Más de cuarenta años avalan una carrera en la que Favio se atrevió prácticamente con todo: desde el drama social que le hizo debutar en el 65 con Crónica de un niño solo, hasta cine de terror y licántropos en Nazareno Cruz y el lobo, pasando por cintas biográficas (Gatica, el mono) e incluso algún escarceo con el documental (Perón, sinfonía del sentimiento), Favio decidió ir más allá de un ámbito más social que había marcado su infancia y supo trasladar su cine a todos los ámbitos que le fue posible.
Su último cortometraje, Gente querible, parecía ya el último testamento de un cineasta que llevaba años luchando contra una serie de afecciones crónicas y, probablemente, marcaron el devenir de uno de esos directores que hoy, a la edad de 74 años, nos abandona.
Os dejamos susodicho corto como un homenaje que él mismo compuso, y que no viene mal para recordar las imágenes de un cine que, a buen seguro, permanecerá inmortal en la retina del espectador. Descanse en paz.
Larga vida a la nueva carne.