Nuts! No es una biopic al uso. Algo que deberíamos considerar como normal teniendo en cuenta que el personaje retratado, el Dr. John Brinkley, es cuanto menos peculiar. Así pues el film de Penny Lane, aun siendo documental, se mueve constantemente entre formatos (animación, collage, intertítulos) consiguiendo dotar de cierto de aire de irrealidad al conjunto, haciendo que el espectador deba (como ha sido el caso del que escribe estas palabras) buscar información sobre Brinkley e indagar si realmente es cierto todo lo que se explica en el film.
¿Realidad o ficción? Pues a pesar de que John Ford dijera aquello de que entrar contar la verdad y la leyenda uno debe contar la leyenda, todo lo narrado en Nuts! es rigurosamente cierto. Sin embargo los asuntos tratados son de tal índole que más bien parece que estuviéramos en el terreno de lo legendario, o como mínimo, de lo hiperbólico. Y es que John Brinkley representa una cierta forma de ese mito tan valorado en USA como el del ‹self-made man›. Un hombre que aparentemente encarna las virtudes del ‹entrepreneur› pero que acaba siendo una visión deformada y grotesca del mismo.
Brinkley, no deja de ser un estafador y al mismo tiempo un superviviente. Sus métodos médicos, sus trasplantes de gónadas de cabras para curar la impotencia, su afición a la radiofonía o sus ansias de acceder al poder político le convierten en un timador, o un populista que se dice hoy día, pero también en víctima de su popularidad y objeto de envidias y persecución.
Por ello Penny Lane muestra en su film una animación serpenteante, que se mueve al compás de los tiempos vividos por el protagonista y por sus estados de ánimo. Desde un blanco y negro grisáceo hasta explosiones de color puntuales, todo orbita de forma casi expresionista alrededor de nuestro personaje. Es en este sentido, aun siendo un documental narrativo que incluye momentos clásicos en formato entrevista, estamos ante un intento de hacer que el formato por si solo enmarque, puntúe y de contexto a la historia.
En el fondo Nuts! no tiene vocación de objetivizar sino de hacer una aproximación al personaje más bien cariñosa. No se trata en absoluta de sacralizarlo, ni tan siquiera de ocultar sus múltiples delitos sino que, dado que este lado oscuro está más que documentado, dar un cierto crédito al lado utópico, idealista del Doctor. Para ello no se duda en convertir el minimalismo en trazo grueso a la hora de retratar a sus adversarios, por más que estos estuvieran desenmascarando la verdad de la trampa del protagonista.
En definitiva pues, Nuts! no deja de ser un producto que casi parece un retrato metafórico de su biografiado. Imperfecto, un tanto tramposo, pero a la vez entrañable, carismático, delicado y respetuoso hasta casi el mimo con su temática, sus personajes y sus entrevistados. Lo mejor es que posiblemente dado el timing de su producción, acaba siendo un alegato político involuntario contra los peligros del populismo, de los charlatanes con carisma. Sí, no es difícil asociar ciertos aspectos del Dr. John Brinkley con cierto presidente de los USA y por ello Nuts! realza su valor fílmico. Ni que sea como documento de prevención.