Si nos centramos únicamente en estrenos de cartelera, puedo decir que no ha sido el 2014 un año en el que haya visto películas que tenga la seguridad de que no van a desaparecer de mi mente mientras me encuentre en este mundo (exceptuando el último trabajo de Miyazaki, si es que desgraciadamente lo termina siendo); sin embargo, durante sus 12 meses sí tuve el placer de visionar un buen puñado de obras que superan con mucho el notable. Me ha costado demasiado elegir una para el décimo y último puesto de mi top, hasta tal punto que al final he decidido barrer para casa y otorgar tal reconocimiento a un producto patrio. Me dejo fuera películas muy buenas que ya han aparecido en el top general de esta página (Nebraska, Her), otras que sin duda darán todavía mucho que hablar (La isla mínima) y por supuesto todo lo que me queda pendiente por visionar y tengo ganas de hacerlo (Loreak, Relatos salvajes, Orígenes, The Grandmaster…). Pero recorriendo la lista de principio a fin, me doy cuenta de que las diez películas que conforman este top son claras responsables de que durante 2014 haya renovado, una vez más, mi pasión por el séptimo arte.
10 – Hermosa juventud (Jaime Rosales)
Jaime Rosales retrata con mucho tino lo que es ser un joven parado español durante estos tiempos de crisis. Es curioso, pero pese a que los protagonistas no tienen demasiado en común conmigo (nivel de estudios, aspiraciones en la vida, maneras de conseguir dinero, etc.), es inevitable que por muchos momentos me sienta reflejado en ellos. Por encima de las consideraciones puramente cinematográficas se alza una Ingrid García Jonsson espléndida, quizá el mayor descubrimiento en materia actoral dentro de nuestras fronteras durante el año pasado.
9 – Alabama Monroe (Felix Van Groeningen)
Excelente drama sobre una inusual pareja que debe afrontar un trágico hecho en su vida. Lo enigmático de sus protagonistas, el arriesgado pero efectivo montaje y la evolución de la trama hasta alcanzar un soberbio desenlace quedan en un segundo plano ante una banda sonora repleta de música country que no sólo adorna a las mil maravillas todo lo demás, sino que ayuda sobremanera al mensaje que quiere transmitir la obra. Todavía me sorprendo a mí mismo tarareando Country in my genes en el ascensor.
8 – Camino de la cruz (Dietrich Brüggemann)
Si hace un lustro alguien me hubiera dicho que una película alemana sobre religión compuesta por sólo 14 planos sin música ni efectismo alguno me iba a resultar no sólo notable artísticamente sino muy entretenida, posiblemente a esa persona la hubiera calificado con algo peor que loca. Tan loca, por cierto, como la madre que nos presenta Brüggemann en esta cinta sobre cómo el fanatismo religioso transmitido por vía paterno-filial puede resultar brutalmente nocivo. Su mensaje gana enteros con los desgraciados sucesos que han acaecido en Francia.
7 – El gran hotel Budapest (Wes Anderson)
Bien merecida tiene Wes Anderson la legión de fans que esperan ansiosos cada trabajo suyo. Servidor no se encuentra entre ellos, pero tanto Moonrise Kingdom como este último trabajo me parecen dos películas más que notables y el resto de lo que he visto me parece como mínimo interesante. En este caso, se trata de una obra de digestión fácil pero que, como contexto, ofrece una visión muy particular sobre una época oscura: el período de entreguerras en Europa, especialmente por el auge de los totalitarismos. Anderson une este contexto con el hilo argumental, que versa sobre el conserje de un hotel y todo lo que sucede en torno a una muerte y el posterior lío para repartir la herencia. Visualmente sobresaliente, entretiene y hace reflexionar por igual.
6 – Magical Girl (Carlos Vermut)
En un año fabuloso para el cine español, quizá la obra de Carlos Vermut sea la que se ha llevado más aplausos por parte de los amantes del cine. Imposible condensar todo lo que supone esta película en apenas unas líneas, pero basta con decir que el planteamiento de la historia es magnífico, que todos los personajes que retrata tienen su razón de ser, que la manera de introducir los flash-back y las historias del pasado permiten comprender la película de manera global sin tomar al espectador por idiota y que el casting es casi perfecto para que esta película merezca todos los reconocimientos que le puedan dar. Ah, por cierto: tiene pinta de ser de esos filmes que ganan todavía más con un segundo visionado.
