Con la urgencia de una catástrofe como la pandemia del COVID-19, un buen puñado de cineastas han introducido en sus obras las circunstancias de un contexto fluido y cambiante por momentos. Un contexto que también ha conectado globalmente a la humanidad en demostraciones colectivas, políticas de prevención y situaciones de aislamiento en las que resulta imposible no verse reflejado. Incluso en propuestas diseñadas para el mero espectáculo metacinematográfico como La burbuja (The Bubble, Judd Apatow, 2022), en ejercicios de género enmarcados en el ‹techno-thriller› como Kimi (Steven Soderbergh, 2022) o en el terror de pantallas como Host (Rob Savage, 2020) el elemento esencial de la naturaleza humana y la dimensión individual resultan indispensables para la construcción del relato. New Strains (Artemis Shaw, Prashanth Kamalakanthan, 2023) lleva ahora las formas de la narración pandémica a los códigos del ‹mumblecore›, siguiendo a sus dos protagonistas, Kallia y Ram, mientras pasan unas vacaciones en Nueva York, alojados en una casa prestada por el tío de la primera. Ese es el momento en el que se imponen las primeras medidas de confinamiento contra una enfermedad que no es exactamente la que conocemos, que provoca otros síntomas como la pérdida de memoria y un estado de regresión a la infancia.
Las peculiaridades de su relación y de ellos mismos en la convivencia y cómo afrontan las extraordinarias circunstancias son el motor de una cinta rodada en Hi8, que proporciona a sus imágenes la peculiar textura del formato de video analógico. El reconocible grano, la relación de aspecto 4:3 y los característicos defectos visuales y de corte en su montaje —en un argumento que juega con elementos de ciencia ficción minimalista—, por un lado proveen de un extraordinario realismo a su aparato formal y, por otro, crea un distanciamiento que genera una efectiva construcción del elemento fantástico a partir de momentos cotidianos tanto dentro del apartamento como fuera (ir a por alimentos a la tienda, dar un paseo en ciertas horas, ejercitarse en la azotea del edificio en compañía por videoconferencia, observar simplemente el mundo colapsando a través de sus ventanas, los aplausos al personal sanitario). Se enlazan así los días en un continuo que revela las vulnerabilidades de la pareja, sus fricciones e incompatibilidades. La cámara, de manera sigilosa y colocada en lugares estratégicos gracias a su pequeño tamaño, capta instantes, reacciones y gestos compartiendo un baño, obsesionándose por la desinfección y la limpieza, pero también preocupándose por el posible distanciamiento emocional que emerge en un espacio tan delimitado y reducido para sus movimientos.
Esto supone el principal eje del filme, el contraste entre ese distanciamiento emocional y el social a través de las barreras físicas. Mientras Kallia se sienta a dos metros de un conocido en un banco en la calle, surge una complicidad que parece inalcanzable para Ram compartiendo vida junto a ella. Las pesadillas y los temores también surgen en ellos, añadiendo gradualmente una tensión que les incomoda cada vez más, expresada a través de sus ingeniosos diálogos con elementos de improvisación. Las sospechas de contagio de uno u otro, los comportamientos histéricos y exagerados, añaden una carga irónica y dejan al espectador la decisión de entender su infantil y extraña conducta en determinados instantes como algo inherente a su opresiva situación o a que exhiben los síntomas de una de las nuevas cepas que dan título a la producción. Con un tono que bascula entre la comedia y el drama, New Strains perfila un estudio sobre las dinámicas de pareja y el amor entre sus personajes, a través de planos cuya composición se enclaustra con precisión en la arquitectura interior del apartamento donde conviven. Así potencia una idea de falsa seguridad en un espacio aparentemente protector pero repleto de riesgos, desde la perspectiva humana de una intimidad que destapa nuestras vulnerabilidades más profundas y ante la que no hay medidas de seguridad que nos protejan.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.