Maixabel se estrena hoy en cines tras su paso por el Festival de San Sebastián, donde ha competido en la Sección Oficial. El film narra la historia de Maixabel, una mujer que pierde a su marido en un atentado de la organización terrorista ETA. Icíar Bollaín trata de articular un discurso esperanzador que confía en el arrepentimiento y la fuerza del perdón; sin embargo, esa intención no llega a prosperar y la película queda reducida a la complacencia política, que anula radicalmente toda posibilidad de ofrecer un punto de vista innovador sobre un tema que, a estas alturas, ya está explotadísimo.
A parte de su contenido tan insustancial, la estructura del guión no se sostiene; posee una coherencia sumamente desatinada y su continuidad temporal es simplemente rarísima. Por poner un ejemplo: el hombre fallece y aparece el atentado anunciado por la televisión, unas amigas de la hija de Maixabel lo ven, pero deciden no decirle nada al reencontrarse con ella. No obstante, poco más tarde aparece su tía entristecida —¿en apariencia?—, mágicamente la hija sabe lo que ha pasado y se pone a llorar y berrear. Esto se aborda con un primer plano excesivamente explícito y obvio que revela una interpretación mediocre y rebaja la seriedad de la escena, pero que además desatiende completamente la lógica narrativa provocando una reacción totalmente infundada y exagerada. Lamentablemente, da la sensación que no se le presta atención a la cohesión entre acontecimientos y psicología de los personajes, que resulta inverosímil, fácil y precozmente reactiva. A pesar de que el reparto sea decepcionante, Luis Tosar realiza un trabajo muy correcto de una profesionalidad destacable; él es, de hecho, lo único que mantiene a flote el largometraje.
Maixabel es una película con numerosas carencias, pero su desenlace la sepulta definitivamente. Es absurdo, cursi y aleatorio. Una simplificación extrema de cuestiones que son sumamente escabrosas, tales como el arrepentimiento, la heroicidad del saber perdonar y la compleja relación víctima-terrorista. También es superficial en su puesta en escena, reiterando aquello que queda claro desde un principio en lugar de componer ideas que puedan añadir algo de profundidad a la obra. En ese sentido resulta bastante desesperante como en momentos en los que la historia requiere de una apuesta visual más elaborada, esta permanece tradicional e impersonal, reduciendo a los personajes a un mero cliché. Maixabel no es una propuesta valiente, pero no es de extrañar que una película producida por Movistar+ y Televisión Española no tome ningún riesgo a la hora de retratar un conflicto tan político y decida centrarse en apelar vagamente al dolor de las víctimas. Abarrotar un film con planos de gente llorando no lo enriquece emocionalmente; de hecho, genera todo lo contrario. Una película innecesaria.
Me encanta las expresiones y dominio del lenguaje, de tu misma siempre