En este momento en el ámbito europeo se parece estar desarrollando un proceso de inclusión y reivindicación de las culturas persas, árabes y africanas que han inmigrado a sus territorios. Como muestra de un botón nada más hay que ver cómo el último premio nobel de literatura es Abdulrazak Gurnah, un tanzano musulmán refugiado del Reino Unido. Este proceso tiene sus pros y sus contras, porque a veces en vez de concienciar a la sociedad sobre la realidad de estas culturas, lo que se termina por hacer es remplazar a unos prejuicios superficiales por otros. Este no es el caso de Gurnah, que aunque está lejos de ser el mejor escritor de nuestro tiempo tiene una obra autobiográfica rica en matices, pero sí es evidente en la presente cinta en la que sus personajes a veces parecen estereotipos sin trasfondo, como si de tanto repetir determinadas consignas estas hubiesen quedado grabadas en el papel por encima de su esencia o pertinencia.
La cinta es un thriller en donde hay un asesinato que debe resolverse, y para ello como espectadores se nos invita a conocer los pormenores que se dieron días antes de suceso, así como a sus involucrados. Si bien no hay un protagonista claro, algunos personajes sobresalen como la bella Amal, camarera del café que da nombre a la cinta, Taufiq Jasim el principal señalado por el homicidio que se ha cometido o Muhannad, un joven árabe homosexual que tiene que lidiar con los prejuicios de su gente, y se utiliza a estos personajes para tratar una serie de temáticas pertinentes como son la homofobia, el machismo, la discriminación étnica, el choque cultural y una cuantas más, el problema es lo poco que se indaga en dichas temáticas, más allá de los lugares comunes no hay debate ni una exposición exhaustiva o bien meditada de ningún tema.
Por ejemplo en un escena uno de los personajes critica a una de las mujeres de su familia por seguir utilizando el velo en Occidente, a lo que ella responde que los hombres siempre quieren decirle a las mujeres cómo vestir, y este es el final del tema, no se cuestiona si está bien seguir sosteniendo costumbres que tienen un claro trasfondo machista y patriarcal, o si a lo mejor el personaje sigue utilizando el velo para darle un nuevo sentido, o si la cultura de origen está tan arraigada en ella que no puede librarse de dicha costumbre. No, la cuestión es citada y zanjada sin mediar reflexión o indagación, y fuera de este ejemplo hay varios como la homofobia, la cual se sigue promoviendo en determinadas sectas porque sí, o el machismo de uno de los personajes que de nuevo lo sigue replicando porque sí, o la exclusión de la literatura árabe en determinados círculos porque sí; y siendo una cinta con intenciones políticas se esperaría un intento por reflexionar sobre dichas problemáticas, una indagación real sobre ellas para generar conciencia, pero esto no pasa y los personajes terminan por ser cascarones vacíos de consignas que se han venido repitiendo hasta la saciedad en los últimos años.
Como thriller está bien, el misterio es entretenido, las actuaciones son decentes, los villanos tienen esas cualidades perversas propias de malo de telenovela que atraen y a la vez enervan la sangre, hay algún giro al final de la película que tiene un trasfondo interesante y que de nuevo habría sido valioso que se indagara un poco más en él, pero lo demás lastra un poco estas cualidades y hace que la cinta termine siendo un producto que en vez de concienciar aliena, que en vez de ayudarnos a conocer a la cultura árabe o iraquí reafirma los estereotipos que hemos creado sobre ellos en los últimos años. Una lástima porque había mucho potencial en cada uno de los temas.