Reset (Pau Martínez)

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Una de las variaciones más interesantes que se suele realizar sobre los estamentos del thriller, es aquella que maximiza las herramientas del suspense para cruzar la fina línea que le separa al género del terror. Esta habitual concordancia genérica se cita en Reset, algo que se puede adivinar desde la sucesión de imágenes tipo documental que inician el metraje y de paso introducen al espectador la premisa argumental sobre la que circularán las ramas de la narración. Experimentación basada en la lobotomía, con su inherente debate ético, parece erigirse como el núcleo de una película que promete de inicio y acaba apagándose muy paulatinamente.

Y en efecto, Reset comienza con una trama que se centra en los experimentos dentro del ámbito de la psiquiatría. Un grupo de jóvenes se adentrarán en la trama con un rol de protagonismo dentro de un caserón que ejerce de improvisada clínica para el doctor Uriós, especialista en el tratamiento de la hipnosis como herramienta psicológica, aquí utilizada para tratar las fobias de sus jóvenes pacientes. La narración avanza siguiendo pausadamente muchos de los prototipos del thriller, iniciando una trama que nos presenta a un grupo de protagonistas sobre los que aflora un sentimiento de incertidumbre, y hasta rechazo en algunos casos, a su situación. En especial, esto se acentúa en la nueva joven paciente, que muestra una actitud totalmente adversa a su condición, sobre la que se centrará un punto empático hacia el espectador, a modo de improvisado protagonismo. Mientras progresivamente se van avanzando informaciones sobre el resto de personajes (causas del trauma, dibujo de su personalidad), el universo mental de la joven se obviará hasta un tramo final que pretende un carácter resolutivo hacia este personaje, algo que resultará ciertamente decepcionante.

Reset tiene un punto de partida ciertamente manido, aunque las intenciones de enfocarlo hacia una progresiva cimentación de un misterio dejen latente muchas de sus limitaciones. Un look tremendamente amateur impide la construcción de una atmósfera apropiada para los estamentos que el guión comienza a postular. Dentro del desarrollo de su argumento, su guión propone la acertada propuesta de lanzar una baza escondida que se cierne sobre la experimentación oculta que sigue el doctor  y su entroncado espíritu turbio, aunque no se consiga el interés deseado debido una muy plana atmósfera. Esto impide desarrollar algunas de los arquetipos presentes como el entorno cerrado como mero instrumento de opresión hacia los protagonistas, el sentimiento de inquietud de estos ante el elemento oscuro y desconocido de la experimentación, así como de una comprensión del tempo que suavice lo abrupto de su clímax final.   Aún así, digno de mención es que la película sí contiene algún que otro acierto visual en su último acto, sobretodo en el que concierne a un flashback que de por sí ya resulta mucho más interesante que el resto de la función, gracias a alguno de los turbulentos puntos que desarrolla.

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Y es que, donde la película fracasa estrepitosamente es en la cimentación y evolución de unos personajes que ven completamente planos, y no permiten lograr un peso en la trama que permita fomentar el nebuloso reverso con el que juega el guión que, aunque sea predecible en cuanto a concepto (retrotraigámonos al inicio tipo documental), sí que se presenta en la narración como un interesante planteamiento. Lamentablemente, el amateurismo previamente citado también recaerá en las facultades interpretativas, que impiden tomarse a esta serie de caracteres con un mínimo de concepto y seriedad.

Aún así, será en la identificación genérica de la película donde resulte más desesperanzadora. Si bien son claras las pretensiones de mezclar los mecanismos prototípicos del thriller psicológico con unas (fallidas) ásperas texturas fílmicas del terror, la película no logra identificarse en ninguno de los géneros, claramente causado por la impersonal dirección y la  forma de desaprovechar algunas de las herramientas que son generadas, como es el caso del arquetipo del “mad doctor”, aquí no desarrollado en inicio, y explotado en el tramo final de manera bastante ingenua, sumándose así a la deslucida conclusión. Ahí, en un remate argumental que no acaba de funcionar más que nada por lo torpe y alocado de su exposición, es donde la película dinamita la última oportunidad de repunte. Una historia que a pesar de su recurrente utilización en su vertiente apuntaba ciertas maneras, y que en Reset  es desaprovechada por un escaso compromiso con el género y unas herramientas fílmicas llenas de buenas intenciones pero carentes de un mínimo sentido del buen hacer.

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