Gloria Grahame es una de esas estrellas del Hollywood clásico cuyo nombre se ha ido borrando con el paso del tiempo. La actriz norteamericana protagonizó películas tan memorables como En un lugar solitario de Nicholas Ray o Los sobornados de Fritz Lang, además de participar como actriz secundaria en varias obras maestras del cine.
Como por desgracia solía (y suele) pasar en la industria del cine estadounidense, a medida que la actriz iba ganando años, sus papeles de calidad disminuían, y en los años 60 y 70 Grahame era casi más conocida por su vida sentimental que por sus apariciones en la gran pantalla.
Film Stars Don’t Die in Liverpool, la nueva película de Paul McGuigan (Lucky number Slevin, Sherlock), nos acerca a esa etapa final de la vida de Gloria Grahame, concretamente a los años que duró su relación con el también actor Peter Turner, desde que se conocieron en 1979 hasta la muerte de la actriz, en 1981.
Adaptación de las memorias del propio Turner, Film Stars Don’t Die in Liverpool está protagonizada por Jamie Bell y Annette Bening, que da una nueva muestra de por qué es una de las mejores actrices de Hollywood. Bening se enfunda la piel de Grahame con una soltura y delicadeza sublimes, ofreciendo un recital de presencia interpretativa. Bell, aunque menos brillante, es capaz de no sucumbir a la fuerza de Bening y mantener el tipo, especialmente en aquellos momentos donde tiene que demostrar fragilidad. Si bien es cierto que la química entre ambos sólo aparece en contadas escenas, la pareja sostiene prácticamente por sí sola una película que nunca acaba de salirse de los trillados códigos del biopic dramático.
Film Stars Don’t Die in Liverpool cuenta con una fotografía cuidada, muy bella por momentos —pese a algunos decorados de cartón piedra digital—, y una banda sonora que consigue mezclar sin resultar chirriante canciones pop con piezas clásicas; no es fácil saber por qué el film de McGuigan no deja tan buen sabor de boca como debería. Tras un inicio prometedor, la película va perdiendo creatividad, frescura y humor, mientras se acerca cada vez más a una estructura prefijada que acaba por reducirla a un drama biográfico más.
Es posible que el montaje, empeñado en mostrar todos los puntos de vista, o una pobre gestión de la información en su guion provoquen que el film acabe, en su segunda parte, por dar vueltas sobre sí mismo. Este hecho, junto a un cierto desaprovechamiento de secundarios de lujo como Julie Walters o Stephen Graham, terminan por empañar en parte el resultado final.
Pese a todo, hay que agradecer a Film Stars Don’t Die in Liverpool su homenaje a la figura de Gloria Grahame, especialmente mediante el cuidado y la nobleza con la que Annette Bening la interpreta. Es interesante, en ese sentido, observar los paralelismos que existen entre ambas actrices, sobre todo si tenemos en cuenta la escasez de papeles de calidad que reciben tanto Bening como otras muchas actrices de su generación.