5 – Dos días, una noche (Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne)
Los Dardenne construyen un magnífico relato sobre una mujer que tiene que convencer a sus compañeros de que renuncien a la paga extra a cambio de que ella conserve su trabajo, con sólo 48 horas de margen. La dosis de intriga que genera el propio argumento, la poderosa construcción que los belgas hacen sobre el carácter del ser humano y el hecho de que es una de esas películas que quedarán para un futuro como material histórico y didáctico sobre lo que fue la crisis económica son sólo uno de los muchos motivos que podrían impulsar a ver este film. Tantos que me permito el lujo de dejar para el final del párrafo el principal de todos ellos: Marion Cotillard.
4 – Begin Again (John Carney)
¿Puede una canción salvar tu vida? Ésa es la traducción del título que originalmente iba a tener el primer largometraje de John Carney fuera de tierras irlandesas y que ya presagiaba algo similar a lo que vimos en Once. A saber: una pareja de personajes que han perdido el rumbo en la vida y que lo recuperan gracias a la música. Un trasvase de Irlanda a Estados Unidos en lo que se refiere a estilos de vida, localizaciones, un mensaje algo más optimista y actores conocidos, pero manteniendo firmemente la base del que hasta entonces era su mayor éxito en el cine. Una película que por momentos se pasa de buenrollista, sí. Pero sólo por escuchar a la dulce Keira Knightley cantando Lost Stars dan ganas de visionarla una y otra vez.
3 – El viento se levanta (Hayao Miyazaki)
Llegamos al tercer escalón del podio con nada menos que la última película de uno de los mejores creadores que haya parido este arte; Hayao Miyazaki dice adiós al cine con una obra que condensa todas sus pasiones y preocupaciones. Dejando de lado el toque fantástico, el japonés vuelve a elaborar una preciosa historia inspirada en un diseñador de aviones durante el período de entreguerras. El amor que desprende cada fotograma sólo es igualable al que el propio Miyazaki ha puesto en una obra que muchos han denostado por poseer un ritmo más lento comparado con el resto de su filmografía, pero que en mi caso logró algo que no pudieron hacer las soberbias La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro, Nicky o Porco Rosso: que saliese del cine haciendo un esfuerzo para evitar las lágrimas.
2 – A propósito de Llewyn Davis (Joel Coen, Ethan Coen)
Con los Coen tengo un sentimiento parecido al que antes describía con Wes Anderson: sus películas me parecen interesantes, algunas me gustan mucho, pero tampoco me cuento entre sus fans. Por eso no me interesaba en exceso esta obra sobre un músico cualquiera de Nueva York más que porque salía Carey Mulligan, una de mis actrices favoritas. Así, era lógico que asistiese al cine con cierta preocupación pese a las buenas críticas. No podía estar más equivocado: alejada totalmente de cualquier atisbo de tedio o monotonía, como algunos habían manifestado, la última cinta de los Coen desprende magia por todos lados, desde la atmósfera del NY de los 60 que construye hasta la sorprendente y fabulosa banda sonora (grande esa versión de 500 miles) pasando por el retrato de un personaje que de tan raro resulta fascinante. La primera gran película que vi en 2014.
1 – Mommy (Xavier Dolan)
Y llegó l’enfant terrible para reventar toda la opinión que de él me había formado a través de las dos obras de su creación que había visto. Si tanto en Les amours imaginaires como Laurence Anyways había percibido bastante potencial como director pero algunas dudas respecto a su faceta de guionista, en esta última película Xavier Dolan se ha encargado de demostrar lo equivocado que estaba. Excepcional filme sobre la relación entre una madre y su hijo adolescente que destaca a primera vista por su formato a lo smartphone, una innovación que no es baladí sino que constituye una nueva manera de expresión artística. Si además de esto tenemos una historia muy bien hilada, unos actores en estado de gracia, una banda sonora variada y con temazos y todas las virtudes formales que ya conocíamos del canadiense, no es nada extraño que un servidor otorgue a Mommy la primera posición en esta lista.