Con una carrera de más de 35 años y adentrándose recientemente en el reto de un largometraje de animación, la directora checa Michaela Pavlatová se ha convertido en una de las más laureadas a nivel internacional en el formato de cortometraje. Sus obras se centran en diversos temas, pero particularmente contienen reflexiones sobre la comunicación, la vida en pareja y la sexualidad, aportando un punto de vista que insta a observar el cuerpo y el deseo femeninos desde una perspectiva propia y característica.
Pese a que tiene cortometrajes más centrados en una u otra temática, como pueden ser Palabras, palabras, palabras en el ámbito de las conversaciones y la expresión en las relaciones humanas, o El carnaval de los animales como festival explosivo de celebración de la sexualidad; el corto elegido en esta ocasión es uno que, de una forma o de otra, sintetiza todas las ideas recurrentes de la autora. Ganadora del Oso de Oro en Berlín y premio del Jurado en Annecy en su categoría, Repete es, como bien indica su título, un corto sobre la repetición.
A través de la irrupción accidental y metafórica de un hombre que pasea a su perrito, somos testigos de las repeticiones cotidianas de tres parejas, unas rutinas cíclicas de las que no pueden salir pero que tampoco les permiten avanzar. Un hombre se intenta suicidar pero su esposa le salva, y al instante rechaza de nuevo sus avances, con lo que él responde con otro intento de suicidio; una mujer trata de dar comida a su esposo, quien, distraído, da un bocado cada vez y mira su periódico; una pareja está a punto de tener sexo, pero cada vez que empiezan a consumar suena el teléfono.
En estas tres situaciones, llevadas al punto cómico y absurdo que permite la simplificación estilística del corto, se nos presentan diversas problemáticas de las relaciones de pareja: las dinámicas tóxicas de manipulación emocional por un lado, la frialdad y la falta de comunicación por otro, y finalmente la frustración sexual. Las tres parejas son esencialmente infelices y han llegado a un punto de no retorno, por lo que la única vía parece ser cortar por lo sano. Y cuando finalmente se parece llegar a una solución, a través de un enrevesado intercambio de parejas, ésta resulta fútil: se dedican a trasladar en sus nuevas parejas los vicios adquiridos con las anteriores, inaugurando un nuevo ciclo de incomprensión, incomunicación y frustración.
La visión de Pavlatová de las relaciones, ácida y pesimista, refleja un mundo de problemas enquistados, derivados de incompatibilidades que no terminan de resolverse; pero al mismo tiempo señala la dificultad de abandonar rutinas con las que de una u otra manera sus personajes se sienten cómodos, porque han definido sus personalidades en base a ellas. Es por ello que el fracaso es inevitable, y en esto consiste realmente el núcleo de Repete. La cuestión es que el cortometraje no nos muestra dicho fracaso de forma dramática, sino como una suerte de ironía o broma final que prosigue a su clímax, sin dejar en ningún momento de lado su vena burlesca y cerrando en falso, como no podría ser de otra forma, el motivo simbólico de la repetición.