La señora J no encuentra motivos para seguir viviendo. Se cumple un año desde la muerte de su marido y desde entonces no parece capaz de salir adelante, ni en el plano laboral ni en el personal. Ahora se dedica a deambular por la casa como si fuera una muerta viviente, sin apenas cruzar dos palabras con sus propias hijas. Lo mismo le sucede cuando camina por la calle o va a hacer la compra a la tienda. Solo hay una solución posible: el suicidio. Para ello, ya tiene una pistola y se ha encargado de cuidar los detalles de su entierro. Tan solo le falta encontrar la bala que sentenciará su trayectoria en este mundo y cerrar aquellos cabos sueltos que todavía quedan abiertos en torno a su persona. Precisamente esto supondrá un serio problema en el plazo que ella misma se ha otorgado para quitarse la vida, ya que el sistema burocrático administrativo no ostenta precisamente el premio a la celeridad…
Con Requiem por la Sra. J, film serbio que dirige y escribe Bojan Vuletić, no llega a quedar claro si es preferible reír o conmoverse. Ciertos detalles de la película invitan a pensar que lo que el cineasta balcánico nos ofrece en esta obra no es sino una especie de sátira de la sociedad contemporánea, donde las relaciones familiares se han deteriorado con el paso de las generaciones. El apego que probablemente la protagonista tenía hacia su marido no tiene nada que ver con la relación que mantiene con su pareja de hijas. La mayor de ellas no deja de recriminarle cosas y la pequeña se pasa el día enganchada al móvil. Junto a esto, el director también plantea la cuestión de hasta qué punto nos domina el trabajo, suponiendo en último término que el fin de esa relación laboral añada otra razón para no vivir. Se trata de una situación extrema, pero que bien pudiera suceder en la vida real porque los principales ingredientes quedan claramente identificados en el film.
Este aroma a humor que desprende una película de trasfondo en apariencia serio como Requiem por la Sra. J resulta todo un acierto a la hora de hacer funcionar la obra. Vuletić no ve necesario repasar los antecedentes del marido de la señora J, ni tampoco aquellos que le llevan a tomar la decisión de suicidarse, básicamente por ser obvios. Bastan tres escenas en el inicio de la película para que el film logre enganchar: la soledad que refleja la protagonista sentada en una silla con su pistola, mientras ve pasar frente a ella a las personas con las que comparte cobijo; el enigma que surge con su compra en la tienda y lo que hace después con ella; y el tono cómico que denota la secuencia donde la señora J busca cerrar los detalles de su entierro. La mayor parte de los 93 minutos de película tienen un matiz similar al de esta última escena mencionada, pero Vuletić consigue que en ningún momento podamos obviar el drama que se esconde detrás del relato y plantea varios pasajes que logran que nos cuestionemos si finalmente la protagonista se quitará la vida o no.
Todo ello convierte a Requiem por la Sra. J en una obra muy peculiar, con un toque personal que la hace ser merecedora de figurar en rincones cinematográficos como este Atlántida Film Fest. Es bastante sencillo quedar atrapado por lo que Vuletić propone, sobre todo porque su combinación de registros no es nada gratuita y responde exactamente a lo que la película parecía proponer en sus primeros compases. Eso sí, el tibio desenlace se aparta de la línea general de Requiem por la Sra. J y provoca que los cimientos del conjunto fílmico se tambaleen, sin desmerecer lo exhibido con anterioridad pero dejando la sensación de que Vuletić podría haber aprovechado mejor su interesante trabajo.