El norte de Europa, y más concretamente Noruega, se ha visto reforzado a partir de la pasada década por una oleada de películas que han revitalizado y mantenido la estela de los códigos de género en films de culto de los 70’s y 80’s que provenían principalmente de Estados Unidos.
El terror psicológico y el ‹slasher› han sido, desde siempre, fuentes inagotables de historias que, manteniendo un esquema estructural base, se han servido de un sinfín de elementos técnicos y narrativos para hacer tan distintivos estos géneros. La traslación del punto de vista del relato en los ojos de psicópata, las atmósferas tenebristas y sobrecogedoras, el empleo de un maquillaje expresionista y la tensión creciente y epiléptica son algunas de las constantes que tratan de revitalizarse década tras década sin perder de vista la fuente original.
La renovación nórdica de este terror psicológico se da lugar en esta cinta que no pasó inadvertida allá por 2005 ni dejó indiferente a nadie: Next Door. Dirigida por Pal Sletaune, que 8 años antes había dirigido un hilarante thriller cómico llamado El cartero entra sin llamar, Next Door es el paradigma de película de terror moderno europeo: comienzo muy contemplativo y de ritmo subyugante, fuerte segunda parte donde las variables entran en escena de forma rápida y sorpresiva y desenlace que provoca contradicción por la arbitrariedad conclusiva y los cabos sueltos que deja atrás. Se me viene a la mente, por ejemplo, Alta tensión de Alexandre Aja.
Lo destacado de esta película es que el narrador se nos sitúa en una focalización primaria, con lo cual el espectador conoce exactamente lo mismo que el personaje principal y solo descubrimos aquello que el susodicho va descubriendo dentro de su mente. También es de agradecer la perfecta comunión del conglomerado visual puesto al servicio de la historia que se nos cuenta.
Muchas películas de terror utilizan florituras visuales de montaje carentes de significado. Pero en este caso el aspecto y la atmósfera son cruciales para el punto de vista de la película y, en última instancia, de su significado. La locura es representada por acumulación y efecto de choque entre las inseguridades, las fobias, las represiones primarias como el depravado deseo sexual y la contradictoria psicopatología de la doble personalidad.
Relato enigmático, claustrofóbico y circular cuya escenografía abre dos vías interconectadas en clave de apariencias e intimidades. Sletaune juega al cubo de Rubik con sus componentes inverosímiles y su perspectiva de crisis personal se convierte en una visceral declaración somática de proyección física de los dolores del alma y el tormento de la culpa.
La malintencionada sordidez y su valentía expositiva se contextualiza coherentemente con una puesta en escena hipertrofiada e insinuante, una fotografía fría y una narrativa hiperactiva, crispada y, a su vez, contemplativa y relamida, haciendo de sus contrastes el pretendido enrarecimiento atmosférico que cruza los dos tercios finales de la película. Planteamiento que funciona no tanto como alegoría referencial sino como metáfora enferma de un psicologismo frenético que circula bajo la recepción de unas imágenes inquietantes y soterradas.
Un título, en definitiva, con cierto interés a la reivindicación, a pesar de su tendencia a la sobreexposición argumental final y el efecto de giro tan lamentablemente necesario en los circuitos independientes europeos que provocará, entre los no conversos, el despropósito y el rutinario aroma del atajo trillado y manido.
A pesar de ello, destaco la película por su implicación en la conmoción del pesimismo exhibido, que simplifica un interesante catálogo de variedades introspectivas si se es capaz de pasar por alto sus recursos más gratuitos y aceptar el pacto de inmolación expresiva.
Se disfruta mucho más con total o parcial virginidad informativa. Aunque quizás esta advertencia quede, en este punto del viaje, un tanto tardía.
Excelente crítica en mi opinión. Combinas un refinado y perfeccionado lenguaje culto e impoluto con un excelente ritmo de narración y una suave pero aguda crítica apartado a apartado con introducción y conclusión incluidas. Sin hacerse largo gracias a su calculada longitud, el texto abarca lo más fundamental del film y lo envuelve con papel de regalo para el lector, que concluye la reseña satisfecho con lo expuesto y con una idea general de lo que trata el largometraje, pero todavía virgen respecto a los contenidos del mismo, preparado para un primer viaje a través del interior de sus entrañas en caso de querer embarcarse en el visionado. Sobresaliente trabajo.
Respecto a la opinión de la crítica, a falta de una nota final que resumiese con un único digito tu valoración más resumida acerca del film (suelo echar de menos la valoración final sobre diez) debo reconocer que no estoy de acuerdo en muchas de las cosas expuestas. Sin extenderme al respecto, para mí «Next Door» cumplió totalmente con el dicho de «mucho ruido y pocas nueces». Era un enorme conglomerado de superposiciones en la trama que por sí solas no significaban absolutamente nada y que en conjunto formaban un todo muy básico, superficial y tramposamente desarrollado. La típica historia que podría haber colado en una peli completamente serie B y que al final tiene una mejor suerte y sale en un proyecto más serio, consiguiendo disfrazar de sofisticada y variable trama un guión sin alcance real, quizás incluso algo predecible en algunos de sus giros. Es llevadera, consigue entretener y desde luego no es una clase de cine que pueda verse todos los días, pero en esos tres factores resumiría sus principales virtudes, siendo por lo demás muy «del montón». Hablamos del montón noruego, por supuesto.
Por cierto, pequeña errata sin importancia que sin embargo me tomo la libertad de resaltar: el nombre del director se escribe Pål, no Pal. Por lo demás, como ya he mencionado, ortográficamente perfecto. Muy buen trabajo, espero que la próxima crítica sea igual de buena. ¡Un saludo!