Ha llegado el momento de alzar la voz y elegir lo mejor entre lo vivido durante 2024. Cada uno de nuestros redactores (todos invitados pero no todos dispuestos a compartir sus filias) ha elegido sus películas favoritas de este año según las experiencias elegidas: unos indagan en estrenos comerciales, otros han tenido la oportunidad de visitar festivales internacionales y algunos se deciden por destacar lo nuevo en plataformas online. Un año más repetimos eso de «no os perdáis las listas de algunos de los responsables del top colectivo»:
Agus Izquierdo
Mirar atrás es un gesto reservado a los nostálgicos. Pero existe una nostalgia constructiva y celebrable. En el retrovisor diviso un 2024 para festejar, que se aleja orgulloso. Un 2024 de lecciones y enseñanzas. Lo de La estrella azul fue algo catártico, casi una experiencia mística. Segundo premio me recordó que se pueden hacer ‹biopics› no solo con decencia y respeto, sino también de aquellos que alcanzan la excelencia. Que no pare la fiesta: Emilia Pérez me demostró, polémicas morales aparte (que aburridas son por Dios), que los musicales pueden ser revulsivos. Brindo por estos títulos y por todos los que me dejo aquí, puesto que no caben en este espacio humilde que Cine Maldito me ha reservado. Por los malditos también brindo. Y por su gente y su proyecto, agradeciendo que me dejen formar parte una temporada más. Y alzo la copa porque el cine nos siga sorprendiendo gratamente (o no). Por un 2025 que nos siga removiendo, y dándonos lecciones. Da igual que sean buenas o malas.
- No esperes demasiado del fin del mundo (Radu Jude)
- La estrella azul (Javier Macipe)
- Dahomey (Mati Diop)
- La quimera (Alice Rohrwacher)
- In Water (Hong Sang-soo)
- Segundo premio (Isaki Lacuesta, Pol Rodríguez)
- El cielo rojo (Christian Petzold)
- The Sweet East (Sean Price Williams)
- Slow (Marija Kavtaradze)
- The Beast — La bestia (Bertrand Bonello)
Alberto Mulas
Desde que yo soy yo, y lo soy en gran medida por el cine que he vivido, siempre he intentado luchar contra mi forma principal de acercamiento a él: la identificación personal. Sin embargo, pensándolo bien, la identificación es una cuestión de tantos gustos que pienso que en realidad hay tantos yos que no hay nada de mí ya en ellos, salvo el recuerdo.
En 2024, la sensación personal que más he tenido es la de estar agotado de mí mismo, como el personaje principal de El cielo rojo, con unas ganas locas de encontrar la belleza de La quimera, la humanidad de Desconocidos y el optimismo de Siempre nos quedará mañana mientras La zona de interés y las imágenes de Gaza revivían lo contrario, dejando que fueran las pequeñas cosas como en Here y las mundanas como en Girls Will Be Girls las que me reconciliaran conmigo mismo y con los demás, aunque eso me haya llevado a ser importante en el trabajo sin quererlo como en Cónclave. Ojalá la certeza de que El mal no existe para 2025.
- La quimera (Alice Rohrwacher)
- Cientos de castores (Mike Cheslik)
- La zona de interés (Jonathan Glazer)
- Desconocidos (Andrew Haigh)
- El cielo rojo (Christian Petzold)
- Siempre nos quedará mañana (Paola Cortellesi)
- Cónclave (Edward Berger)
- Girls Will Be Girls (Shuchi Talati)
- Here (Bas Devos)
- El mal no existe (Ryūsuke Hamaguchi)
Àlex P. Lascort
No creo que un año cinematográfico pueda medirse sólo por las películas que se ponen en un top. Hay más cosas, aquello que se denomina intangibles, como el estado de ánimo propio, las sensaciones en caliente y las reflexiones posteriores, el dejar reposar las ideas, tomar distancia y valorar en consecuencia. Un proceso que, al tener que definir todo lo visto y finalmente escoger una selección de lo mejor arroja las siguientes conclusiones:
El 2024 ha sido un año tremendamente mediocre, sin nada que haya destacado sobremanera. Ha habido propuestas interesantes y tambien, en la mayoría de las producciones, mucha opereta, mucha ínfula, mucho ‹one week wonder› y obra maestra de fin de semana. Lo peor, sin embargo, es que incluso en lo más destacado hay una igualdad de manufactura y eso, sin duda, es lo peor, que cueste ordenar las preferencias no por su calidad sino por ser en la mayoría de los casos, productos perfectamente intercambiables. O eso o es que me hago viejo, vaya usted a saber.
