Párvulos: Hijos del Apocalipsis (Isaac Ezbán)

El ‹mondo zombie› continúa encontrando ramificaciones allí donde se precie, e indagar en la pérdida de la inocencia desde una suerte de fábula post-apocalíptica parecía, en manos de un cineasta como Isaac Ezbán, una idea cuanto menos provechosa, o dispuesta para que el mexicano armase uno de esos imaginarios tan fértiles que ya habia explorado desde el fantástico en films como El incidente o Los parecidos, alejándose de su primera y fallida incursión en los efluvios del terror con Mal de ojo, que si bien intentaba regenerar terrenos ya conocidos —en aquella ocasión con forma de cuento macabro—, terminaba resultando del todo infructuosa.

No se puede decir que Párvulos: Hijos del Apocalipsis corra la misma suerte que su predecesora, en especial por cómo es capaz de reflotar determinados segmentos de la narración en base a estímulos quizá prototípicos, pero en el fondo de lo más efectivos. No obstante, sí se puede achacar a su nuevo largometraje una serie de ideas que no dejan de ser (re)formulaciones de aquello conocido bajo un tamiz visual de lo más sugerente que tampoco aporta mucho más allá de ciertas pinceladas y matices —como el modo de ensalzar esa memoria/recuerdo en base a una acertada aplicación de color saturado a determinadas partes de algunos fotogramas—. Pongamos como ejemplo la “domesticación” de esos zombis —o infectados— que los dos hermanos ocultan en el sótano de la casa donde viven, una idea ya planteada y explorada por George A. Romero en su célebre El día de los muertos, a la que si bien se le suma el filtro de lo familiar y afectivo, no posee mucho más incentivo que volver sobre lo ya visto para proyectar una concepción en otro plano que tampoco encuentra el efecto deseado —en este caso, potenciar el lado emocional del asunto—.

No obstante, y pese a la asunción de esa serie de planteamientos trillados, cabe destacar que su funcionamiento como pieza de genero gana enteros cuando se desata, apelando a los instintos mas elementales y concediendo alguna secuencia que no por esperada deja de poseer la fuerza que en ocasiones le falta al conjunto. Y es que narrativamente, el nuevo trabajo de Ezbán muestra una tibieza impropia de su cine, y toda esa exploración de lazos afectivos que debería servir para llevar al film a nuevos estratos, se siente un tanto lánguida, carente de energía pese al empeño de su inexperimentado elenco central; pero también cabe destacar en su favor que la amalgama de tonos de la que se sirve el cineasta incide en esa extraña mezcla sobreviniendo la sensación de estar ante una ‹rara avis›, una pieza que si bien no siempre funciona del mejor modo, cuanto menos intenta transitar otras sendas, tomando incluso decisiones que huyen de lo acomodaticio —como el destino de esa visita que recibirá el trío protagonista—. No es que ello ‹per se› suponga ni mucho menos una virtud, pero confiere a Párvulos: Hijos del Apocalipsis el espíritu necesario como para que sus distintos esfuerzos no deriven en una película fallida, sino en una singular aportación desde la que continuar tendiendo puentes que se antojan de lo más necesarios, que la conjunción de ‹coming of age› —donde destaca particularmente su forma de preservar la mirada del más pequeño de los hermanos pese a la situación ante la que se encuentran—, terror y thriller —espacio en el que quizá aprovecha mejor sus alicientes, en especial con la aparición del personaje de Noé Hernández— encuentra en un mundo dominado por el gobierno del miedo: aquel propiciado más por lo conocido (credos y doctrinas) que por lo puramente desconocido (ese virus que lo aboca todo al apocalipsis de su título).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *