Una mirada puede ser significativa. La manera de contemplar, de observar puede marcar la diferencia entre la intrusión voyeurística, la exposición casi pornográfica o, por el contrario, la calidez, el respeto, el dejar el protagonismo a quién tiene algo que decir. Una mirada que en el caso de Lo que dirán, de Nila Nuñez, tiene la virtud de despertar otros sentidos. La palabra de sus protagonistas convertida en un río de honestidad y naturalidad que merece la pena escuchar junto a un realismo en la puesta en escena, de una frescura alejada de cualquier artificio impostado, hacen de este documental una experiencia vivida, táctil, presente.
Pero, ¿qué nos cuentan en Lo que dirán? Pues algo tan sencillo y a la vez tan complicado como la realidad de la vivencia de unas adolescentes musulmanas en el mundo occidental. Algo muy a menudo tratado desde una perspectiva demasiado paternalista, muy enfocada a la parte más mísera de la situación o centrada en los inmigrantes recién llegados. Pero, ¿y esa generación ya nacida aquí pero cuya familia es de religión musulmana?
La respuesta a dicha cuestión se nos ofrece a partir de un diálogo no impartido entre personas de diferente cultura, sino entre dos chicas que, a través de sus constantes intercambios al respecto de su realidad, nos interpelan directamente hacia la comprensión de su mundo, de los prejuicios que las afectan. No se trata, no obstante, de un discurso victimista, de incomprensión forzada, no. Más bien es un esfuerzo explicativo no exento de diatribas y críticas hacia lo que se espera de ellas, sea por parte de lo occidental, como del mundo musulmán familiar en el que habitan.
Lo que nos dirán es pues un documento que no busca una objetivación del problema, pero sí incide en poner el punto de partida desde un punto de vista opuesto al que normalmente se ve del tema. Un enfoque consistente en situar en el centro no tanto el objeto de investigación sino que sea este el que explique y desmonte a través de la cotidianidad los tópicos que se suelen atribuir al “colectivo”.
Sí, si entrecomillamos la palabra es porque precisamente una de las virtudes del film es mostrarnos a estas adolescentes no como pertenecientes a una especie de grupo marginal ajeno al mundo que le rodea sino que, aún con sus particularidades culturales propias, tienen unas vivencias y preocupaciones que podrían ser equivalentes a cualquier problemática adolescente occidental. Incomprensión parental, ausencia de diálogo, salir, los chicos, la ropa…Algo tan desmitificador como universal.
Por ello el film de Nila Nuñez no solo resulta fresco, divertido o interesante, sino que también se postula como pieza relevante y necesaria para entender un poco mejor una realidad demasiado a menudo ocultada o puesta bajo el prisma de la estigmatización y el prejuicio. Porque, al fin y al cabo, si el único mensaje que damos es el de adjudicar epítetos como intolerantes, cerrados o fanáticos religiosos a aquellos que tienen un acervo diferente, no será que en realidad los intolerantes, cerrados y fanáticos somos nosotros. Lo que dirán actúa como un espejo que nos refleja, no tanto para hurgar en nuestras miserias intelectuales sino para cambiar la mirada, de la desconfianza a la comprensión y, quien sabe, a la complicidad y el afecto.