no solo los en los límites de cada fotograma sino también en el espacio en donde ya nada se puede ocultar.
La cosmovisión y cultura indígena andina es radical y tiene una fuerte intolerancia a la homosexualidad. La comunidad y familiares de Noé lo rechazan, lo ven como una encarnación de la perversión y como un ser maligno, lo golpean, lo humillan y lo apartan de su núcleo. Se ha ganado el odio de todos. Su hijo y su esposa también cargarán con la culpa de las recriminaciones y de las burlas de los demás.
La película se adentra en la personalidad de Segundo, que a su corta edad siente vergüenza por la condición de su padre, él mismo parece odiarlo y llegará al extremo de faltarle al respeto e ignorarlo.
Álvaro Delgado compone una estructura fílmica muy elaborada y rica en costumbrismos andinos. Explota admirablemente el contexto sociológico y cultural de sus personajes para nutrir y completar la narración. Expone a una comunidad muy machista, donde el valor del hombre se mide por la fuerza que tiene, por soportar el dolor físico, por su rebeldía y por ser el jefe de un núcleo familiar que mantendrá férreamente las tradiciones ancestrales para que sobrevivan de generación en generación.
Basta que muestre un habitual y rudo concurso de la zona rural en el que dos hombres se baten a latigazos para ver quién resiste más.
Segundo vive en este mundo y el solo hecho de presenciar las costumbres que denotan hombría, hacen que se desmorone porque piensa que su padre ya no pertenece a esa categoría varonil.
Retablo es un filme de una magnífica estructura técnica. Su riqueza fotográfica se sustenta en una sucesión de tomas panorámicas fijas, donde los personajes tienden a ubicarse a un extremo para permitir que sobresalgan los objetos, el paisaje o para dejar el suficiente espacio para que otros actores entren a fortalecer o complementar una escena o una historia.
El recurso sonoro es también valioso para configurar mejor a un personaje que, como Segundo, se caracteriza por la inexpresividad y la timidez. En varios tramos, se amplifica su respiración para representar el cansancio y la angustia por la situación que está viviendo.
La película está hecha casi en su totalidad en idioma quechua, que es la principal lengua de las comunidades indígenas andinas. Esto le otorga originalidad y una potente expresividad que dota de veracidad a su contenido.
Pero Álvaro Delgado no se centra solo en abordar un momento conflictivo, sino que también resalta el alcance del amor que un hijo tiene por su padre y de los sacrificios que está dispuesto a hacer. Segundo descubrirá que es capaz de sacar a relucir un talento escondido para crear el mejor retablo que su padre pudo idear, aunque sea para ocultarlo en la eternidad.
Retablo es un ejemplo de la fuerte identidad propia que posee el cine peruano, que tiene a su haber un gran número de magníficas películas sustentadas en la costumbres y cotidianidad del país inca.
La cinta de Delgado no solo merece ser observada por distintos públicos sino analizada a profundidad para descubrir un mundo que es diferente a lo que se puede observar en la vida urbana.
La pasión está también en el cine.