A la hora de hablar de Malnazidos no se puede obviar el detalle de la querencia de sus directores por la comedia. Dato importante a la hora de entender los motivos por los cuales el film se mueve en un territorio mixto donde hay lugar para el ‹zombie actioner›, la comedia (esencialmente de diálogo) y un leve comentario político que, dado el contexto donde se sitúa (la Guerra Civil Española) es de inevitable presencia.
Un mix genérico que, en su plasmación en la pantalla, funciona mejor en algunos aspectos que en otros. Así, como film de zombies, podemos decir sin ninguna duda que funciona como un tiro. Todos los tópicos del manual genérico están ahí, pero llevados a cabo a la perfección. Se respetan las normas, hay los homenajes pertinentes a Romero, y la acción discurre de una forma fluida. Gore en su dosis justa, tiroteos, encierros, hordas y, como novedad, un zombie original que no es el romeriano lento y torpe pero tampoco la variedad infectada rabiosa capaz de ganar cualquier prueba olímpica de velocidad.
Donde Malnazidos flaquea, sin embargo, es curiosamente en el que debiera ser punto fuerte de sus directores. No se puede decir que los diálogos no sean ingeniosos, al igual que el dibujo de los personajes, pero da la sensación que se quiere compensar ciertos festivales sangrientos con un exceso de gags, de necesidad de que cada línea de diálogo tenga una contrarréplica acerada o inteligente. Algunos comentarios funcionan, otros no tanto, pero su presencia es tan continua que da la sensación de sobrecarga, de necesitar quizás un punto más de silencio o de, como mínimo, algo de gravedad e introspección en los personajes.
Todo ello afecta sobremanera el comentario político del film que queda un tanto desvirtuado al ser pasto de las bromas jocosas por un lado y por como éstas acaban poniendo a los personajes en una posición donde pasan de ser buscadamente arquetipos reconocibles de forma irónica a casi caricaturas algo superficiales con los que resulta algo difícil empatizar. Hay que reconocer, sin embargo, que Caldera y De Toro consiguen un equilibrio ideológico que no tiene que ver con la falsa equidistancia. Definen perfectamente a los bandos, quedando claro que se puede esperar de cada uno de ellos sin obviar que individualmente, las personas pueden ser capaces de lo mejor y de lo peor independientemente de su adscripción política. Quizás lo peor del comentario político son los indisimulados llamamientos a la unidad como motor esencial para hacer frente al enemigo común. Algo que una película de zombies es ciertamente de sentido común pero que en su excesiva verbalización acaba por ser poco sutil subtextualmente hablando.
Podemos decir sin ambages que Malnazidos ofrece exactamente lo que pretende, un entretenimiento de comedia de terror que, con sus irregularidades, consigue medir las dosis de sus ingredientes para acabar de empacar un producto divertido (aunque quizás no tanto como debiera), atractivo e interesante para los fans del género zombie y políticamente bastante afinado. En este sentido, es probable que este sea un film que consiga enfurecer a los más obtusos de cada bando ideológico, cosa que ya de por sí se puede considerar como un grandísimo acierto.