Ya está. Otro año más que se me escapa prácticamente sin haberme enterado de su existencia. Si se me permite, voy justificar en parte esta sensación de fugacidad que ha tenido el 2013 apelando a la fantástica selección cinematográfica de la que he podido disfrutar a lo largo y ancho de sus doce meses. Y es que no hay nada como un par de horas —como mínimo— en forma de ficción cinematográfica de calidad para evadirse, aunque haya veces que se nos escape de las manos.
Por desgracia, la llegada del 2014 implica redactar una lista con lo mejor del año anterior. Los que ya me conozcáis, sabréis que este tipo de artículos son mi enemigo natural; un ente despreciable que me obliga a escoger diez cintas y otorgarlas una numeración. No hagáis ni caso. En este escrito encontraréis un buen puñado de títulos que no deberíais perderos, y, entre ellos, los diez que he considero esenciales, pero sin atender a un orden concreto de importancia.
Durante los últimos 365 días la oscuridad de la sala de cine, o la comodidad de mi sofá me han permitido disfrutar de joyas de muy diversas índoles. Grandes bombazos de la talla de Star Trek: En la oscuridad, Iron Man 3 o mi blockbuster superheroico predilecto que es El Hombre de acero me han teletransportado a mi más tierna —y rechoncha— infancia; filmes como Prisioneros me han evocado mi primera experiencia con Seven de David Fincher; y un cineasta como Michael Bay me ha sorprendido como pocos gracias a Dolor y Dinero: una pieza personal y con un sello autoral inusitado para el maestro de la pirotecnia.
Pero no todo son grandes presupuestos y caras conocidas. Las dos últimas cifras del número 2013 acogen al número del mal fario por excelencia. Una cifra «maldita» como lo es el cine —o al menos así nos gusta catalogarlo— del que hablamos por estos lares. Entre el aluvión de maravillas malditas debo hacer referencia a Linklater y su Antes del anochecer, al prodigio audiovisual que Park Chan Wook despliega con Stoker, a los documentales Blackfish y El impostor, y al relato zombi de ínfimo presupuesto pero infinita calidad The Battery.
Y como hablar de decepciones no es plato de buen gusto, dedicaré un breve párrafo a comentar que Sandra Bullock ha convertido Gravity en un petardo, que al señor Refn se le han subido las ínfulas a la cabeza como ha demostrado con Only God Forgives y que —y ahora es cuando saco el escudo antimisiles— Spring Breakers es la absurdez más desesperante que he visto en mucho tiempo.
Dicho esto, pasemos de una vez a lo que de verdad importa. La «crème de la crème» del ya extinto 2013. Que disfrutéis.
10 — Bienvenidos al fin del mundo (Edgar Wright)
Después de prácticamente diez años desde que la conocida como «trilogía de los tres sabores de Cornetto» arrancase con la brillante Zombies Party —Shaun of the Dead—, el tríptico de Edgar Wright toca a su fin con la obra más completa del repertorio. Bienvenidos al fin del mundo aúna en un sólo filme la fuerza emocional que se dejaba entrever en Zombies Party y la acción desenfrenada y ejecutada a la perfección de Arma Fatal —Hot Fuzz—. El cóctel da como resultado la confirmación de que Edgar Wright ha alcanzado el punto óptimo de maduración como cineasta, y de que Nick Frost y Simon Pegg continúan teniendo la misma química en pantalla que desde sus primeras andanzas juntos en la serie telvisiva Spaced.
Un filme emotivo, nostálgico a su manera y endiabladamente divertido para cerrar de la mejor manera posible una trilogía perfecta.
9 — The Green Inferno (Eli Roth)
Eli Roth ha vuelto. ¡Y de qué manera!
Han hecho falta seis años de espera para presenciar el regreso de Roth ejerciendo las funciones de director de un largometraje. Desde Hostel 2, el séquito de seguidores del realizador han estado clamando por su retorno, y como se suele decir: si queríais caldo, tomad dos tazas.
El bueno de Eli ha concentrado todo su amor por el prolífico subgénero caníbal italiano, ha cogido a un puñado de colegas chilenos que conoció durante el rodaje de Aftershock, y se ha ido a la selva para hacérselas pasar canutas rodando una cinta intensa, repleta de referencias, casquería, salvajadas varias, y de esa mala baba de la que ya hizo gala en su debut Cabin Fever y que hará las delicias de los amantes del género.
