Momentos vitales
He podido ver, como parte de la programación del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, la película panameña Las hijas, primer largometraje dirigido por la también actriz Kattia González y que aquí además se encarga del guión. Esta obra, premiada en el Festival de Málaga de este año como mejor película iberoamericana, nos cuenta la historia de dos chicas, dos hermanas costarricenses, que viajan a Panamá para encontrarse con un padre al que hace mucho tiempo que no ven.
Contada así, la historia, el argumento, parecería más propio de una de esas pelis de sobremesa con las que algunas de las cadenas privadas nos obsequian en los fines de semana. Pero no, ya que aunque sobre toda la película sobrevuela el encuentro con el padre ausente, esto acaba siendo casi lo menos importante de la historia, que lo que realmente quiere contarnos es una breve etapa en un camino de iniciación, de descubrimiento, de dos chicas, dos hermanas, que viajan en verano, ociosas, esperando un encuentro y que lo que acaban descubriendo son amistades, chicos, sentimientos y relaciones en un contexto de plácida inactividad y despreocupación.
Aquí se refleja la relación de las hermanas con terceros, pero también la evolución de su propia relación entre ellas, donde los 3 años que se llevan (tienen 17 y 14 años respectivamente), aunque pudieran parecer pocos, marcan en este trance vital amplias diferencias en la madurez y la forma de encarar las relaciones con los chicos y con su propio cuerpo, sus sentimientos y la vida en general.
Realmente, lo que vemos es discurrir un pedazo de vida, desde la despreocupación y la ausencia casi total de conflictos, en un tono lúdico y muy real a la vez, que conforma un buen retrato de la adolescencia, sus motivaciones, actitudes, gustos y forma de relacionarse en estos tiempos actuales.
A veces, sí que es cierto que la expectativa de lo que parece el nudo central de la historia hace que nos impacientemos en ese ver pasar el tiempo, lo que quizás desvía la atención sobre lo que realmente pretende contar la película, que no es un encuentro entre padre e hijas que hace mucho que no se ven, sino la descripción del momento vital de cada una y cómo viven su adolescencia.
Las interpretaciones de las actrices Ariana Chaves Gavilán encarnando a Marina y Cala Rossel Campos, como Luna, las dos hermanas protagonistas, están muy bien. Una más experimentada y aparentemente segura, la otra algo más joven y quizás por eso más íntegra y sincera. Muy naturales y pegadas a la realidad, saben transmitir el momento vivido. Por otro lado, el contexto de situaciones en las que se mueven, aparentemente poco significativas, pero siempre determinantes en ciertos momentos vitales, acercan la película más a plasmar un tiempo y convertirse en un testimonio de un determinado momento a través de la manifestación de pequeñas situaciones que a articular una trama concreta.
Interesante, sin entusiasmar, Las hijas es un film sencillo pero bien hecho que te lleva por ese mundo de descubrimiento y despreocupación en una historia mínima en apariencia, pero profunda y sincera en la búsqueda por plasmar la verdad cotidiana.