Aprovechando el estreno de Daaaaalí! recuperamos una de las obras menos reconocidas de Quentin Dupieux, Réalité. Una película esta que viene bastante al caso dado que, de alguna manera y siguiendo el estilo propio del director francés, entronca con su último estreno en nuestras pantallas (que no su última película). Entramos dentro de la idea del arte, del subconsciente y de una estructura de ‹matrioska› que, sin embargo, tampoco se ajusta del todo a un circuito cerrado de contenido comprendido en un círculo mayor.
Lo meta, en este caso en el mundo de la televisión y el cine, se centra en lo borroso de las líneas entre realidad y ficción, entre sueño y vigilia, entre un subconsciente que pelea por salir y sus consecuencias en la vida real. Como siempre, Dupieux parte de una situación cotidiana que entendemos como lo “real” para, pasados los minutos, ir desmoronando las barreras y crear una serie de situaciones donde los planos se entremezclan hasta no saber exactamente qué sucede. Nada grave, si atendemos a la filmografía de Dupieux, dando como siempre importancia al entendimiento del mensaje general por encima de una coherencia narrativa que ni está, ni se la espera ni, por supuesto, se busca.
No obstante, Réalité supone una especie de paso hacia adelante no tanto en los temas o en lo formal sino en la idea de dejar de lado la diversión de lo surrealista para dar un mensaje algo más profundo. En este sentido, el objetivo está más que conseguido. El problema es que en este híbrido entre el estilo del absurdo y la seriedad del discurso no consigue dar con el tono en ningún momento. Es evidente que no estamos ante una comedia en el sentido estricto del tema, pero no solo es que las situaciones nunca consiguen ser divertidas, sino que tampoco consiguen crear ese aire de desasosiego, de pesadilla en bucle que nunca acaba.
Sí, esta es cronológicamente hablando la película más oscura que Dupieux había filmado hasta ese momento. Detrás de lo surreal se adivina cierta negrura y una visión despiadada del mundo de lo artístico. Un film que sí, hiperboliza el absurdo, pero de alguna manera deja entrever que dentro del ambiente de lo audiovisual esta odisea malrollera no dista tanto de lo que el título indica: la realidad.
No obstante, como decíamos, la película se resiente de sus iteraciones. No se sienten como orgánicamente buscadas sino más bien como una idea bien planteada en lo conceptual pero que se agota rápidamente en su desarrollo. De esta manera podríamos considerar este film como un ejercicio de transición. Una búsqueda de nuevos frentes a explorar sin renunciar necesariamente a las señas de identidad propias. Un experimento no del todo exitoso que fue mal recibido en su momento y que, sin ser una obra especialmente recordada, cobra ahora una mayor relevancia al poder ser considerada como primera piedra de una nueva temática que quizás con Daaaaalí! (sin ser tampoco su mejor obra) llega al refinamiento y a los objetivos que Réalité sembró.