El Colectivo Colmena es una asociación de jóvenes cineastas mexicanos que trabajan en constante colaboración y cuyos proyectos destacan por un curioso impulso creativo; definen su utilización del medio cinematográfico como un motor para dotar al lenguaje de cierta naturaleza transformadora, recreando algunos de los aspectos menos destacados de la generación que les ha tocado vivir. Uno de sus primeros trabajos fue Mostro, que bajo la dirección de José Pablo Escamilla nos presentaba el día a día de dos amigos que se esforzaban por vivir al margen de una sociedad que engullía, precariedad laboral mediante, una etapa de crecimiento coartada por la incipiente desaparición de jóvenes, con la consecuente pasividad de las autoridades. Mostro exponía un análisis vehemente a ciertas coyunturas sociales, aprovechándose de unas maneras cinematográficas en constante combinación formal. Escamilla presenta ahora Lumbrensueño, una cinta que se degusta como una continuación espiritual de aquella, y con la que comparte muchas de las inquietudes estéticas que describen las intenciones de esta agrupación de cineastas.
La historia de Lumbrensueño es la de Lucas, un joven mexicano que vive con su madre y su hermana en una pequeña localidad industrial. Sufre una constante presión laboral en la hamburguesería franquiciada en la que trabaja, e intenta evadirse en su tiempo libre con su amigo Óscar; ambos tratan de ubicarse fuera de los márgenes establecidos, cayendo rendidos ante la filia cromática dentro del arte de la fotografía, cuando el devenir de los acontecimientos proponga en la narración una esquematizada radiografía del luto basada en el poderío surrealista de la imagen. En realidad, Mostro y Lumbrensueño son películas que parecen funcionar en un mismo universo, compartiendo además unas connotaciones argumentales muy similares; la desaparición como un núcleo en el que disfrazar emocionalmente a su protagonista, donde Escamilla crea una especie de discurso social enormemente crítico bajo el prisma de la abstracción visual. El empeño sigue estancado, ya como un tropo habitual de lo visto hasta ahora del Colectivo Colmena, en dibujar una sociedad pesimistas y decadente, imbuida además por los problemas habituales que atrinchera a la comunidad social mexicana. Si bien el cineasta recrea algunos aspectos más decaídos de los sectores más marginales de dicha comunidad (la precariedad y hostigamiento laborales están aquí aún más presentes que en Mostro), la originalidad del planteamiento vuelve a estar aquí en la creación de un lenguaje audiovisual único, afín a lo experimental y con una vanguardia en la que escenificar un halo siniestro y enajenado del cosmos que le ha tocado vivir a los personajes.
La filia hacia el arte de la fotografía y la imagen del protagonista de Lumbrensueño permite a Escamilla el usurpar la realidad escenificada, exorcizándola hacia una objetividad audiovisual paralela, una proyección independiente que se degusta como una óptica original y transgresora. Inevitable es la continua asociación de ideas con la previa Mostro, dos cintas que parecen dialogar en simbiosis como si de una experiencia conjunta se tratase; al igual que aquella, y compartiendo el mismo prisma de localización, el crecimiento personal vuelve a ser el motor y énfasis conceptual, disfrazado de una realidad que es proyectada en pantalla como un laboratorio de experimentación visual. Conviene destacar la eficiencia en la combinación de lenguajes, conformando una identidad fílmica para Escamilla; los planteamientos más intimistas se ciernen sobre planos cerrados y directos para las secuencias de una dramática más convencional (aquellos momentos en que nos es mostrada la idiosincrasia familiar de Lucas, el protagonista), que se contraponen con las catarsis gráficas en las que la película proclama la disrupción formal de su discurso.
Escamilla parece capitanear el Colectivo Colmena mostrando una serie de herramientas con las que se pretende cimentar este grupo de profesionales independientes del cine con unas ideas bastante claras de concepción fílmica: una asociación de talentos desde diferentes gremios del arte cinematográfico unidos por el esfuerzo de crear un lenguaje único y diferenciador que, ya demostrado esto tanto en Mostro como en esta Lumbrensueño, parecen fomentar un cine comprometido y vanguardista que no escatima a la hora de recrear un fidedigno retrato del declive social que les ha tocado vivir; una especie de generación imbuida por la maquinaria del sistema, que abraza la la indagación en el lenguaje cinematográfico para saciar un discurso de crítica y rebeldía.