Musarañas es una película de Juanfer Andrés y Esteban Roel. Merece la pena empezar así porque ya muchos se creen que es Álex de la Iglesia quien comanda este proyecto. Los apadrinamientos muchas veces provocan esa circunstancia, que lo bueno de tener a un gran nombre detrás del proyecto acaba provocando que la autoría del trabajo quede en unas manos a las que no pertenece. Es obvio que el cineasta bilbaíno habrá tenido un peso relevante a la hora de concebir (y, desde luego, promocionar) esta cinta de terror/thriller de los años 50, pero por ahora y según consta en los créditos, los directores son los dos mencionados en la primera línea, colaborando también Juanfer Andrés en la elaboración del guión.
Entrando en materia, hay que decir que Musarañas comienza muy bien, tejiendo un argumento interesante desde las primeras imágenes: la protagonista, Montse, se ve impedida para salir de casa por una extraña enfermedad. Posee episodios de alucinación que debe calmar con dosis de morfina. Comparte piso con su hermana pequeña, que acaba de cumplir 18 años. Montse posee profundas creencias religiosas, extraídas de una familia bastante arraigada en este ámbito, como nos cuenta una escena sobre la muerte de la madre en la que Montse hereda la cadena con la cruz. Intentará transmitir esa fe extrema a su hermana pequeña, pero ésta no la acepta de buen grado. Ahí comienza un choque de posturas que se ve acentuado por las crisis de Montse que mencionábamos anteriormente.
A partir de aquí, la historia se va haciendo cada vez más ambiciosa, apareciendo entre medias el tercer protagonista: Carlos, un vecino. El guión atrapa de manera irremediable y la cosa cobra interés. Y, sin embargo, poco a poco todo va derrumbándose. Lo que antes era sugerente y motivador, se va haciendo demasiado explícito y casi intrascendente. Se pasa de una intriga comedida a un terror puro, en el que la sangre y las vísceras inundan la pantalla. O lo que es lo mismo, se pasa de “la Misery española” (como algunos ya la han calificado) a una película entretenida pero terriblemente vacía al estilo de (por citar dos películas recientes españolas de terror) Intruders o Mamá. Algo va mal cuando las escenas teóricamente más llamativas por el suspense que deben generar en el espectador, provocan en éste una carcajada y no un escalofrío. Eso es lo que, al menos para un servidor, sucede con esta película: una idea seria llevada de manera desenfadada puede salir muy bien (un señor llamado Tarantino creo que se ha labrado una carrera así, por ejemplo) o muy mal. Por desgracia, Musarañas entraría en esta última categoría.
En medio de tal desaguisado se alza una Macarena Gómez espléndida en su papel de Montse. Sobreactúa en varias escenas, sí, pero eso es lo que parece exigir este guión. Cada vez que su rostro aparece en pantalla, es un motivo más para seguir viendo una obra ya abandonada en lo que se refiere al guión. De gesto, de voz, y de presencia física, Macarena construye un personaje tremendo, lo mejor de los 91 minutos de película siempre acaba llevando su nombre. Sobre el resto del reparto, Nadia de Santiago está simplemente correcta, Hugo Silva peca de una teatralización excesiva por momentos y Luis Tosar deja su sello de calidad a pesar de contar con pocos minutos para demostrarlo.
Por último, es necesario mencionar la previsibilidad del desenlace. Sin querer pecar de altanería, ni mucho menos, lo cierto es que a los diez minutos uno ya tiene la sensación de saber desentrañar cómo acabará la historia. Esos cálculos mentales que se realizan para adivinar qué sucederá casi siempre se tornan erróneos, habida cuenta de las múltiples ocasiones que se nos ofrecen finales tramposos o poco esperados. Musarañas, sin embargo, tampoco ofrece sorpresas en este sentido y se limita a zanjar la trama de una manera aceptable desde el punto de vista de la puesta en escena pero bastante pobre argumentalmente. Al final, queda el regusto de haber asistido a un comienzo interesante, alguna escena chula, una interpretación excelente, pero con problemas bastante serios en la manera de llevar el guión.