Una de las líneas temáticas que se pueden trazar en la filmografía de Noah Baumbach a partir de Historia de un matrimonio (Marriage Story, 2019) tiene que ver inequívocamente con un interés recurrente del cineasta por la naturaleza del amor y todo lo que mediatiza las relaciones afectivas. Empezando por Mistress America (2015), donde aparecían los mecanismos de una reconstrucción familiar en la que Lola Kirke tomaba a Greta Gerwig como hermana por parte de la nueva esposa de su padre. Si en su penúltima película hablaba de cómo termina, en Frances Ha (2012) exploraba la idea de la búsqueda y la necesidad de sentir el romance con su peculiar protagonista. En Una historia de Brooklyn (The Squid and the Whale , 2005) la separación de los padres del adolescente eran el motor principal del relato. Sin salir de Nueva York, en los años noventa encontramos a un Baumbach formando su identidad como cineasta en una de las primeras películas de su trayectoria, Mr. Celos (Mr. Jealousy, 1997). En ella, una pareja de amigos presentan a Lester (Eric Stoltz) a la mujer con la que comienza una relación, llamada Ramona (Annabella Sciorra). A partir de sus altibajos, vemos como las inseguridades de Lester por sus experiencias anteriores parecen condenar este idilio a un final fatídico, con un buen puñado de equívocos, celos y engaños de por medio.
Una voz en ‹off› de narrador a lo Jules y Jim (Jules et Jim, François Truffaut, 1962) realiza un metacomentario a lo largo del metraje sobre las motivaciones de los personajes del relato, introduciendo un tono literario a las aventuras de unos profesionales liberales, cultos y preparados con expectativas altas para sus carreras. La presencia de Chris Eigeman como el ex de Ramona y escritor de prestigio Dashiell hace explícita la relación del universo en que habitan estos individuos —que acuden a galerías de arte y trabajan en ellas, asisten a proyecciones de cine de autor y clásico, planean escribir libros y ser profesores universitarios— con Metropolitan (Whit Stillman, 1990). El esnobismo y las aspiraciones socioeconómicas se mezclan con la imposibilidad de estas personas de aceptar que los compromisos sentimentales no se basan en lo racional ni en algo planificado, que evolucionan cada día por la simple actitud de uno hacia la otra persona. La obsesión de Lester por el historial amoroso de Ramona le devuelve a sus años de colegio, cuando empezó su trauma por las traiciones que experimentó en su vida. Su interés por acudir a una terapia de grupo coordinada por el psicólogo que interpreta Peter Bogdanovich lanza la narración a abrazar los recursos más típicos de la comedia de enredo, la ‹screwball› que tan bien homenajea el propio Bogdanovich en largometrajes como ¿Qué me pasa, doctor? (What’s Up, Doc?, 1972).
Los diálogos son la base del filme, con una cámara que reposa su mirada con zoom sobre los personajes y sus soliloquios, en ocasiones de manera muy agresiva para subrayar el tono del discurso desde los planos medios. En otras, completamente rendida a la carga emocionalmente honesta de las palabras de los pacientes del terapeuta, donde salen a relucir las ambigüedades de las relaciones, la hipocresía y la responsabilidad emocional que cada uno debemos soportar sobre nuestros propios actos y para con los de los demás. Aparecen también los planos de iris para resaltar detalles en las composiciones que intensifican una perspectiva romántica e idealizada del amor, que nunca se pierde del todo en el filme —a pesar del cinismo que exudan sus personajes en sus intercambios irónicos en muchas ocasiones—. El último plano de la película muestra unas manos que se toman la una a la otra, en un plano de iris, que evoca al final de la reciente Los amores de Anaïs de Charline Bourgeois-Tacquet.
Entre cierto distanciamiento que vincula la cinta con los trabajos de Hal Hartley, también se puede vislumbrar una mirada benévola y condescendiente hacia sus propios personajes. Lester llega a ser un celoso patológico, a mentir y echarle en cara a Ramona hasta su comportamiento tan abierto hacia él desde la primera cita con tal de degradarla. Sin embargo, Ramona puede también tener un problema para mantener su fidelidad afrontando la infinidad de cabos sueltos de su pasado. Como bien dice el amigo de Lester, Vince (Carlos Jacott), el verdadero amor desafía cualquier definición, se trata de un misterio que la película no intenta desentrañar y del que Baumbach tampoco pretende dar respuestas. Ni de las dudas, los miedos y las contradicciones, de los aspectos más oscuros y luminosos que pueden corromper miserablemente o ennoblecer hasta lo sublime nuestros corazones.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.