Creada en 1967 por el ‹mangaka› Kazuhiro Kato, más conocido como Monkey Punch, Lupin III es una obra que ha gozado de un amplio reconocimiento en sus más de 50 años de historia, con un grupo de personajes icónicos que se han llevado en multitud de ocasiones a la gran y pequeña pantalla, en una franquicia extensa a la que se han asociado nombres tan importantes en la historia del anime como Hayao Miyazaki, Isao Takahata y Osamu Dezaki. Por lo general, esta se compone de historias sin continuidad en torno a las aventuras de Lupin y sus compañeros, lo cual proporciona una gran libertad para versionar a estos personajes en tramas y tonos distintos.
En el caso de Lupin III: The First, Takashi Yamazaki opta por una versión en 3D CGI que narra una aventura ligera, con claros paralelismos a las películas de Indiana Jones. En esta ocasión, Lupin se alía con Laetitia, una joven aspirante a arqueóloga que quiere robar el Diario Bresson. Elementos clásicos de este tipo de aventuras aparecen: la arqueología como contexto, las reliquias rodeadas de peligros, trampas y acertijos, y las conspiraciones para dominar el mundo de unos nazis, obsesionados en esta ocasión con la idea de que Hitler sigue vivo en algún lugar de Brasil.
Todo ello conforma una aventura ligera, con una cierta dosis de drama familiar pero sin cargar demasiado las tintas, en la que los personajes habituales de la franquicia y la misma Laetitia demuestran sus habilidades para el robo y el engaño frente al villano, un nazi trasnochado tan mediocre como fanático y peligroso. El aspecto más novedoso de la cinta, su estilo de animación, funciona con una precisión casi milimétrica. Más allá de la sensación algo floja que me dejan los gestos y el modelado de algún personaje que no parecen estar tan bien trasladados al formato como otros (es el caso de Fujiko Mine), el trabajo es excelente y alejado de tendencias hiperrealistas o de composiciones grandilocuentes para presentar una estética inspirada en la gran fluidez y expresividad de sus personajes. En particular, la forma en que la película captura los movimientos y gestos de Lupin es espectacular en un personaje tan elástico y exagerado en su expresión corporal como este.
Y es que Lupin III: The First se ve de maravilla a pesar de estar realizada con muchos menos recursos que los grandes nombres internacionales de la animación en CGI, pero además lo hace buscando un estilo distintivo que procede de la estética de estos personajes y de su manga. El resultado es una cinta animada visualmente muy fluida que combina a la perfección con una historia mucho menos ambiciosa, pero que en su ejecución resulta divertidísima y no deja caer su ritmo en ningún momento.
De hecho, que la historia no sea tan elaborada es casi un punto positivo, porque no distrae del verdadero disfrute de esta película, que es ver actuar a unos personajes que hacen de cada escena en la que aparecen un espectáculo por su enorme carisma y su variedad de recursos. El resto es una mera consecuencia de esto: tanto las peleas y persecuciones tan alocadas como dinámicas e inteligentes, como las intrigas a las que se enfrentan y logran resolver. En general, e incluso teniendo en cuenta su más que notable puesta en escena, lo mejor de la obra sigue siendo volver a encontrarse con personajes que tras más de 50 años se han hecho un nombre en la cultura japonesa moderna.
En todo caso, también es posible que la obra resulte un disfrute demasiado sencillo y pasajero. Al fin y al cabo, es lo que es y lo que busca es una diversión tan ligera y convencional que incluso exprimida al máximo podría llegar a saber a poco. Por ello, probablemente, y más allá de la calidad y solidez que demuestra, estemos ante una película que disfrutarán todavía más los fans de la franquicia, para quienes estos personajes y estas historias tienen un peso emocional mayor. Para el resto, queda aún así una muy buena aventura y perfecta introducción a uno de los universos más longevos y reconocibles del manga y el anime.