A finales de la década de 1950, hubo una especie de revolución en el mundo cinematográfico por la presencia de un movimiento francés conocido como la Nouvelle Vague (o Nueva Ola, en español) que tenía como característica principal romper la rigidez tradicional de la producción fílmica y establecer un aire de libertad creativa y técnica en la realización de una película.
Este criterio hizo, entre otros aspectos, que la generación de un filme no esté supeditado a altos costos de producción. El poseer una simple cámara y talento narrativo ya eran insumos para consolidar un estilo de cine que marcó huella en el Séptimo Arte. Muchos jóvenes realizadores franceses se vieron ilusionados con esta corriente y remaron hacia ella, uno de ellos fue Philippe Garrel.
Aunque Garrel fue un cineasta que nació con la Nouvelle Vague, su tendencia posterior se encaminó en romper con el esquema clásico e independizarse en su concepción cinematográfica. De este modo, avanzó en un proceso de creación artística unipersonal que se diferenció de los modos establecidos.
Fue así que el realizador galo, a lo largo de su trayectoria, ha venido presentando una serie de películas que se adentran en parámetros psicológicos de los individuos y que, sobre todo, muestran la cotidianidad en las relaciones personales con la presencia de conflictos y de infelicidad. Su estilo no posee muchos admiradores. Y es que el interés de Garrel parece estar en hacer lo que a él le gusta y no gustar a amplios públicos.
Salvaje Inocencia, estrenada en el 2001, es un buen ejemplo del cine de Philippe Garrel. Cuenta la historia de un director de cine, llamado Françoise, que busca un productor que financie una película que está empeñado en realizarla. No tiene el respaldo que busca, pero alguien se muestra dispuesto a colaborar con el dinero a cambio de que trafique drogas. De manera paralela, Françoise entabla una relación amorosa con Lucie, una joven actriz que estelarizará el anhelado filme el mismo que, irónicamente, trata sobre la influencia negativa de la adicción a los estupefacientes.
En su forma, la cinta está fotografiada en un atractivo blanco y negro. Para su rodaje se usó el tradicional celuloide, porque Garrel es enemigo de la tecnología digital. Al tratarse de un filme que trata sobre el rodaje de otro filme, el montaje realizado adquiere un especial significado en la emisión de los mensajes que aborden las consecuencias del consumo de drogas. Es así que, a través de simples efectos de cruce de tomas, se visibiliza las imágenes de la destrucción individual, tanto física como mentalmente, que ocasiona el consumo de sustancias prohibidas.
En su conjunto, el argumento de Salvaje Inocencia aborda, sin ahondar en detalles referenciales, una relación de pareja que ha surgido de manera casi espontánea entre Françoise y Louise, pese a que ella convive con alguien de quien se nota que tiene un problema emocional. Es en esta relación sentimental en donde Garrel enfoca algunas de sus temáticas fetiches, que encajan dentro de la esfera de lo existencial.
Trata de ser obvio en casi todo el contexto del filme y ahorrar así el empleo de contenidos que alteren un esquema narrativo preconcebido que tiene su peso en las actitudes y semblantes de sus personajes. De esta manera, con un par de tomas y sin diálogo alguno se puede delatar el sentir de los intérpretes: sus miedos, sus pesimismos o sus razones de vida.
Salvaje Inocencia es una película que está construida de manera esquemática y sin decibelios que alteren su ritmo lineal. Logra configurar un determinado escenario sobre las consecuencias de la drogadicción y del narcotráfico. Descubre a las víctimas de tramas arbitrarias que se han originado por las relaciones interpersonales que confluyen con aspiraciones individuales. Todo dentro de una telaraña perjudicial que ha sido tejida por las circunstancias de la vida y que ha encontrado en la debilidad, ambiciones o frustraciones al mejor caldo de cultivo para sustentarse.
La película es parte del singular arte cinematográfico que Garrel ha patentado para sí, y que ha logrado atraer a determinados espectadores y especialistas cinematográficos. No obstante, su estilo ha sido también cuestionado por otros sectores por la reiterada estilización de sus formas expresivas y el monótono ritmo secuencial que ha establecido en sus narraciones.
Para quienes deseen explorar, aunque sea por curiosidad, la concepción cinematográfica de Philippe Garrel, les será suficiente con visualizar este filme porque engloba al imaginario artístico que el singular director ha empleado en un amplio conjunto de su obra.
La pasión está también en el cine.