Respirando bajo el agua (Éric Lamhène)

Indecisa, temerosa, de mirada apocada, insegura… en apenas una secuencia, el debutante en la dirección recoge un espectro desde el que definir el estado en el que se encuentra su protagonista, Emma. Carla Juri, que es la encargada de dar vida a ese personaje, consigue capturar en apenas segundos un abanico de sensaciones que queda refrendado por la idoneidad con que Éric Lamhène intercala esos planos detalle, focalizando en una gestualidad desde la que matizar una situación ciertamente compleja. Una situación, por otro lado, negada de raíz por Emma, que sin embargo encuentra en la imagen frágil y desencajada que se percibe de ella, un certero reflejo de que, ni aunque su propia familia sea capaz de comprender la dimensión de aquello que vive la joven, algo no funciona como debería, por más que rechace haber sido maltratada físicamente por su pareja y busque aferrarse a esa noción errónea en busca de una normalidad, de continuar con su vida como si nada pasase, que en el fondo (y en la superficie) está lejos de serlo.

El cineasta luxemburgués nos introduce a través del periplo de Emma en un refugio para mujeres que buscan lidiar con sus vidas o, en el mejor de los casos, recuperarlas. Lamhène otorga así amplitud a una mirada que, si bien continuará centrada en el personaje interpretado por Juri, aportará perspectivas desde las que huye, acertadamente, de una visión unívoca; y es que aunque las distintas compañeras que encontrará en el lugar viven o han padecido circunstancias similares a las que han terminado llevando a Emma a dicho centro, los distintos prismas con que contemplar la singular coyuntura de cada una enriquecen el conjunto, huyendo en especial de una complacencia que no tiene cabida ante esa tesitura. De hecho, la relación dependiente establecida por algunas de ellas no influye las veces en un carácter fuerte y esquivo mediante el que mostrar su disconformidad con la autoridad del lugar si es menester. Y es que también resulta estimulante el cuestionamiento ejercido en torno a la figura de Tania en tanto se muestra que en ocasiones las palabras no son sino palabras vacías, y hay que intentar llegar al fondo de la cuestión.

Respirando bajo el agua no se contenta con mostrar pues pequeñas historias de confrontación o superación en ese ámbito, y extrae algo verdaderamente más importante que un tono adecuado a la obra, siendo capaz de aportar capas que doten de mayor profundidad a lo narrado. Así, y aunque puede que por momentos uno no sepa a dónde se dirige con exactitud los pasos que da Lamhène, quien quizá no termina de sacar jugo a las secuencias de cariz más dramático —algunas por sentirse forzadas, otras por no contener la energía que hubiesen requerido— e incluso arma un último acto que se desarrolla de modo un tanto atropellado, el film que nos ocupa no sólo cumple sin estridencias —más allá de las que todo debut puede llegar a contener—, sino que además dota de las capas de humanidad necesarias a un contexto en el que también conviene huir de la normalización —como cuando Emma responda a Sascha ante el alegato de esta por formar una familia con todas ellas— y, ante todo, saber comprender cada marco y su especificidad para no caer en el más tramposo de los juegos, que sin duda puede llevar a vías tan o más infructuosas como los propios estigmas sociales que en principio combaten.

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