- Los que se quedan (Alexander Payne)
- How to Have Sex (Molly Manning Walker)
- Desconocidos (Andrew Haigh)
- Emilia Pérez (Jacques Audiard)
- Segundo premio (Isaki Lacuesta, Pol Rodríguez)
- Sangre en los labios (Rose Glass)
- El bastardo (Park Hoon-jung)
- La quimera (Alice Rohrwacher)
- The Sweet East (Sean Price Williams)
- Tiger Stripes (Amanda Nell Eu)
Cristina Ejarque
Puede que 2024 no pase a ser mi año favorito en lo que se refiere al cine, pero sí ha conseguido reconciliarme con la sorpresa, porque a veces nos es fácil entrar en una película y acomodarnos en esos mundos imposibles que los directores nos ofrecen, pero no es tan sencillo encontrar nuevos estímulos en géneros que han perdido brillo con el tiempo. Aquí estamos ensalzando el género musical, reconstruyendo puentes hacia el terror y la necesidad de mirar para otro lado o descubriendo como subgénero imprescindible el cine sobre la mafia corsa. No importa lo pequeña que haya sido la posibilidad de descubrir novedades durante un año entero si puedes mirar atrás y disfrutar con su recuerdo.
- La cocina (Alonso Ruizpalacios)
- Los que se quedan (Alexander Payne)
- Sangre en los labios (Rose Glass)
- Cuando acecha la maldad (Demián Rugna)
- The Kingdom (Julien Colonna)
- Desconocidos (Andrew Haigh)
- Segundo premio (Isaki Lacuesta, Pol Rodríguez)
- El bastardo (Park Hoon-jung)
- Sometimes I Think About Dying (Rachel Lambert)
- Emilia Pérez (Jacques Audiard)
Estrella Millán Sanjuán
Como suele ocurrir en los últimos años en cada festival de primer orden o en cada entrega de premios de máxima audiencia, la impresión dejada es de la existencia de un cine vacío con carcasa barroca, hiperbólica o alimentado con un ‹marketing› que no hace sino evidenciar que estamos ante tiempos raquíticos de calidad y que hay buscar en las periferias que orbitan lejos de los circuitos habituales, para seguir añorando cada año aquellos reductos que nos alimenten la cinefilia. Que resuciten y reconstruyan una de las obras magnas de la historia del cine como el Napoleón de Gance o que una de las propuestas más alabadas beba del mejor cine del pasado italiano habla de la añoranza y melancolía por tiempos mejores pretéritos. Pero siempre habrá quien haga la maniobra ‹in extremis› de reanimación y demuestre con productos más independientes y con ideas frescas que el cine puede renovarse, nutrirse de clásicos a los que revitalizar con el hoy, a hablar de sí mismo, a reconducir hacia la importancia del documental, hacia historias inacabables e inabarcables; a seguir creando para legar esos fantasmas animados para la eternidad que es el cine.
