Presentado hace poco más de un mes en el prestigioso Sheffield Doc/Fest, Out (primer largometraje como director del francés Denis Parrot) se erige como un grito rabioso, de liberación y reivindicación, pero también como un documento imprescindible para entender cómo, aún en un momento de supuesta mejora en la recepción social del colectivo LGTB, “salir del armario” supone en muchas ocasiones un salto al vacío sin red. Parrot se aprovecha de la democratización que ha vivido el acto comunicativo gracias a internet para explotar en su documental la vertiente ‹do it yourself›. Así, asistimos, en la mayoría de relatos, a filmaciones caseras grabadas por los propios protagonistas en las que presenciamos ese momento único, dramático y liberador en el que dan un paso adelante que cambiará sus vidas.
El formato casero del documental es el adecuado desde el momento en el cual es capaz de proporcionar un verismo sin igual a cada una de sus narraciones, pudiendo provocar con notoria facilidad dosis altas de empatía que os harán soltar alguna que otra lagrimilla. Con este crisol de personas entre las manos, Parrot se limita a dar voz absoluta a ese conjunto de historias que, aún siendo relatadas por unos individuos determinados, se sienten universales. Aún con la brevedad de la propuesta (apenas 64 minutos de metraje), tendremos la ocasión de asistir ante una docena de testimonios millennials que abren valientemente su corazón a sus padres ante el mundo entero. Las ideas que transmiten son profundas y en ellas subyace el discurso de alguien que sabe bien lo que significa la palabra derrota. El autoodio al no comprender qué les hace diferentes o porqué no ser heterosexual está mal visto impulsa a muchos de ellos a intentar quitarse la vida. Su única reivindicación es que les dejen ser libres, que no les juzguen, que lo que les mueve es el amor y que esa es su forma personal de entenderlo. Muchos cuentan que rezaban por las noches para que a la mañana siguiente pudieran ser normales. Parece mentira que haya que seguir luchando por esto.
Parrot pone en pantalla a gais, lesbianas, bisexuales y transexuales intentando hallar las palabras en uno de los momentos más trascendentales de sus vidas. Y por supuesto, nos encontraremos con la deseada comprensión de unos padres tolerantes y abiertos, pero también presenciaremos con horror el repudio de otras familias que no entienden o no quieren entender que miembros de su propia familia puedan tener inquietudes sexuales o amorosas “fuera de lo normal”. En ese sentido, no es difícil encontrar en el documental reacciones recalcitrantes y dignas de todo buen cuñado cuando una madre le espeta a su hija que tiene muchos amigos homosexuales, pero que no acepta ese estilo de vida dentro de su estructura familiar. Sin duda un documental con el cual es difícil resistir emociones como la rabia o la frustración, pero que nos ofrece también la esperanza de pensar que las futuras generaciones serán más abiertas y comprensivas con una situación que ni siquiera debería ser motivo de debate en una sociedad sana y moderna.
Me gustaría terminar aplaudiendo hasta sangrar a uno de los testimonios (a todos en general), un chico ruso que explica: «no salimos del armario para que la gente heterosexual, religiosa o la gente que nos odia lo sepan. Gritamos y hacemos el máximo ruido posible para que otras personas como nosotros, que tienen miedo y no pueden ser ellas mismas, sepan que no son un error, que no están solos. Salimos del armario porque queremos mostrar a las personas LGTB que también podemos vivir una vida normal, ser queridos y aceptados». Out es, pues, un documental necesario, en cierta manera pionero, y que ayuda a dar visibilidad al colectivo LGTB y a todas aquellas personas que aún no han dado el paso para salir del armario para que, por fin, puedan ser ellas mismas, libres y empoderadas.