Mister Universo es el nuevo trabajo de una de las parejas artísticas más imprescindibles del continente europeo, la que forman Tizza Covi y su marido Rainer Frimmel. Ambos se han caracterizado por un cine cercano al documental, donde tras unas pinceladas de ficción narrativa, normalmente con un elemento que hace avanzar la historia, lo que queda es la ‘realidad’, la certeza de saber que lo que se visiona en pantalla es exactamente lo mismo que sucedería si no hubiera una cámara grabando.
El trabajo de los cineastas se vertebra en esta lógica o manera de entender su cine, donde también destaca un discurrir sencillo de sus historias, donde las personas, más que los personajes, tienen el peso de la obra mientras la cámara los sigue con cariño en sus quehaceres diarios.
Mister Universo no es más que la enésima obra de sus autores sobre el mundo del circo, donde una y otra vez vuelven a salir en pantalla los viejos amigos que son las personas ya visitadas en sus anteriores películas. Un mundo con sus propias reglas, fascinante pero sencillo, filmado con una ternura que desborda al espectador en cada escena.
La cinta nos presenta a Tairo, un joven domador de animales de un circo que atraviesa una mala racha. Buscando un amuleto que le devuelva la buena fortuna tras la sospechosa desaparición de un objeto al que se sentía muy apegado, emprende la búsqueda de Arthur Robin, conocido como Mister Universo, el primer hombre negro en ganar dicho título y que solía trabajar doblando hierros que regalaba como objetos provistos de buena suerte. Lo que sigue es el viaje de Tairo por encontrar a alguien que pueda indicarle donde reside actualmente el mencionado Mister Universo, o si al menos alguien sabe si está vivo.
Pero como comentaba en uno de los primeros párrafos del texto, a sus creadores no les interesa tanto esta historia. Es sólo un recurso de ficción para poder explayarse en lo que realmente están interesados.
Y es que su mirada se detiene en Tairo. Pero también en Wendy. Ambos acaban resultando como unos viejos conocidos para el espectador, que asiste a la vida diaria de esos dos jóvenes y sus sueños. Al viaje de búsqueda de él, se añade una pequeña subtrama de ella, que resulta de lo más encantador que se ha visto últimamente en pantalla, donde la mirada profundamente humanista y tierna de los realizadores cautiva en todo momento.
Tal vez está lejos de los mejores momentos de una obra como La Pivellina (película donde ya aparecía el propio Tairo) y sin duda la obra resultará demasiado mínima para no pocos espectadores. Lo que queda es una mirada cercana, pegada a Tairo o a Wendy, mientras las relaciones humanas de un lugar tan poco corriente como es el circo queda retratado. Y dicho retrato lleva consigo un mundo poblado de ritos, donde todo el mundo lleva consigo su propia fortuna y su propia idiosincrasia.
Un mundo, por otro lado, que por momentos resulta decadente, aunque los responsables de la cinta no quieran ser demasiado obvios con el tema. En definitiva se puede entender que el particular universo del circo está a punto de extinguirse. Pero más que quedarse con esta deprimente, pero no falsa, observación, la película hace hincapié en mostrar a todos los integrantes en una gran familia desperdigada por toda Italia.
Mister Universo es el retrato de esas personas que viven media vida en una caravana, con sus pequeñas derrotas y victorias. Mostrado con una dignidad ejemplar, sin caer en la fascinación vacía, dejándose llevar por los pequeños gestos.
También es verdad que la clásica fraternidad y solidaridad entre iguales no queda tan remarcado como en otros trabajos. Si en La Pivellina un grupo de excluidos cuidaban a una niña abandonada y se ayudaban entre todos, en la presente obra aparece por primera vez (aunque sólo he visto tres obras de la pareja, me faltan otras dos) una cierta rivalidad entre Tairo, nuestro protagonista y algunos de sus compañeros de infortunio, al menos en su primera parte. Después lo que acontece son abrazos y sonrisas allá donde va.
Sea como sea, la película sigue desprendiendo la sensación de cercanía entre los diferentes personajes. Captura con cierta inocencia algunos detalles, como es el amor entre Tairo y Wendy, que toca el cielo. Y su final no deja de ser el resumen perfecto de todo lo que acontece en la obra y como ejemplo ideal de la manera de entender el cine de sus responsables. Sencillo, agradable, tierno y con varios apuntes poderosos en la manga.
Gracias por tan buena reseña, así ecuánime y clara.