Parece complejo hablar sobre la conversación de otros que surge tras ver una película. Pero es agradable meter la zarpa de intrusismo y divagar sobre las experiencias de otros que son esclavos de un guión. Es aquí donde entra en juego No es una película de vaqueros.
Pocas cosas existen más francas que la lógica adolescente, pese a que ellos sean los que ven el mundo más complicado que nadie hasta que la tortura acaba cuando se proclaman adultos. Es lo que exprime el director, Benjamin Parent, en el cortometraje donde a través de un muro nos sumergimos en dos baños y una vez en su interior, en dos conversaciones no tan inocentes aunque muy poco influenciadas por el desgaste de la vida.
La tan exitosa Brokeback Mountain de Ang Lee es el tema de conversación con el que nos sorprenden los muchachos, con una visión limpia de los sentimientos y acciones que afectan a los protagonistas. La película les da tema para hablar de todo aquello que removió su curiosidad la noche anterior, y nos permite ver cómo hablan, qué les mueve para comportarse de un modo determinado, sus afirmaciones y negativas más ocurrentes , su lugar en el mundo y el de los que les rodean, en definitiva, las inquietudes menos manipuladas que pueden extraer de una película cualquiera, aunque esta tenga nombre propio.
Estos jóvenes nos invitan, sin saberlo, a ver su intimidad, que se respalda con las confidencias que todos hemos hecho alguna vez en un baño y refuerza la complicidad entre los chicos, los lazos entre las chicas y todo por dos tipos que iban a menudo de pesca y no tenían por costumbre hablar con esta sinceridad.
Tenemos una charla sincera y casual, donde ellos se sorprenden con ingenuidad con el modo de enfrentarse a su problema esos tipos duros, y ellas van (como siempre) un poco más allá utilizando la película como excusa para profundizar en otros temas que alimenten su curiosidad. Uno habla, otro escucha, luego replica y volvemos a empezar. Todo viene rodado para que en unos minutos todas las emociones posibles se presenten en pantalla y logran dar una nueva perspectiva con la que afrontar las neuras de Ang Lee y las ideas de estos jóvenes. Para qué manipular con artificialidad si esta no es una película de vaqueros al uso.