«I was living in a devil town
I didn’t know it was a devil town
Oh lord it really brings me down
about the devil town»
Devil Town – Daniel Johnston
Los bosques no dan para distinguir árboles o follaje. Los leones son los que buscan un lugar de refugio entre flores espantosas. Los jóvenes se adentran en el bosque como una manada perdida que disfruta destruyendo con sus pisadas ramas que siempre estuvieron rotas.
En Leones encontramos cinco personas que caminan en el interior de un bosque. Esta es la ambición de Jazmín López, su directora, que consigamos perdernos con ellos y sentir cómo nos invade esa grandeza verde hasta querer desaparecer. Es complejo hablar de una película que inspira el deseo de permitir a los demás descubrir sin conocer su fondo, que es lo que realza su apariencia, así que me permitiré el lujo de expresarlo como en los viejos tiempos, ante la duda de conocer qué es lo que realmente vi.
Hace unos días alguien me preguntaba cómo sería una película de ciencia-ficción en mis manos. La imagen que me vino a la cabeza fue un Stalker con robots. Entonces añoré la sensación de vacío tras ver aquella película de Tarkovsky en la que vi tan claros los miedos más humanos en una ficción terrenal.
La sensación se ha repetido con Leones, un vacío pleno en sus juegos, en la inmensidad que te lleva a la nada. Los muchachos recorren el bosque en busca de una casa, pero no es ese nuestro objetivo, tenemos la misión de contemplar e indagar cuál es el camino que sortean. La inocente interacción entre ellos va subiendo el nivel en conversaciones que observar y meditar, una conjunción de extractos técnicos para todo aquel que alabe las divagaciones sobre lo humano y lo divino. Y mucho bosque, árboles por aquí, arbustos por allá, cielo y tierra. El escenario. El recorrido vital. Un continuado círculo que juega con la modulación del tiempo y las escenas entrelazadas, que evocan una narración sin cortes visuales. Y lo que entra por los ojos atormenta nuestros oídos, porque el sonido nos seduce en un principio, se calla, se vuelve ensordecedor en su justa medida con un simple exceso ambiental. Nuestra comprensión. Su incapacidad.
La vida pasa visualizando árboles junto a los que ya pasamos, la intriga que nos somete, la realidad que nos abruma y la aceptación que nos entristece. Los ciclos que soportamos en una bella transmisión que habla por sí sola, no supone un extenso conocimiento de Isa, Arturo, Sofía, Niki y Félix. Remite a la docencia de las casualidades, de la repetición, de las palabras vacuas, de la intensidad del absoluto nihilismo.
Ella, una, no importa, nos busca, pregunta, divaga, nos ata más allá de la simple parsimonia de los aplausos bulliciosos que generan las hojas, y es así como los escépticos pueden encontrar una excusa para seguir mirando, para soportar la calma, para suscitar incertidumbre, para comprender esas «in memoriam» a quienes dedica la película la directora, tal vez especialmente para la poetisa argentina Alfonsina Storni en un final placentero y sinuoso, triste, definitivo.
Tras las dedicatorias también se percibe la admiración, porque también encontrarán algunos a Gus Van Sant en este metraje, pero no, es todo distinto, es como una base de la que partir y evolucionar, donde caben Daniel Johnston o Sonic Youth sin estar presentes en ningún momento, donde Bach nos haría llorar si no estuviésemos sobrecogidos por nuestros descubrimientos. Porque toda una generación, o tal vez demasiadas, sentirán los síntomas identificativos de este camino “stalkerizado”.
Contemplativa y misteriosa, así es Leones, donde encontré el vacío que añoraba sobre un fino hilo que se puede romper con facilidad y expulsarte de este paraíso extraño y sofocado, con estancias preciosistas en un escenario tan abierto y supremo, la naturaleza poderosa, que nos hace sentir grandes o pequeños, como ella misma decida, como tú mismo decidas vivirla. Una grata sorpresa… muy difícil de describir.
Vi la pelicula. Una verdadera porqueria, me estafaron 90 minutos de mi vida. Muy comparable a los marziano.
Aburrida como pocas
Que manoseados están los nombres de los grandes. A esta película le sobran muchos minutos y mucha pretensión.
Me encanto ,vi a jovenes haciendo lo que hacemos cuando somos jovenes…y un final previsible pero sorprendente
20 minutos finales incomprensibles, inentendibles……..le sobraron imagenes de un bosque y un auto. Hasta ahora no se que dice la película…no se si llamarla pelicula. El análisis que tiene esta «película» en este artículo, también está lleno de palabras que no dicen nada. Aburre.