- La quimera (Alice Rohrwacher)
- Felicidad suplente (Gonzalo García-Pelayo)
- The Beast — La bestia (Bertrand Bonello)
- Ciento volando (Arantxa Aguirre)
- El cielo rojo (Christian Petzold)
- C’est pas moi (Leos Carax)
- Volveréis (Jonás Trueba)
- La zona de interés (Jonathan Glazer)
- El eco (Tatiana Huezo)
- The Damned (Roberto Minervini)
- Napoléon vu par Abel Gance (Abel Gance)
- Madre e hija (Lana Gogoberidze)
Gerardo Gonzalo
Cuesta hacer un top de 10 películas. De hecho me cuesta buscar 10 películas que me hayan interesado este año. Más aún, últimamente me cuesta encontrar 10 estrenos al año que me apetezca mucho ver. Solo 4 películas me han interesado en su conjunto o han estado al menos cerca de emocionarme. Perfect Days (la simpleza y el minimalismo hecho arte) Segundo premio (audacia en fondo y forma) Parthenope (soy de de Sorrentino y punto, no admito debate) y Nosferatu (aunque haya sido necesario invocar a un genio como Murnau). Eso sí, ninguna es una obra maestra.
¿El resto? Solo fogonazos. El final de La quimera y Civil War, algún rato de Emilia Pérez y La sustancia, momentos de verdad y emoción de La estrella azul, el tono general de Los que se quedan, y la exuberancia visual y de sonido, aunque con fines diametralmente opuestos, de Dune 2 y La zona de interés. Asignaturas pendientes, ver Anora y El cielo rojo. Me provocan alguna expectativa….
- Perfect Days (Wim Wenders)
- Nosferatu (Robert Eggers)
- Parthenope (Paolo Sorrentino)
- Segundo premio (Isaki Lacuesta)
- Los que se quedan (Alexander Payne)
- La estrella azul (Javier Macipe)
- Emilia Pérez (Jacques Audiard)
- La sustancia (Coralie Fargeat)
- La quimera (Alice Rohrwacher)
- La zona de interés (Jonathan Glazer)
María Verchili
Otro año cinematográfico se termina, y nos coloca ante la tesitura de elegir esas películas especiales, aquellas que seguirán con nosotras hasta siempre. Otra vez, la experiencia cinéfila en su espacio primigenio me ha vuelto a recordar el sentido que ha tenido el séptimo arte en mi vida a lo largo de los años. Es un placer irreemplazable. No hay nada como el reflejo de la mirada en la pantalla grande, y la calidez oscura y compartida de la sala de cine. Este año he vuelto a disfrutar más si cabe de la cobertura de una Mostra de València de gran calidad, pese a que su abrupta interrupción por la tragedia atroz me sumió en un prolongado fundido a negro. Y también he disfrutado de un viaje netamente cinematográfico por tierras californianas, que resultó en una gran película de películas, aunque no pisara un espacio de proyección —allí estaban Hitch, Welles, Ray, Ford o Tarantino—.
En mi selección se dan la mano presente y pasado, para constatar mi irrefrenable sensibilidad hacia determinadas propuestas de los tiempos cinematográficos que más genuinamente me han conquistado desde que puedo recordar, con esas gloriosas recuperaciones de Rivette, Coolidge o Chytilová, junto a una querencia también muy acusada hacia nuevas propuestas que mantienen intacto el impulso creativo y la búsqueda de la originalidad humanista. En este segmento, destaca sobremanera la maravillosa fábula mítica, poética y política de Alice Rorhwacher. Para terminar, haciendo gala de mi melomanía irredenta, me he permitido otro ‹bonus track› en el que cuelo la mejor película que vi en la Mostra, la sobresaliente mixtura realista y fantástica de la directora debutante Joobeur.
