Desde el cine independiente alemán llega Love Steaks, una especie de drama romántico sobre dos jóvenes empleados de un lujoso balneario. Él, Clemens, que empieza su período de prueba como masajista, es un chico bastante tímido, no demasiado seguro de sí mismo, con una voz titubeante aunque bastante hábil en su profesión. Ella, Lara, trabaja en las cocinas mientras pega un traguito de vez en cuando, una de las principales razones para su problema de alcoholismo. Es impresionantemente extrovertida, muestra una autoconfianza que asusta, gasta bromas sin parar, es un poco agresiva y no tiene pelos en la lengua. Jakob Lass es el autor de una obra que nos cuenta cómo ambos seres interaccionan hasta tal punto que surge entre ellos una fuerte conexión, algo sorprendente teniendo en cuenta que por su carácter son polos opuestos.
Muy pronto nos puede venir a la cabeza una película ligeramente similar, la francesa Quiéreme si te atreves. Pero mientras la obra de Yann Samuell se basaba en la crueldad romántica entre ambos protagonistas, en Love Steaks adquiere un tono muy distinto. Las gamberradas sólo se suceden de un lado a otro, es Lara la que tortura a Clemens continuamente, y sin embargo esto es lo que le hace amarla. Al principio la película funciona con bastante gracia, las primeras tomas de contacto entre ambos protagonistas son creíbles y sentimos que la relación fluye con gracia y sentimiento. Pero poco a poco la película va desgastándose en exceso, algunas bromas no son crueles sino desagradables y pese a que el final arregla bastante el conjunto, quedará la sensación de que lo que hemos visto puede incluso haber llegado a ser ridículo.
Esa sensación queda bastante tapada gracias al trabajo de los actores, esencialmente por parte de Lana Cooper, que desarrolla su papel con la suficiente mezcla de perversión y romanticismo como para no resultar demasiado odiosa, un extremo en el que habría sido fácil caer teniendo en cuenta el planteamiento de la obra. Franz Rogowski mantiene una interpretación aceptable, tampoco es que su papel diera para mucho más que para poner el careto de hombre frágil que no se entera muy bien de qué va el tema. Pero se ve muy beneficiado, como decimos, porque la chispa de la relación con su compañera se prende rápida y fácilmente y ya no se apaga en toda la obra.
Mediante la calidad interpretativa, amén del apoyo entre una buena BSO (mezclando temas conocidos con otros más típicos de película Indie) y un decente estilo de dirección, se va combatiendo poco a poco las deficiencias y la irregularidad que muestra un guión en el que abundan demasiado las situaciones casi surrealistas (difícil encontrarle sentido a la escena de la cámara frigorífica), las poco creíbles e incluso alguna concreta que directamente es una copia/homenaje a otras películas como (500) Días juntos. Hay también bastantes escenas notables, hechas con mucho tino, con sentimiento y que contribuyen injustamente a que la película nos parezca bastante mejor de lo que realmente es.
Es difícil desprenderse de la sensación de que esta pareja daba para muchísimo más en Love Steaks. Jakob Lass podría haber conseguido una película que mostrase las dificultades del amor sin caer en tales absurdidades. Una obra que podía haber caído con gracia dentro del género especial como es el de las películas que hablan de las relaciones de pareja como algo tortuoso, complicado y muy alejado de la fantasía que muchas veces se ha mostrado en el séptimo arte. Por desgracia, no ha llegado a tales cotas de calidad y, aunque merece la pena echarle un vistazo por la gran cantidad de cosas potables que tiene, el resultado final no es todo lo satisfactorio que debiese.
Estimado Álvaro, en tu comentario hablas sobre las » las deficiencias y la irregularidad que muestra un guión en el que abundan demasiado las situaciones casi surrealistas». Permíteme comentarte que no existe un guión en esta película, todas las escenas son completamente improvisadas. Lass únicamente daba a los protagonistas dirección sobre su estado anímico en ese momento de la trama y los dejaba actuar libremente. Estas direcciones eran dadas de forma individual, por lo que los protagonistas no tenían idea de la forma en que reaccionaría el otro personaje. Otro detalle mágico en esta película es que a excepción de la pareja principal, le resto de los personajes no son actores, sino trabajadores del hotel e incluso policías reales. Tuve la oportunidad de escuchar lo anterior de la propia voz de Lana Cooper y cambió por completo mi perspectiva de la película. Espero que suceda lo mismo contigo.