2013 ha sido un año más que decente para el cine, si hablamos de la calidad de sus propuestas. Eso sí, buena parte de la lista que presento incluye películas que han pasado por la taquilla con más pena que gloria… eso las que se han estrenado. En cualquier caso, el cinéfilo recabador de tesoros está de enhorabuena: los que tenían que volver han vuelto por todo lo alto y los que entran como juniors han sabido ponerse al lado de los maestros. Y, personalmente, nunca he querido ser condescendiente con el cine patrio, así que me alegra poder incluir dos películas españolas por los motivos correctos: porque son dos muy buenas películas, nacionalidades aparte.
10 — Riddick (David Twohy)
Dicen que todo crítico intelectualoide suele incluir en su top un blockbuster, y que, encima, suele incluir uno que ha tenido poco éxito. Aunque Riddick encaja a la perfección en la descripción, de verdad que he disfrutado mucho de esta tercera entrega y de la saga en general. Vin Diesel es un Riddick perfecto y su carisma es inefable.
Una cinta que mezcla con desparpajo ciencia ficción, acción y fantasía. Y en la que el malvado Riddick acaba siempre siendo el héroe muy a su pesar. Ver una entrega de Riddick (a pesar de la segunda) es como estar en casa y aunque comprendemos de antemano qué es lo que va a suceder, David Twohy nos lo muestra como un niño encantado con su creación y, a pesar de las flaquezas evidentes, tiene derecho a estarlo. En ocasiones como ésta, tener certezas es algo casi tierno. Espero una cuarta entrega, con muchas ganas.
9 — Mud (Jeff Nichols)
Jeff Nichols nos dio una de las obras más interesantes de 2011: Take Shelter. Mud se mueve por unos derroteros bastante distintos, una sureña aventura de iniciación a orillas del Mississippi que recupera el talento de Matthew McConaughey para crear a Mud, un personaje cuasi mitológico. Y se recupera ¡sorpresa! a Reese Witherspoon.
Sus defectos, que los tiene, pueden ser evidentes, pero también lo son sus virtudes. Los seguidores del habitual compañero de Nichols, Michael Shannon, tendrán que esperar a su siguiente película, pues en ésta tiene un papel muy secundario y fuera de sus roles habituales.
Contiene un par escenas fabulosas en las dos acepciones de la palabra, pues Mud acaba siendo una fábula llena de hombres rotos por mujeres, en la que el protagonista, un chaval, comprenderá que su destino será probablemente el mismo y que tiene la infancia a sus espaldas. De un encanto peculiar; el peculiar encanto de las películas que se desarrollan al sur de EEUU.
8 — Todos queremos lo mejor para ella (Mar Coll)
De la cantera de la ESCAC surgió Mar Coll, que dejó atónito al cine español con Tres días con la familia (2009) y, desde entonces, se esperaba con expectación su retorno. Se puede decir con alivio que no ha cambiado y que nos brinda una película tan amarga como la primera. Geni (notable Nora Navas) trata de recuperar la vida que tenía antes del accidente. Éste parece haber sido un simple percance automovilístico pero acaba siendo mucho más y a pesar de que todos quieren lo mejor para ella, Geni parece tener otros planes. Bastante descabellados (¿… o no?).
Una obra realista, con un guión basado en el pequeño detalle. Pequeño detalle que, en el mundo de Mar Coll, trae el desastre o grandes dosis de amargura. Otra de las películas que nos da esperanzas en el cine patrio y nos confirma a Coll como realizadora a tener en cuenta.
7 — Tú y yo (Bernardo Bertolucci)
Bertolucci es un apellido que hace acudir raudo a la mente el buen cine clásico italiano. Pero no debería hacerlo esta vez, pues igual que el joven Sorrentino ha elegido retratar la vejez, el anciano y postrado en una silla de ruedas Bertolucci ha retratado magistralmente la adolescencia. Tú y yo muestra la rabiosa mirada de Lorenzo (interpretado por Jacopo Olmo Antinori) y una pequeña semana de su vida, en la que decide esconderse en el sótano de su edificio en lugar de irse a esquiar con el resto de su clase.
En un periodo de tiempo reducido y un espacio más reducido todavía pueden suceder infinidad de cosas. Como por accidente, nuestro guardián entre el centeno a la italiana, acaba envuelto en una tensa situación romántica que acaba suponiendo su iniciación a la vida adulta. Y todo nos lo explica David Bowie cantando en italiano… «dimmi ragazzo solo dove vai, perchè tanto dolore?»
6 — La gran belleza (Paolo Sorrentino)
Los paseos de un ruinoso pero estiloso Jep Gambardella por una Italia que parece estar eternamente en ruinas (y aún así eternamente estilosa) han sido una de las grandes sorpresas venidas de Europa de este año. Una dirección formidable y vigorosa de un joven Sorrentino que retrata los sinsabores de la vejez, la vacuidad existencial y todo ese tipo de cosas que nos encantan a los decadentes europeos. Todo ello con una ligereza asombrosa, lejos del existencialismo duro al que nos han hecho enfrentarnos otros directores del Viejo Mundo. Nada mejor para acompañarnos en este existencialismo liviano y hedonista que el señor Toni Servillo, que nos brinda una de las mejores interpretaciones del año.