- La quimera (Alice Rohwacher)
- L’amour fou (Jacques Rivette)
- El cielo rojo (Christian Petzold)
- Emilia Pérez (Jacques Audiard)
- Las margaritas (Věra Chytilová)
- Not a Pretty Picture (Martha Coolidge)
- The Beast — La bestia (Bertrand Bonello)
- Música (Angela Schanelec)
- Los que se quedan (Alexander Payne)
- Desconocidos (Andrew Haigh)
- La zona de interés (Jonathan Glazer)
- No esperes demasiado del fin del mundo (Radu Jude)
- Who Do I Belong To (Meryam Joobeur)
Maties Tugores
Las listas de lo mejor del año me sirven para dos cosas: para descubrir despistes que pasarán a formar parte del elefantíaco inventario de películas pendientes —que año tras año y sin excepción tiende a ampliarse en lugar de aligerarse— y para rastrear, con poca pero suficiente perspectiva temporal, cuáles han sido los derroteros formales y temáticos más estimulantes del año, que quizás me permitan descubrir algunas pistas sobre la evolución (o el estatismo) del lenguaje fílmico de los años venideros.
2024 ha sido un año polémico (La sustancia, Megalópolis, muy especialmente Emilia Pérez), alimentado, por desgracia, por la crispación y la tendencia a la simplificación que ofrecen las redes sociales, pero también por un análisis cinematográfico centrado casi exclusivamente en posturas ideológicas en lugar de en cuestiones sintácticas (de ahí, a mi entender, los palos que ha recibido la película de Audiard, mucho menos catastrófica de lo que muchxs quieren creer). Para nuestra suerte (o servidor al menos lo celebra), he encontrado este año cineastas dispuestos a subvertir (o intentarlo) las reglas canónicas del lenguaje, gente como Gomes, Zhangke, Bonello o Carax que trabajan para dilatar los márgenes del lenguaje. Otros, como Ceylan, Macipe, Baker o Petzold, se acogen a un lenguaje más clásico, hecho que no les impide introducir nuevos motivos o contraformas que enriquecen sus relatos bien desde la emoción o bien desde la contención.
Al final, lejos de preguntarnos si ha sido un buen o mal año para el cine (mi postura es, en general, bastante positiva), quizás deberíamos preguntarnos si el modelo productivo actual nos permitirá dentro de diez años poder seguir viviendo esta experiencia mágica “aumontiana” tal y como debe vivirse: en una sala de cine.
- Grand Tour (Miguel Gomes)
- The Beast — La bestia (Bertrand Bonello)
- Sobre la hierba seca (Nuri Bilge Ceylan)
- No esperes demasiado del fin del mundo (Radu Jude)
- La estrella azul (Javier Macipe)
- Dahomey (Mati Diop)
- Anora (Sean Baker)
- El cielo rojo (Christian Petzold)
- C’est pas moi (Leos Carax)
- Caught by the Tides (Jia Zhangke)
Nacho Villalba
Ya que se me ha dado la oportunidad, aclaro que esta lista con mis películas favoritas de 2024 no deja de ser fruto del momento; si tuviera que hacer la lista en unos meses, seguramente habría títulos que se caerían o que cambiarían de posición. Otra aclaración: más allá de las seis primeras, que son las que más me han entusiasmado, en el resto me he movido un poco con cierto ánimo reivindicativo, intentado dar espacio a aquellas que considero han sido un poco menos mencionadas en las inevitables listas de lo mejor del año, en detrimento de otras que también me han gustado mucho (Rivales, El rapto, La estrella azul, Perfect Days, Segundo premio, etc.). Otro apunte más: no las incluyo aquí por su carácter más mayoritario/comercial, pero no me quedaría tranquilo si no confesara lo mucho que he disfrutado con pelis como Jurado nº 2, La trampa o Immaculate. Y un apunte final: ¡qué gran nivel de series en España este año! Querer y Los años nuevos demuestran que el formato importa poco cuando el talento abunda.
- La zona de interés (Jonathan Glazer)
- Secretos de un escándalo (Todd Haynes)
- El cielo rojo (Christian Petzold)
- Tótem (Lila Avilés)
- Los que se quedan (Alexander Payne)
- La quimera (Alice Rohrwacher)
- Puan (María Alché, Benjamín Naishtat)
- Negu hurbilak (Colectivo Negu)
- Dream Scenario (Kristoffer Borgli)
- Volveréis (Jonás Trueba)
Pol Romero
Desencanto y reconciliación. RIP David Lynch. Ah no, que eso ha sido en 2025. Bueno, pues RIP Godard. Ah no, tampoco. Pues no se ha muerto nadie en 2024. ¡Qué bien!.
