New Jersey. Suburbio. Pobreza. Familia desestructurada y joven luchando por sus sueños, concretamente por triunfar en la escena musical contra toda posibilidad plausible. Podríamos estar hablando tranquilamente de un ‹biopic› de Bruce Springsteen, pero ya para empezar Patti Cake$ juega a la subversión total de las expectativas porque, aunque la descripción del contexto es ajustada, la protagonista es una chica obesa, blanca y el estilo musical en el que quiere triunfar es el rap.
A partir de aquí, siguiendo la estela de su subversiva protagonista, el film transita en lo formal por terrenos donde se combina el realismo sucio de los lugares por los que se mueve Patti con lo alucinado y videoclipero en que se ilustran sus sueños y ambiciones. Un contraste que forzosamente busca no solo diferenciar vida real con aspiración legítima sino que nos habla de alguna manera de que también hay un contraste en la propia Patti. Una máscara de dureza y cinismo mascachicle que oculta una ingenuidad y ternura siempre disimulada para no ser confundida con debilidad.
En este periplo, el film de Geremy Jasper nos ofrece una serie de situaciones que oscilan entre el drama costumbrista y el humor negro, apoyándose en conversaciones afiladas, rap contundente, exposición de personajes de impacto inmediato y una pizca de denuncia subtextual al respecto de la falsedad del oropel y de los falsos profetas del mismo.
Sin embargo, Patti Cake$, aunque empática y de fácil digestión, adolece de una tendencia demasiado evidente por el gusto por el cliché. Situaciones, desarrollo, estructura y personajes no son más que leves variaciones, adaptadas a la situación concreta, de películas que ya hemos visto anteriormente al respecto de la lucha por conseguir el éxito desde la nada. Como si, de alguna manera, a pesar del cariño que desprende el metraje, no hubiera mayor interés por profundizar o ir un paso más allá en la configuración del film.
En este sentido, no deja de ser paradójico que ante una cierta reivindicación ‹soft› del ‹girl power› o del vive como quieras, haya una visión tan heteronormativa del asunto. Al fin y al cabo cuando Patti parece estancarse en su recorrido es debido a una presencia femenina materna castradora y solo emprende la marcha con decisión gracias a la compañía masculina. Incluso no puede faltar la historia de amor correspondiente, claro ésta disfrazadita de amor entre marginados.
A pesar de esto y de que no falte el facilón acto de reconciliación materno-filial, Patti Cake$ consigue matizar en cierto modo el significado de éxito y triunfo al ofrecer un desenlace más ajustado a la realidad sucia propuesta de entrada y no dejarse llevar por la corriente optimista-naíf que se produce en el crescendo argumental. Resumiendo, Patti Cake$ puede resultar una experiencia disfrutable, simpática al visionado, pero que deja constancia, por desgracia, de una propensión a la solución fácil que lastra la posibilidad, intuida entre fotogramas, de ir mucho más allá. No se trata de exigir dureza gratuita ni de entrar en terrenos de cine más social, pero quizás sí comprometerse algo más con un personaje que demanda no solo afecto, sino también perspectiva y algo más de profundidad más allá de la empatía superficial que desprende.