Resulta difícil dar en el clavo y acceder por la puerta grande en el mundo del cine con una ópera prima. Sin embargo, cuando el talento, la ilusión, la experiencia en la materia y el buen hacer prevalecen, salen pequeñas joyas de la gran pantalla como es el caso de Requisitos para ser una persona normal, de la actriz, y ahora directora, Leticia Dolera, la cual ha ido introduciéndose en el camino de la realización con varios cortos a sus espaldas. Junto con A cambio de nada de Daniel Guzmán, fue una de las triunfadoras en la reciente edición del Festival de Málaga, otorgándole, entre otros premios, el de guion.
Dolera interpreta a María de las Montañas, una reciente treintañera, la cual, a raíz de una entrevista, se da cuenta de que no encaja en la definición de ‘persona normal’, por lo que lleva a cabo una lista con pautas a seguir que deben ser cumplimentadas en su totalidad. No trabaja, tiene que volver al hogar familiar, no tiene pareja, ni vida social, ni aficiones ‘normales’, ni siquiera es feliz. Contará con la ayuda de Borja (Manuel Burque) quien, a través de un pacto quid pro quo, llevará por el camino de la normalidad a María con la condición de que ella le ayude a adelgazar.
La cineasta revelación cuida el guion y conduce la historia sin despistes ni sobresaltos, realizando una comedia romántica al más puro estilo del género, sin salirse de los estandartes y retratos de la comedia indie americana. A través del humor y con algunos puntos dramáticos, el espectador es capaz de sentirse reflejado con sucesos de la cinta, y es que todos en algún momento de nuestra vida nos hemos dado cuenta de que no encajamos en un espacio y tiempo concreto. Aquí es donde la premisa coge fuerza, pues la carga familiar que sufre la protagonista es el inicio de las inseguridades y miedos que no le impiden desarrollarse, estancando su vida en todas las cuestiones.
Y es que una pregunta tan sencilla como ‘¿qué es ser normal?’ se transforma en todo un comedero de cabeza. El fin del ser humano es llegar a conquistar la felicidad, sin embargo en la cinta se suceden actitudes que la protagonista no quiere tomar para conseguir tal fin. Contradictorio como la vida misma. De todos modos, los sucesos dramáticos se cuentan con los dedos de una mano, pues se entremezclan con los toques cómicos y la relación que se va forjando entre los dos protagonistas, sin llegar a sobrecargar como suele pasar en este tipo de género. No obstante, Requisitos para ser una persona normal puede pecar de pastelosa en cuando a realización se refiere. Toma tintes de estilos tan claros y detallistas como los planos utilizados por Wes Anderson en sus películas, con una esencia a lo Pequeña Miss Sunshine y actitudes algo Woodynianas. Palabras mayores que, sin embargo, se observan perfectamente.
La integración de personas discapacitadas, el uso de caras conocidas en el ámbito nacional dando vida a personajes secundarios, una banda sonora repleta de canciones que acompañan a las escenas de la mano o el uso de espacios tan mimetizados en nuestra sociedad como es Ikea permiten considerar a esta película una cinta accesible, fácil de ver y que, además, entretiene.
El encanto que nos brinda el filme reside en su sencillez y naturalidad, la cual es posible que juegue con un arma de doble filo, pues al no arriesgar en el argumento puede crear un desinterés que suponga a largo plazo su olvido. Aun así, se agradecen este tipo de películas tanto a nivel visual como de entretenimiento en nuestro panorama cinematográfico.