Un precioso y cómico drama que se pone como ambiciosa meta explicarnos que es lo que hay en la vida más allá de todo el ruido y del bla bla bla. Lo sorprendente es que, a su peculiar manera, lo logra.
5 — L’etrange couleur des larmes de ton corps (Bruno Forzani, Hélène Cattet)
Esperadísima segunda obra del tándem de directores belgas que debutó con Amer en 2009. No es más de lo mismo… pero es más de lo mismo (y qué bien). Poniéndolo complejo: una película diferente a su debut, pero con sus ahora claras señas de autoría presentes. En esta ocasión toma especial importancia el sonido, que tortura al espectador en un punzante cóctel en el que también hay sitio para las imágenes bellas, los recursos experimentales y la más que palpable herencia de los más escabrosos gialli. Más narrativa que Amer, pero en cualquier caso un barullo de preciosas piezas talladas con esmero que es difícil saber si forman un todo coherente.
Pero, en realidad, esto no tiene la menor importancia: el espectador valiente puede tomarse esta segunda obra como cine experimental. Por lo de disfrutar de la experiencia, sin más. El que se quiera lanzar a resolver el misterio probablemente necesitará más de un visionado. Y probablemente la obra gane con cada uno de ellos.
4 — New World (Park Hoon-jung)
El esperado debut en la dirección del guionista de Encontré al diablo (Kim Jee-woon, 2010) es una titánica (en cuanto a calidad y metraje) obra de yakuzas. Siendo correctos no lo es, pues se desarrolla en Corea, pero es palpable el gusto del ahora realizador por el cine nipón y, por qué no, por El Padrino. Película que rebosa acción (tiene un par de escenas que con el tiempo se convertirán en antológicas) y contiene todos los elementos típicos de las películas de mafia asiática: cruentas luchas por el poder, excesos, chulerías propias del western…
Una vez pasada cierta confusión inicial (gran número de personajes con complicadas relaciones entre ellos) la recompensa nos llega con creces: un excitante thriller en el que nunca estamos seguros de cuál va a ser el resultado, acompañado de personajes carismáticos con notables interpretaciones. Además, a Jae-woon no se le da nada mal dirigir.
3 — Magic, Magic (Sebastián Silva)
La jovencísima Juno Temple ya dio que hablar con aquella sorpresa que supuso Killer Joe (William Friedkin, 2011). Es un placer ver que tiene una película entera para ella. Una película que no sabemos qué pretende narrar (ni siquiera a mitad de película sabemos muy bien por qué derroteros nos quiere llevar el chileno Silva), pero esto sólo aumenta más y más un clima de tensión enfermiza. Una película en la que Michael Cera, estando en “su papel de siempre” se convierte en un monstruo inquietante. Una de esas películas que bebe de Polanski con tremendo éxito y en la que no sabemos cuánto sucede en la realidad y cuánto en la cabeza de la protagonista. Acaba pareciendo un neo-giallo, lleno de represión sexual, de traumas, de engaños…
De dirección más que destacable, es un triunfo de la atmósfera y lo que queda soterrado debajo de las imágenes que se nos muestran, un gran éxito de lo implícito y de la creación de malestar con recursos sencillos.
2 — Coherence (James Ward Byrkit)
Coherence entra en la categoría de películas diminutas que se hacen enormes. Diminuta en cuanto a despliegue de medios, pero rica en imaginación, en premisa y en originalidad a la hora de utilizar unos recursos mínimos. Casi dan ganas de introducirla en una categoría aún por inventar que nos ha dado tantas alegrías: la ciencia ficción verbal. El poder de la palabra para evocar situaciones extrañas y angustia al espectador: en este caso se alcanza mucho con poco, haciendo válido aquello de que “menos es más”. La premisa es algo sencillísimo: el paso de un cometa cerca de la Tierra hace unos años provocó episodios muy extraños e inquietantes en la población. Un grupo de amigos se reúne para cenar mientras un nuevo cometa surca los cielos…
Una película que es, ante todo, respetuosa con el espectador al que está, a la vez, desafiando. ¡La ciencia ficción vive!
1 — La herida (Fernando Franco)
La herida ha supuesto un soplo de aire fresco para el cada vez menos estancado cine español. Esperemos que éxitos rotundos en cuanto a crítica se conviertan en el futuro en, también, éxitos de público. El debut en el largometraje de Fernando Franco persigue a Ana (Marián Álvarez) en un día a día normal para un personaje que se encuentra al límite en cuanto a psicología se refiere. Ella es la película y no nos dejará descansar en una sucesión de interminables planos secuencia. El reflejo de una tensa angustia infinita es lo que permanece en cuadro en todo momento. Me preguntan a menudo (porque la recomiendo, incansable) de qué trata esta película: es de esas en las que recomiendo informarse lo mínimo y asistir al milagro. No apta para el que no esté dispuesto a retorcerse en la butaca. No apta para el que busca un cine de evasión: la película no permite que bajemos la guardia.