La guerra contra el terrorismo en reacción a los ataques del 11 de septiembre de 2001 a Estados Unidos afectó a la situación geopolítica global, pero también transformó su política interna e instituciones gubernamentales, dividiendo la opinión pública por la sistemática transgresión de los derechos humanos —además de sus principios constitucionales— en las operaciones militares y de inteligencia más allá de sus fronteras. El maltrato y las torturas para extraer información a prisioneros capturados masivamente de manera arbitraria llegó a alcanzar una dimensión de crisis permanente con el centro de detención de Guantánamo, donde se recluyeron durante años a cerca de 800 prisioneros sospechosos de terrorismo sin ningún tipo de garantías. Uno de los internados en esa prisión militar de alta seguridad en la costa de Cuba fue Salim Ahmed Hamdan, antiguo chófer de Bin Laden detenido durante la invasión de Afganistán de 2001. Las evoluciones de su lucha judicial por conseguir la libertad ante el tribunal militar se intercalan en The Oath (Laura Poitras, 2010) con el seguimiento de su cuñado y principal sujeto de interés, Abu Jandal, quien fuera guardaespaldas del líder islamista y ahora taxista en las calles de Saná, la capital de Yemen.
Poitras establece una estructura narrativa alrededor del día a día de este supuesto arrepentido de la lucha terrorista, cuyas declaraciones resultan ambivalentes (o directamente contradictorias) en multitud de ocasiones. Su capacidad para mentir abiertamente se expone cuando le explica a un cliente del taxi la presencia de las cámaras del documental. A sus apariciones en televisión, sus conversaciones con su hijo y alumnos, o sus testimonios a cámara, se le suman la historia de su relación con Bin Laden, su papel en la organización y los vínculos con quienes participaron activamente en el 11-S. De Salim solo sabemos por sus cartas a su familia y las entrevistas y comparecencias públicas de sus abogados, señalando la falta de seguridad jurídica y legal de todo el proceso. Esta estructura permite desde el aspecto individual del relato dar contexto a su presente y explicitar las resonancias políticas del largometraje. Una estrategia que utiliza de forma mucho más refinada en su reciente La belleza y el dolor (All the Beauty and the Bloodshed, 2022) a través de la biografía, la carrera artística y el compromiso activista de la fotógrafa Nan Goldin —en sus esfuerzos contra la farmacéutica Purdue y la familia Sackler—, para configurar un terrible paralelismo entre la epidemia del SIDA en el país en los años ochenta y la mortal crisis de los opioides que vive desde finales de los años noventa.
La cineasta consigue una gran proximidad con Jandal que, lejos de concretar certezas, deja abiertos multitud de interrogantes sobre su verdadero papel en al-Qaeda y su posición ideológica actual. Es en esas grietas de su máscara —expuestas a través de sus palabras— donde la directora insiste manteniendo el primer plano en sus sinuosas entrevistas. No habla nunca de violencia, pero en cierto momento defiende lo bueno que fueron los ataques de las Torres Gemelas para humillar al enemigo y llevarles al campo de batalla en una guerra abierta. Por otro lado, rechaza la política como forma legítima de perseguir los objetivos de la yihad, porque supone reconocer al otro, al infiel. como interlocutor válido con una forma de vida y cultura respetables. ¿Qué defiende Jandal? ¿Ha abandonado el juramento que hizo a Bin Laden o sigue en realidad fiel al mismo? ¿De que se arrepiente en realidad, más allá de sentirse responsable del encarcelamiento de Salim? Su simbólica mirada al retrovisor expresa su evidente autoconsciencia durante todo el metraje del filme y la importancia que le da a la imagen que proyecta. Las sutilezas que requiere para evitar que le consideren un enemigo desde las filas de los yihadistas, así como desde el mismo gobierno de Estados Unidos, perfilan un personaje que es un auténtico rompecabezas, solo resuelto por la increíble revelación final de The Oath y el registro documental de su interrogatorio en las semanas posteriores al atentado.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.