El amor es uno de los temas más bonitos a la par que engañosos que ha dado el cine. Seamos sinceros, hay películas románticas que retratan perfectamente lo que supone este sentimiento para el ser humano, pero hay otras, la mayoría, que describen el enamoramiento de una manera tan sumamente cursi que horroriza. Y no hablamos sólo de las típicas películas de índole adolescente, sino otras destinadas al público más talludito, al que se le presume no sólo más curtido en índoles sentimentales sino también en su bagaje cinematográfico.
Todo esto viene a cuento del estreno de Reencontrar el amor (Une rencontre en el original), película que dirige y escribe la francesa Lisa Azuelos, conocida sobre todo por sus dos obras de LOL (tanto la primigenia como el posterior remake estadounidense) y que cuenta aquí con la inestimable colaboración de dos buenos actores como son Sophie Marceau y François Cluzet. Sus respectivos personajes, Elsa y Pierre, se encuentran por casualidad en una fiesta de un amigo común e inmediatamente surge el flechazo entre ellos. Pero no todo es tan fácil, ya que ambos tienen hijos y en el caso de Pierre todavía tiene un matrimonio vivito y coleando (la propia Azuelos interpreta a la esposa de Pierre, llamada Anne), así que tendrán que decidirse entre dar un paso adelante en su relación o seguir cada uno fieles a sus vidas familiares.
Honestamente, la trama principal no está del todo mal pese a sus evidentes brechas. Es decir, hay que hacer un acto de imaginación bastante grande para que uno se crea la casualidad que envuelve a ambos personajes, ya que los encuentros imprevisibles se desarrollan continuamente. Pero el planteamiento de que un hombre harto de su vida familiar, pese a tener una mujer bastante íntegra y unos hijos maravillosos, caiga repentinamente enamorado de una mujer atractiva, no es tan descabellado. Menos aún si partimos del personaje de Elsa, divorciada y al cuidado de tres hijos con personalidades muy complicadas. Por este lado, pese a que no tiene pinta de ser una obra maestra del género, la película no desentona y logra mantenerse en pie.
Ahora bien, capítulo aparte merece el aspecto formal. Resulta difícil de comprender cómo se le pudo ocurrir a alguien (imaginamos que a la directora) el introducir cada dos por tres las típicas escenas del “¿qué hubiera pasado si…?”, maquilladas como si fueran en tiempo real y, lo que es sumamente peor, adornadas con un estilo a caballo entre el videoclip y el anuncio de perfumes más cutre que se pueda uno imaginar. El denominador común en todas ellas es una música de fondo que oscila entre algún tema mítico y otros bastante más pijoteros. A partir de ahí, el aspecto visual ofrece toda una pléyade de recursos: cámara lenta, pantalla partida, ochenta caretos de los protagonistas desperdigados en la pantalla e incluso el colmo de verlos besándose bajo la lluvia mientras la cámara da vueltas y vueltas alrededor de ellos, algo que marea y desquicia a partes iguales. Esta sensación de estar ante un comercial televisivo se refuerza aún más con el continuo product placement del que hace gala la obra, en particular con los productos tecnológicos de la compañía de la manzana que desfilan una y otra vez por la pantalla.
Una lástima que Reencontrar el amor sea tan deficiente en el aspecto estético, ya que de haber optado por un tono más serio y academicista en lo visual, probablemente estuviéramos hablando de una película decente para los fans del romance cinematográfico. Por desgracia, la empalagosidad que desprende la obra de Azuelos durante unas cuantas escenas rompe en pedazos cualquier atisbo de credibilidad que pudiera desprenderse de su guión, y condena al conjunto audiovisual a una mediocridad que hubiera sido fácil de evitar de haber estado menos influida por esta apariencia tan horriblemente chic.