Ned Rifle es el final de trayecto de la extraña trilogía que el cineasta Hal Hartley comenzó a finales de los noventa con Henry Fool y continuó con aquella disparata revisión del cine de espías que era Fay Grim.
Una vez acabado el visionado de esta tercera vuelvo la vista atrás, reviso el material previo e intento hacer una valoración del conjunto; sigo sin tener claro que se trate de tres películas pensadas desde el inicio como un único bloque temático y desde la segunda parte lo que se percibe es cierta improvisación.
Y sin embargo si hay algo que logre otorgarle unidad a las tres películas son sus personajes y su crecimiento como personajes, la eterna lucha por salir del aislamiento y la ida y venidas de la cárcel.
De todas formas no hace falta ponerse duros con Hal. No, no creo que desde el principio supiera siquiera que iba a ser una trilogía, y por mucho que haya algunos elementos que se repiten y sean constantes, esto no perjudica a las películas; el cineasta va tanto improvisando como recuperando y en (muy pocas) ocasiones, sembrando para ir recogiendo en las siguientes películas. Sea como sea, de lo último que se le podrá acusar al director neoyorkino es de hacer secuelas por el tema económico, cuando lleva unos años desaparecido, voluntariamente, del panorama comercial, y sus cintas se financian y exhiben por canales alternativos al establecido.
Ned Rifle… Ned Rifle es negrísima, lo que nos lleva a comprender el viaje tan pesimista que Hal ha sufrido con el paso del tiempo. Se acabaron los finales agridulces, Ned Rifle contiene el final más triste y oscuro de toda la filmografía de uno de mis directores favoritos.
Acabamos Fay Grim con Henry volviendo a huir y con la protagonista que da nombre al título siendo encerrada en prisión. Ahora seguimos los pasos de Ned Rifle, el hijo de Henry y Fay cuando cumple la mayoría de edad y abandona la institución para menores donde ha pasado los últimos años con un único propósito: encontrar a su padre y hacerle pagar todo lo que le ha hecho a su familia.
Lo primero que hace es visitar a su tío, Simon, ese basurero que en la primera película se volvía un poeta de éxito y que en la segunda parte estaba en la cárcel por ayudar a escapar a su mentor Henry. Ahora, ya libre de la cárcel y una vez que la poesía ha dejado de tener la buena aceptación de antaño, está inmerso en dar el salto a la Stand up comedy, por muy mediocre que a todas luces pueda resultar que un tipo sin gracia como él decida tomar ese camino.
Lo que sigue es un viaje con paradas en varios hoteles entre Ned y una chica que lo sigue a todas partes. Este extraño y sensual personaje (maravillosa Aubrey Plaza) acaba por cerrar el viaje que hace 17 años llevó a Henry a salir de la cárcel y a aparecer en la vida de los Grim. El círculo se cierra, ya que Susan, la chica, está de alguna forma relacionada con Henry.
Es curioso que con la revisión de la trilogía se pueda entender la primera parte como una parodia del cine de superación intelectual, con su consiguiente mentor y alumno. La segunda es desde el primer momento una deconstrucción del cine de espías y esta última entrega otra deconstrucción de la road movie y sus clichés. El viaje de Susan y Ned está cargada de una sensualidad y una tensión sexual que sólo parece captar el espectador. Ned, por otro lado, ha abrazado la fe católica mientras busca asesinar a su padre.
Entre moteles que nunca tienen más de una habitación disponible (otro guiño de Hal a esas road movies y que por otro lado no hace más que acrecentar una inexistente tensión sexual entre ellos) y charlas cargadas de ironía en el coche, ambos llegan a su destino y se reencuentran con Henry, que no reconoce a ninguno de los dos.
La vuelta a casa y su final, es como digo, de lo más negro que ha construido Hal. Incluso artificial. Ned Rifle acaba siendo por tanto la más floja de las tres pelis que conforman tan peculiar trilogía. Tardamos más de la cuenta en entrar en su tono, y aunque los personajes siguen perfilados a las mil maravillas, uno tiene la sensación que el viaje que toman los personajes no lleva a ningún lado.
Seguro que esa era la intención del director, pero no termina de convencer su parte central, por mucho que tenga elecciones dramáticas y narrativas arriesgadas y que no gustarán en un mundo, el cine, que camina a pasos agigantados a la corrección política.
Así pues Ned Rifle es una cinta obligada en los fans de su director, que un no iniciado en la trilogía no llegará a entrar en ningún momento, con un tramo central algo infernal por mucho diálogo ágil e ingenioso marca de la casa.
Todo acaba como empieza. Por supuesto, los inocentes pagarán un alto coste como suele ocurrir en las obras de Hal. Sigue estando esa obsesión por el ciudadano mundano que camina desasparado en una sociedad que le pone la zancadilla. Y seguimos encontrándonos con toda la dignidad de los hombres y mujeres que se enfrentan al presente y no salen corriendo, como ya hizo Simon, Fay y ahora Ned. Era y es Henry quien siempre acaba saliendo por patas huyendo de todo, pero hasta él, en está ocasión, vuelve. Por última vez.