Si echamos la mirada atrás hacia a uno de los primeros trabajos de Miguel Ángel Vivas, uno de los nombres actuales con más peso dentro del nuevo fanaterror nacional, nos situamos en un año 2003 donde la neo-eclosión zombie comenzaba a dar sus primeros frutos. Aún por llegar la epidemia cultural que convertiría al muerto viviente en todo un emblema de la nueva (contra)cultura pop, Vivas dirige en aquel año I’ll See You in My Dreams, un cortometraje que aúna en su concepto algunas de las naturalidades siempre perennes en el subgénero que en años venideros sucumbiría al desgaste. Aquí el protagonismo se centra en Lucio, un hombre que en su aldea repleta de muertos vivientes se encarga de ajusticiar a estos villanos del averno para evitar así que la infección continúe. Pronto llegará la coyuntura moral con su esposa infectada y una intrahistoria detrás con abrupta e inesperada escena de sexo incluida. De primeras destaca el campo de juego habitual de estos productos, con el espacio cerrado, la amenaza exterior, la desconfianza o el incluso el cariz de antihéroe por parte de ese personaje principal, diatribas intrínsecas del universo zombie (que George A. Romero, como padre erigido del subgénero, ya estableció con su confesa influencia de Richard Matheson), aquí envueltos con un aroma western a favor del lucimiento de la estepa portuguesa.
Aunque, aún visto a día de hoy, este cortometraje de origen portugués no sorprenda ni impacte más allá de lo meramente pretendido, hacia su director cabe focalizar lo bien suministrado de una historia en sus escasos veinte minutos, narrada con cierta solvencia. Quizá la estética, aquejada de vicios modernistas, unos efectos de plano algo aparatosos y en definitiva una puesta escena algo más artificiosa de lo necesario, sea lo que más se le pueda achacar a I’ll See You in My Dreams, que sin embargo da en el clavo a la hora de delimitar con agrado sus escenas clave; es en estas donde se atisba cierto oficio en su construcción, con una concepción del muerto viviente de hálito clásico y hasta “europeísta” (de manera intencionada o no, los muertos vivientes huelen a Lucio Fulci por todos sus poros, en esa construcción del director romano de apostar por la putrefacción visceral, con guiño incluso en el nombre del protagonista), algo que además enriquecerá notablemente el valor del producto.
El cortometraje apuesta también por el tono cómico, algo que quizá tampoco acabe por anexarse con efectividad con su estética, a la postre de una aparición en su clímax sorprendentemente aún no requerida en ninguna otra película de su estirpe, hasta lo que puede saber el que esto escribe. Con todo, y teniendo en cuenta que estamos ante un producto modesto y uno de los primeros pasos de un director hoy con prestigio en el fantástico nacional, I’ll See You in My Dreams funciona aún con sus disonancias abriéndose paso como cliché en sí mismo, pero que se ve enriquecido con el cariz insolente de ofrecer un producto demasiado delimitado por sus referentes. Aún así, visto a día de hoy, tiene el mérito de procrear una atmósfera propia en un universo de ficción ahogado por los clichés, que convierte este pequeño producto en algo por lo que la poco conocida cinematografía del horror portuguesa pueda lucir con satisfacción.