Quisiera empezar reivindicando el uso de una palabra que, últimamente y vaya usted a saber el motivo, ha quedado denostada en el ámbito de la crítica cinematográfica. Una palabra que suele ser equiparada instantáneamente a eufemismo para decir que la película en cuestión no vale nada en términos puramente fílmicos. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, creo que es más que evidente ponerla de relieve. Sí, Red Cunt de Toti Baches, es un documental absolutamente necesario. Y lo es en tanto que mientras pervivan ciertas actitudes, ciertos tabúes injustificados, es necesario que se den tantos golpes sobre la mesa como sean precisos. Y si son didácticos y multiconceptuales en su enfoque poliédrico tanto mejor. Al fin y al cabo, nada mejor que la diversidad de perspectivas para abrir algunos cerrojos mentales ya sean culturales, ideológicos o mezcla de ellos.
En este sentido, el del enfoque, el film se puede dividir en dos planteamientos formales muy claros. Por un lado el que podríamos denominar documental estricto, de corte clásico, donde se abordan los temas a través de la imagen y la entrevista pertinente para enmarcar y contextualizar el asunto. Por otro encontramos un bloque de animación, de corte claramente infantil, que sirve no solo de introducción, sino que funciona casi pensando en orientar la temática hacia un público menor, para facilitar su comprensión. Una combinación que no acaba, bajo nuestro punto de vista, de cuajar del todo. El problema es quizás que hay un salto demasiado abrupto entre tonos ya que, aunque su parte adulta se trata de abordar desde un punto de vista, si no festivo, sí positivo, la complejidad de determinados aspectos choca demasiado con la sencillez de lo expuesto en la parte animada.
Quizás el punto fuerte de Red Cunt está no solo en visibilizar la problemática de la menstruación como tabú, sino plantear propuestas de diversa índole que van más allá de la mera denuncia. Cierto es que hay espacio para la necesaria reivindicación, pero también hay una voluntad de ir más allá, de no quedarse solo en la protesta y ofrecer alternativas. Un discurso este que es claramente propositivo y que nos indica que los pilares del cambio están en la exposición, la acción y la educación.
No obstante, y por poner un pero, hay algunos momentos en que da la sensación de que el documental entra en terrenos pantanosos en cuanto a la ejemplificación de la problemática a nivel masculino. Hay situaciones y anécdotas (algunas gratuitas, otras certeras) que parecen entrar en una dinámica de visión de túnel, donde hay una crítica que desmiente el didactismo en favor de una confrontación que puede que tenga que producirse inevitablemente pero que debería tener el mismo rigor que lo educativo y no quedarse en simple chascarrillo contra los “señoros”.
De todas maneras, es de agradecer que Toti Baches no incurra en la contradicción flagrante de querer romper tabúes y, en cambio, busque una imagen pacata del asunto. Red Cunt no se limita tan solo a hablar sino que muestra sin ambages, desarrollándose con la naturalidad propia de la menstruación, de la ‹genitalia› femenina, de los cuerpos en definitiva. Un film que puede que tenga problemas de tono, cierto, pero que atina plenamente en poner el asunto sobre el tapete en lo que podríamos denominar como una celebración de la menstruación (que no romantización) frente a la cerrazón del tópico, de la cultura del ocultamiento, de la visión unívoca masculina.