La cineasta Daria Woszek presentó su debut en el largometraje, Marygoround, en la última edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, siendo una de las principales vencedoras. La historia de una mujer solitaria, con una vida reiterativa, de suma tranquilidad y sin percances, entre un trabajo aburrido en una tienda de comestibles y la transición hormonal fruto de su inminente entrada en los 50 años; existencia sumida en el puritanismo y a la que llega un cambio sin previo aviso, originándose un despertar inexistente hasta ese momento. La visita de su sobrina, quien se aloja temporalmente con ella, coincide con un tratamiento para la menopausia que debe seguir, carburando su metabolismo al mismo tiempo que se presentan unas inéditas e inesperadas vivencias. Como si un mundo de fantasía se tratase, Woszek irrumpe en el mundo de Mary con una progresiva fotografía luminosa, de cromatismos exacerbados, originando una atmósfera cuasi quimérica; suministro de inventiva alucinatoria que encorsetan el tono de comedia negra que acaba caracterizando a la propia película, sin perder la intromisión en el propio personaje, y el tino de su arco de exploración.
Un atrevimiento por parte de la directora es el de incidir en el microcosmos de una mujer de este rango de edad, este habitualmente destinado al cliché acompañante de la narración, respuesta a modo de contrapunto cómico o simple resorte para un personaje principal. Con ello, la exploración de Mary alcanza una inflexión dulcificada en sus constantes anexiones a una comedia de cierta aridez, donde su idiosincrasia es asimilada con conformismo, con una actual revolución hormonal da pie a todo tipo de fantasías, anhelos, deseos y aspiraciones. Todo bajo un ímpetu construido que le da la independencia emocional anhelada desde una introspección pasada, y que ahora ve fortificada cuando las condiciones biológicas muestran unas evidentes barreras anímicas. La interpretación de Grazyna Misiorowska es un importante sostén dentro de las sumisiones conceptuales de la película, donde la actriz es capaz de captar y exteriorizar el conjunto de matices de un personaje sosegado y moderado en actuaciones, que ahora se ve capaz de alcanzar cierta liberación; una evolución del lenguaje corporal dramatizado con acierto, cubículo para mostrar los evolutivos carices del rol.
Y es en sus inspiraciones fotográficas donde la película se alza con cierta majestuosidad en lo relativo a su puesta en escena, retratando los reducidos lugares comunes con estética colorista, con inhalaciones entre lo ‹kitsch› y la alucinación; una manera de cincelar el destello evolutivo de Mary, donde la película parece querer agarrarse a efluvios ‹fantastique› en sus derivaciones formales. Escalas cromáticas que, debido a ello, irán variando a lo largo de la narración, estableciendo ciertas capacidades emocionales que dependerán tanto del lugar habitado como del propio calado intra-personal de la protagonista, al unísono del conjunto de sonoridades y melodías que la acompañan. Un trabajo de progresión audiovisual encajado con mucho acierto, y que explora un compromiso cinematográfico extra a una tipo de propuesta habitualmente retratado en acercamientos costumbristas menos ambiciosos. Estos ramalazos de la imagen y el sonido no sólo añaden un filtro diferenciador al drama, sino que lo afianzan dentro de sus desarrollos poco comunes; si bien este conocimiento introspectivo podría haber derivado en la evolución hacia una sexualidad antes no explorada con todas las consecuencias carnales que de ello se pudiera derivar, para la protagonista es un canalizador para su descubrimiento personal, articulado de manera muy inteligente. Con ello no se ignorarán algunos repuntes de hilaridad, concretamente en una escena de clara naturaleza alienada, con tanta validez como contrapunto cómico como a la propia resolución interna del personaje. Dicha secuencia, único momento donde un hombre adquiere protagonismo en la vida de Mary, profundiza en cierto empoderamiento que la protagonista parece estar viviendo, incluso superando algunos de los tabúes que desde la creatividad de su cineasta parecen estar retratados en la película. Con ello, nos encontramos ante una lectura de superación hacia los aún existentes tabúes sociales del momento, que aquí cuenta con un andamiaje excelente en la delicada interpretación de su protagonista.