David es un joven procedente de la pequeña localidad de Chappaqua, fundada por cuáqueros, que poco a poco va interesándose más por la escritura y las corrientes artísticas que inundan la ciudad de Nueva York. Al no disponer de empleo estable, su amigo Todd le ofrece unirse a una investigación que está llevando a cabo sobre la figura de Stephen Taubes, un personaje de agresivas ideas político-filosóficas. Sin embargo, todo cambia cuando un día David desaparece sin dejar aparente rastro. Su novia, Todd y algún otro personaje que se les unirá posteriormente, comienzan entonces a tratar de seguir la pista de David allá por donde este pueda haber encaminado sus pasos. A través de turbios escritos, una postal desde Milán, vídeos caseros sin aparente propósito, desayunos a medio terminar y algún que otro reproche por lo que la pareja de Todd considera “una pérdida de tiempo”, los colegas de David tratan de resolver un rompecabezas en el que parecen faltar más de la mitad de las piezas.
En efecto, el cineasta estadounidense Ricky D’Ambrose pone en práctica con Notes on an Appearance un estilo narrativo que constriñe el relato en los aspectos puramente audiovisuales, hecho que parece contraponerse con un guion más sosegado de lo que realmente puede dar la impresión. D’Ambrose propone narrar la historia de David y Todd echando mano de secuencias deconstruidas mediante cosas que en otro contexto resultarían nimias, en especial a través de objetos, recortes de periódico o las ya mencionadas cintas caseras, con el objeto de cimentar una base de intriga mediante la que impulsar la posterior desaparición del protagonista. Es esta continua aparición de nuevas ideas lo que tiene la capacidad de hacer vibrar un estilo de dirección en el que alguno ya ha anticipado ciertos ecos de Bresson, y que se complementa con unos diálogos que progresivamente adquieren cierto tono de agresividad. Cabe reseñar que el vuelco definitivo llega tras la escena de una charla literaria que se convierte en, probablemente, la secuencia más llamativa de la cinta.
Con el paso de los minutos, una característica se va palpando de manera cada vez más clara en el film. Notes on an Appearance estimula más por las mencionadas decisiones de D’Ambrose a la hora de nutrir la obra de escenas y documentos que incentiven la intriga que verdaderamente por la intriga en sí misma. No importa del todo dónde se ha metido David, sino ese hilo de confusión que se cierne en torno a su figura. Si bien esta circunstancia dota de más valor a la película, no es menos cierto que sacrificar el fin por los medios también lleva aparejado un peaje que se traduce en, precisamente, la falta de valor añadido que impulse el interés por lo que está por venir en las siguientes escenas. La escasa duración de la obra (una hora, al borde del mediometraje) hace que esto no sea un problema letal, pero desde luego aleja al título de constituirse como un trabajo redondo.
No es sencillo calificar la propuesta de D’Ambrose dentro de las pretensiones que Notes on an Appearance pudiera tener con su concepción. Es verdad que la reseñada predilección por la forma en detrimento del fondo bien pudiera ostentar un eco de grandilocuencia por parte de su director, pero el desarrollo de la cinta no invita a pensar en este sentido. Más al contrario, el hecho de lograr una red de pequeño suspense como la que D’Ambrose teje en el film, teniendo en cuenta las pocas herramientas narrativas que saca a la luz (Chappaqua, la postal de Milán, una habitación, Taubes y poco más) dotan de muchísimo mérito a la propuesta que el realizador efectúa en esta ocasión.