8 — The Sacrament (Ti West)
La sombra de Eli Roth es alargada —y además debe tener mucho don de gentes—. En este caso, el director de la anterior cinta de mi top 10, ejerce de productor de The Sacrament, la última cinta de ese irregular geniecillo que es Ti West.
Después de dejarme ojiplático con la cuasi-perfecta The House of the Devil, y de hacerme pegar un par de cabezadas con The Innkeepers, West ha vuelto para coger el sobreexplotado hasta la extenuación subgénero del «found footage» y ponerlo patas arriba con uno de los filmes más aterradores que he podido ver últimamente.
Dura, turbadora, crítica… The Sacrament es una de esas películas que te vapulean y te sumergen en su universo de manera progresiva para después desatar un auténtico infierno y dejarte literalmente planchado en la butaca. Y para ello, no necesita ningún tipo de artificio. Grande Ti West.
7 — Tú eres el siguiente (Adam Wingard)
Y continuamos con las conexiones. Si Eli Roth produjo The Sacrament a su colega Ti West, este último echó un cable —en las labores de intérprete en este caso— a Adam Wingard en la que probablemente sea la cinta que más me ha divertido en una sala de cine durante todo el año: Tú eres el siguiente —You’re Next—; cinta olvidada desde su gestación dos años atrás.
Wingard, que ha participado en ambas partes de V/H/S y que firmó el segmento más divertido de The ABCs of Death, nos regala esta joyita en forma de slasher recogiendo todos los elementos comunes en el género, metiéndolos en una batidora y obteniendo una hora y media de muerte, destrucción, estilo y una inteligencia impropia de un producto tan ligero a la hora de consumirse.
Y para más inri, me ha descubierto a esa musa australiana llamada Sharni Vinson.
No puedo hacer más que darle las gracias al señor Wingard por este cóctel de violencia que podría etiquetar como la Cabin in the Woods del 2013.
6 — Expediente Warren: The Conjuring (James Wan)
Viendo por dónde van los derroteros de este ranking no hay que ser Sherlock Holmes para deducir que me apasiona el cine de género, así que no puedo dar mejor carta de presentación a The Conjuring que mencionar su honroso puesto como la cinta que más ha conseguido destrozar mis nervios en los últimos años.
James Wan ha madurado, lo que implica haber aprendido mucho desde que deslumbró a medio mundo con la primera —y única digna de toda la franquicia— Saw. Ahora, tras curtirse durante varios largometrajes en los inescrutables caminos del cine de terror, demuestra todo su amor por el género con este ejercicio que rezuma respeto por los clásicos en los que se inspira, y una mala baba a la hora de aterrorizar al respetable digna de elogio.
Cada compás, cada plano, cada ruido. Todo, absolutamente todo en The Conjuring forma parte de un complicado —aunque no lo sea en apariencia— artificio para generar terror. Y el señor Wan lo consigue con creces en esta peripecia formal y estilística que rezuma clasicismo por cada uno de sus siniestros poros.
5 — Wrong Cops (Quentin Dupieux)
No podía faltar Quentin Dupieux en mi top diez del año.
Vale que su última cinta, Wrong Cops, no muestre ninguna evolución en fondo ni forma respecto a su antecesora. Vale que resulte un mero ejercicio de «universo expandido» realizado única y exclusivamente para contentar a los fans de su anterior trabajo. Vale que esté dirigido desde una zona de confort y carente de todo riesgo e innovación. No puedo negar ninguna de las sentencias anteriores, pero qué más da. Wrong Cops mantiene las líneas que han dibujado el estilo humorístico de Dupieux desde que me dejó atónito con Rubber, y ha vuelto a conseguir que emita carcajadas a mandíbula batiente con un compendio de personajes entre lo grotesco y lo ridículo, y de situaciones que hacen gala de un surrealismo salido de la mente de un genio trastornado.
Dupieux, sigue así y me tendrás arrodillado ante ti como un perro faldero ávido de un humor que no se si resulta inteligente, o de lo más zafio. Brillante.
