De pequeño recuerdo quedarme fascinado cuando descubrí Una historia del Bronx (A Bronx Tale), una película dirigida por Robert De Niro en 1993. En esta se contaba la historia de la vida de un adolescente italiano en el Bronx en la década de los sesenta. Sin duda, al pensar en el Bronx, las imágenes de esta cinta son lo primero que golpea mi mente. Aunque supongo que después de 70 años el barrio habrá cambiado. ¿Cómo sería una historia del Bronx en la actualidad? Estoy seguro de que sería como Mad Bills to Pay (or Destiny, dile que no soy malo) de Joel Alfonso Vargas. En su película, los migrantes ya no son italianos, son dominicanos. No hay tantos problemas, ni mafias, es mucho más tranquilo, simplemente hace calor y les hace falta dinero. Pero, a pesar de que las dos películas tienen protagonistas completamente dispares, comparten una frase: «The working man is a sucker».
El año pasado, el director estadounidense dominicano Joel Alfonso Vargas ganó un premio a la mejor dirección en Locarno con el cortometraje May It Go Beautifully for You, Rico. Para después llevar la idea del cortometraje a Mad Bills to Pay. Aunque no sé si vino antes el huevo o la gallina, le escuché decir al director que decidió alargar el rodaje del cortometraje para tener suficiente material para el largometraje, y así fue. Después de recibir un premio al elenco en la sección NEXT del festival de Sundance, aterrizó en la sección Perspectives de la Berlinale, dedicada a óperas primas.
Rico es un adolescente dominicano de 19 años que vive con su madre y su hermana en el Bronx. Pasa los días tranquilo, de fiesta con sus amigos o vendiendo ‹nutties› (refrescos alcohólicos) en la playa, con los que saca algo de dinero. Pero un día Rico trae una noticia a casa: ha dejado embarazada a Destiny, una chica de 16 años, y está convencido de que quiere tener al bebé. Acto seguido, la película se desenvuelve en una aventura donde Rico debe demostrarle a su pareja y a su familia que es suficientemente responsable para tener un hijo. Conseguir algo de dinero, un trabajo, ser más ordenado o, tal vez, mudarse de casa de su madre. ¿Podrá suplir Rico lo que no pudo su padre ausente?
A partir de esta premisa, se desenvuelve lentamente una historia repleta de capas y pliegues en sus personajes. Una historia que, al inicio, se presenta como un drama urbano cargado de humor que, por momentos, se confunde con el documental por su realismo y su fotografía naturalista. Pero, al avanzar, observamos cómo es algo más complejo. La película nos presenta tanto a Rico y a su familia como a Destiny. Para, después, profundizar en ellos y jugar con sus dinámicas como si fuera una especie de puzle al que se añaden otras piezas: gritos, bailes, convivencia, deudas, música, alcohol y trabajo. Entonces, Joel Alfonso Vargas decide agitar estas piezas y, al hacerlo, consigue crear situaciones cómicas, irritantes y, sobre todo, desgarradoras.
En especial, destaca la complejidad de los personajes. Rico, quien es nuestro protagonista y, a su vez, nuestro antagonista, está repleto de contradicciones, traumas y preguntas. Revestido con una coraza de masculinidad indestructible que debe reafirmar continuamente. Aunque a veces su coraza se agrieta y deja entrever la ternura y bondad que esconde. Sin embargo, él no es el único personaje importante de la película. Las mujeres de esta, su madre, su hermana y Destiny, son las que lidian con él y solucionan sus problemas. Hay una escena que reafirma esto, que es profundamente triste en la distancia. Otro único plano abierto, de nuevo en el salón, donde Rico discute con su madre, Destiny y la madre de esta. Después de una fuerte discusión, al irse Rico enfadado de la habitación, todo parece calmarse, la tensión se disipa. Las mujeres han entendido que en la ausencia de Rico los problemas se pueden solucionar hablando, no hace falta gritar. Y, de nuevo, solucionan los destrozos que ha causado nuestro protagonista.
En definitiva, Joel Alfonso Vargas nos presenta un interesantísimo debut, por retratar tanto las tensiones familiares de una familia latina en Nueva York, como a una juventud profundamente perdida que no sabe qué hacer ante la ausencia de un futuro estable o la dificultad de un embarazo adolescente. Una película imprescindible del nuevo Bronx que por su autenticidad arrolladora recuerda al mejor cine independiente de autores como Sean Baker.
