El presente en blanco y negro
Al conectar el memorable inicio de Manhattan (Woody Allen, 1979) con los planos aéreos de París rodados en un hipnótico blanco y negro con los que Jacques Audiard abre París, Distrito 13, desvelamos no solo un mero parecido visual, sino también algo de la naturaleza de la nueva película del cineasta francés. En sus distintas aperturas, las dos cintas mantienen puntos en común, pero estos quedan resignificados a través de aquellos elementos dispares, otorgando un valor completamente diferente al conjunto de imágenes de cada introducción. Por ejemplo, mientras Rhapsody in Blue de George Gershwin acompañaba las imágenes melancólicas de Allen a ritmo de jazz festivo, la música electrónica de Rone es la encargada de disparar una París monocroma hacia un futuro incierto. Porque el nuevo filme de Audiard, más que dialogar con un pasado cinematográfico, es un retrato de la inestabilidad de nuestro presente filtrado por la mirada de un cineasta capaz de abrazar formas estéticas recientes sin rehuir de una imagen más tradicional.
Las vidas de tres personajes distintos quedan entrelazadas con una fluidez narrativa inusual en este tipo de historias corales. Partiendo de tres relatos de Adrian Tomine, se compone un guion sólido donde cada personaje es construido desde sus defectos, es decir, huyendo de la idealización banal para mostrarlos como lo que realmente son: personas arrogantes, egoístas, superficiales, pedantes, ingenuas… En todos ellos, sin embargo, hallamos un rasgo común: el intento por desanclarse de un pasado traumático. Camille (Makita Samba) arrastra el dolor por la reciente pérdida de su madre; Nora (una Noémie Merlant espléndida) se siente insatisfecha con su vida sexual, seguramente debido a las relaciones que mantuvo con su tío cuando ella era menor; Émilie (Lucie Zhang), alejada de su cultura, se siente culpable por no visitar más a su abuela en su residencia. A lo largo de la película cada trauma va emergiendo paulatinamente y es la sutileza con la que Audiard señala el efecto que produce en sus personajes aquello que los intensifica hasta lograr picos de emoción verdaderamente intensa, pero no evidente.
De esta manera, el derrumbamiento emocional de cada personaje surge como una confidencia, el desahogo sincero de individuos incapaces de reconciliar la fugacidad de su presente con las problemáticas de su pasado. Es así como Audiard filma momentos tan desgarradores como el de Camille rompiendo a llorar desconsoladamente al verse incapaz de plegar la silla de ruedas de su difunta madre.
No obstante, aunque el entrelazamiento de tramas funciona orgánicamente, Audiard no se separa de algunos de sus tics autorales más cuestionables, entorpeciendo el desarrollo formal del filme. Si bien la congregación de una imagen pulida en blanco y negro con las texturas pixeladas de dispositivos digitales captura inteligentemente una contemporaneidad líquida —véanse las videollamadas que se producen entre diferentes personajes—, la incapacidad de Audiard para desmarcarse de sus característicos paréntesis de índole onírica —instantes donde subraya innecesariamente las emociones de sus personajes introduciendo primeros planos saturados de luz o imágenes borrosas y ambiguas que pretenden evocar una cierta sensación de ensoñación— lo distancian formalmente de la sencillez que requiere la historia.
Así pues, la reiteración de esta clase de recursos impostados —los cuales, cabe decir, en otras ocasiones le han funcionado maravillosamente al director— impiden elevar la combinación de las ideas abordadas más arriba, haciendo de París, Distrito 13 un título no muy destacable en la filmografía de Jacques Audiard, pero funcional en su totalidad.
Que reseña más pretenciosa y a la vez superficial. Pero, sobre todo, me llamó la atención esta oración : «Émilie (Lucie Zhang), alejada de su cultura y su país». Émilie es segunda generación de inmigrantes, es francesa. Ya no estamos para comentarios racistas ni para reseñas que no hacen la menor investigación de lo que hablan. Les Olympiades es un área del distrito 15 de París que es una de las zonas más diversas de la ciudad,en especial población asiática.
Estaba esperando que Ramón Rey haga una reseña de esta película porque leí que la había visto en un festival.
En cambio, obtenemos una reseña que no dice nada pero tiene tiempo para lanzar racismo casual. 😑🙄😒