Las lecciones de Blaga (Stephan Komandarev)

Hace unos 15 años me quejaba bastante de la ironía del sistema laboral que te exige años de experiencia para trabajar, olvidando que, para tener esa experiencia, primero necesitas un empleo. Ahora, acercándome al final de la treintena, veo que otra ironía emerge: aunque tengas toda la experiencia del mundo, a cierta edad ya no te quiere nadie. Y todo esto mientras los políticos se empeñan en alargar nuestra agonía y retrasar la jubilación.

Más allá de la estafa piramidal que es el capitalismo, también hay que hablar de aquellos que usan su posición laboral para desatar un “verdadero yo” forjado por su entorno. Si creemos a la gente que dice que «eres lo que haces», Blaga, la ex-profesora de setenta años que protagoniza Las lecciones de Blaga, fue una persona capaz de decirle a un alumno que nunca llegaría a nada en la vida antes de jubilarse. Según la sinopsis de la película, esta acción representa una moral firme que también intuimos al inicio de la película, hasta que de pronto se ve envuelta en una serie de decisiones cuestionables, que reflejan lo que realmente pasa cuando un sistema roto presiona a las personas al límite. Pero ahí está la primera duda, porque está claro que es el sistema roto lo que presiona, pero seguramente también influya que la persona de moral firme tienda a incluir como conjunto de costumbres y normas “buenas” para dirigir o juzgar el comportamiento las “malas”, en realidad.

¿Qué es un sistema roto si no precisamente uno en el que todo lo malo que pueda pasar se extiende como expulsado por un ventilador que lo salpica y lo mancha todo? Del sistema roto a las personas con la brújula moral rota. Ahí es a donde el director Stephan Komandarev quiere llevarnos, al menos. Hacia una visión misántropa y turbia del mundo, que quiere hundirte en cada escena desde la primera estafa, quitarte cualquier atisbo de fe en la humanidad, salvo quizás en uno de los personajes, con el que además pretende que el espectador se quede totalmente devastado.

Pero hablando en serio: Las lecciones de Blaga, que comienza como un drama sombrío sobre la soledad y la vulnerabilidad que experimentan las personas mayores, evoluciona hasta convertirse en un thriller cautivador que ofrece una perspectiva única sobre el tema de la edad y la desesperación, adoptando un enfoque poco convencional para diseccionar no solo sus temas universales, sino también la decadencia del sistema búlgaro —por delimitarlo ahí— y las motivaciones detrás de la participación de Blaga en actividades delictivas. Retrata vívidamente los mecanismos de desensibilización social y desconexión moral, y se vuelve cada vez más impactante a medida que avanza hacia su inquietante final.

En este sentido, la interpretación de Eli Skorcheva como anciana entrañable, asustada y cabreada según la ocasión es el eje central de esta película, una obra imponente de la que no puedes apartar la vista, para bien y para mal. Tiene un lenguaje visual que tiende a acorralarte y asfixiarte a lo largo de toda la película, aunque lo que tiene que decir es bastante obvio al final, tras casi una hora de metraje.

Sea como sea, Las lecciones de Blaga funciona como herramienta para acabar con la fe en la humanidad o al menos para generar una reflexión entre aquellos que la hayan visto. Es, al final, una película desoladora que deja con una sensación de vacío porque, además de todo el mensaje, insiste en la impunidad de los culpables y te hace desear que haya punitivismo (del legal), mientras el director no deja de frotarse las manos (en mi imaginación).

Lo más importante es no confiar en nadie nunca, y menos en aquellos que sigan usando el teléfono fijo para contactar contigo. Es más, lo mejor es que nunca le cojamos el teléfono (fijo o móvil) a nadie que nos llame, y así además cualquiera que nos intente estafar por mensajes podrá ser expuesto con nombre y foto falsa en Twitter para fomentar las risas de los seguidores.

Podéis ver Las lecciones de Blaga en Filmin:

https://www.filmin.es/pelicula/las-lecciones-de-blaga

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