- El mal no existe (Ryûsuke Hamaguchi)
- Los que se quedan (Alexander Payne)
- In Water (Hong Sang-soo)
- Secretos de un escándalo (Todd Haynes)
- Necesidades de una viajera (Hong Sang-soo)
- La zona de interés (Jonathan Glazer)
- Stopmotion (Robert Morgan)
- El cielo rojo (Christian Petzold)
- Nuestro día (Hong Sang-soo)
- El último verano (Catherine Breillat)
Rubén Collazos
Cerramos un nuevo año en el que glosar aquello que nos dejó el cine de 2024, y si bien continúa dejando grandes muestras de talento y diversidad exprimidas en títulos de la talla de La zona de interés, Mal vivir, Emilia Pérez o The Sweet East, donde subvertir la forma emerge como parte esencial del discurso, quizá no estemos ante un gran año. Hecho que contrasta, sin embargo, con una cosecha en la que el cine de género, más allá de la sobresaturación e incluso de la glorificación de títulos que ni siquiera son tan rupturistas como aparentan, sigue hallando voces dispuestas a explorar sus lindes y juguetear con ellos tales como las de Damian McCarthy, Kiyoshi Kurosawa, los hermanos Cairnes e incluso debutantes como Thea Hvistendahl, Stéphan Castang y Amanda Nell Eu, conformando un basto espectro desde el que recoger miradas que, funcionen en menor o mayor medida (quizá, en ese sentido, Cloud o Vincent debe morir no lo hacen como uno podría llegar a imaginar), disponen al menos ejes de ruptura desde lo que huir de lo acomodaticio o formulaico, y eso sin lugar a dudas siempre supone una gran noticia.
- Desconocidos (Andrew Haigh)
- Segundo premio (Isaki Lacuesta)
- Mal vivir (João Canijo)
- Los pequeños amores (Celia Rico Clavelino)
- Los que se quedan (Alexander Payne)
- La zona de interés (Jonathan Glazer)
- Oddity (Damian McCarthy)
- Emilia Pérez (Jacques Audiard)
- Sometimes I Think About Dying (Rachel Lambert)
- The Sweet East (Sean Price Williams)
Rubén Téllez
Termina un año de cine que ha estado marcado por el estreno de cinco cintas poliédricas y heterodoxas que bien podrían ser catalogadas como obras maestras: Eureka, The Beast (La bestia), La zona de interés, Música y Perfect Days se levantan entre el ruido de películas que proyectan discursos muy diferentes de los que construyen sus imágenes —y que encuentran en La sustancia su ejemplo más paradigmático— para, desde el firme convencimiento de que la estética no es sino una cristalización de la ética, cuestionar el lenguaje cinematográfico, sus formas de representar el horror más inenarrable —Glazer—; su papel en la configuración de una historia paralela que olvida los abusos y asesinatos cometidos por los poderosos, por los colonialistas —Alonso—; su capacidad para capturar el impacto y el dolor que causa la violencia —Schanelec—; su imposibilidad de ocultar el vacío que se abre entre el fotograma (o la vida) real y el (la) artificial —Bonello—; y su fuerza a la hora de enfatizar un movimiento silencioso y tranquilo hasta convertirlo en alegato anticapitalista —Wenders—.
- Eureka (Lisandro Alonso)
- The Beast — La bestia (Bertrand Bonello)
- La zona de interés (Jonathan Glazer)
- Música (Angela Schanelec)
- Perfect Days (Wim Wenders)
- La quimera (Alice Rohrwacher)
- El eco (Tatiana Huezo)
- La flor del Burití (João Salaviza, Renée Nader Messora)
- El mal no existe (Ryûsuke Hamaguchi)
- El llanto (Pedro Martín-Calero)