4 — Cheap Thrills (E. L. Katz)
El contexto económico que estamos viviendo en estos días está sirviendo como fuente de inspiración a un gran número de directores para contar sus historias. De entre todos estos relatos , he de destacar el que el realizador primerizo E. L. Katz —colega del anteriormente mencionado en el top Adam Wingard, todo queda en familia— nos brinda con su demencial Cheap Thrills.
La propuesta es sencilla: ¿Hasta dónde puedes llegar por unos cuantos dólares?
Partiendo de una base tan simple, Katz nos conduce a través de una delirante orgía de violencia, escatología y sexo de lo más salvaje de la mano de su protagonista: un padre de familia con algún que otro problema financiero. El resultado de esta premisa es un tour de force actoral en un filme que exuda intensidad, humor negro como el carbón, y una mala uva fascinante capaz de arrancar carcajadas y muestras de estupefacción a partes iguales.
3 — La Caza (Thomas Vinterberg)
Podría definir La Caza como un puñetazo en el estómago.
La sensación de vacío, el dolor, la náusea, la angustia, la desesperación que provoca la incapacidad de defenderse al momento por el aturdimiento… todas estas sensaciones las transmite la cinta protagonizada por Mads Mikkelsen —tan magnético como de costumbre— .
La Caza es dura. Muy dura. Te congela al nivel de sus heladores parajes de la geografía danesa, y te frustra como pocas al emplear de forma ejemplar el mecanismo del protagonista inocente enfrentándose a una injusticia de dimensiones titánicas.
Para defender la aparición de este filme en mi top del año sólo puedo alegar a las sensaciones que este ha generado en mi interior durante, y tras su visionado, y estas han sido de las más viscerales y reales que he sentido frente a una pantalla. Fantástica.
2 — Coherence (James Ward Byrkit)
Si tengo que elegir una ganadora personal de la edición 2013 del festival de Sitges, esta es, sin duda, Coherence.
La cinta de James Ward Byrkit puede presumir de conseguir grandes resultados con muy poco. La sencillez de su puesta en escena recuerda a la The Man from Earth, articulada gracias a un grupo de personajes dialogando e interactuando en una casa. Lo que hace verdaderamente interesante a Coherence es su intrincado guión, que adquiere la forma de un enrevesado puzzle repleto de paradojas espacio-temporales y dimensiones paralelas, y que demuestra que la ciencia ficción no necesita de un gran espectáculo audiovisual para resultar atrayente.
Coherence te invita a resolver el puzzle junto a sus personajes. Pieza a pieza. Cocina a fuego lento la trama para generar la ilusión de que tú construyes la historia. Te da pistas, te pide tu opinión, te deja jugar con ella, y cuando crees que has resuelto el misterio, vuelve a dar una vuelta de tuerca a todo para engancharte de nuevo en un ejercicio magistral a la altura de los mayores genios de la intriga.
Nunca unos tubos fluorescentes y un puñado de personajes dieron tanto juego.
1 — Perfect Sense (David Mackenzie)
La distribución hace poco más de un mes de Perfect Sense —que data de 2011—en nuestro país en DVD y VOD me ha permitido hacer una pequeña trampa para incluirla en esta lista, y es que toda excusa es buena para reivindicar esta joya que jamás me cansaré de recomendar.
Mackenzie muestra una delicadeza ejemplar a la hora de hilar el tortuoso romance de Susan y Michael en plena pandemia que priva progresivamente a los seres humanos de sus sentidos. Te hace sentir con sus personajes, te hace enamorarte de ellos, te hace envidiarles y querer transportarte a su mundo a expensas de perder tu olfato, tu oído o tu gusto. Te estruja el corazón con cada compás de la banda sonora de Max Richter, y te invita a sumergirte en el limbo entre lo delicioso y lo devastador emocionalmente hablando.
Si habéis llegado hasta aquí abajo en esta lista, hacedme caso y no perdáis la oportunidad de experimentar la vorágine de sensaciones que David Mackenzie ha conseguido plasmar en Perfect Sense. Dejaos embrujar por su aparente simplicidad y disfrutad la agridulce experiencia que propone. No os arrepentiréis.